iBonds es un producto que BlackRock está mirando con atención. De la mano de una dinámica favorable para la renta fija, la mayor gestora de fondos del mundo está reforzando su oferta en esta serie de ETF de renta fija, completando la parrilla y acerándola a los inversionistas fuera de EE.UU. Esto incluye a los latinoamericanos, a quienes la compañía busca conquistar con una campaña de listado cruzado.
“Lo que queremos hacer es replicar algo que los inversionistas americanos tienen desde hace mucho tiempo”, comenta Benjamín Souza, estratega de renta fija para América Latina de BlackRock, en conversación con Funds Society. Así, el objetivo es quería hacer un producto “que no tuviera las fricciones para el inversionista no americano”.
Usando su serie de ETF con vencimiento a plazo como hoja de ruta para la región, BlackRock está fortaleciendo su plataforma UCITS. Ahora, están en plena campaña de listado cruzado de los fondos indexados en las distintas bolsas de la región, lo que permitirá un acceso más directo a los capitales locales.
La gestora tiene representación en México, Colombia –desde donde cubren también Centroamérica– Perú, Chile y Brasil. En cuanto al negocio US Offshore, tienen presencia en Miami –desde donde ven el negocio en Uruguay–, el sudeste estadounidense, Nueva York y California.
Si bien no hay una fecha definida, dado que los procesos de listado cruzado varían entre países, el plan es que los fondos estén disponibles en todos estos mercado de aquí a un año, comenta Souza.
Ideosincracia latinoamericana
“El latinoamericano encajó perfecto en el concepto” de los iBonds, fondos indexados que ofrecen carteras diversificadas de bonos con un vencimiento determinado, relata Souza. “Los latinoamericanos son bonistas. A la gente le gustan los bonos, porque tienen certeza”, agrega.
Este nivel relativo de certeza –que proviene del hecho de que los inversionistas que esperan al vencimiento pueden más o menos proyectar su retorno– y un nivel de tasas que no se veían en años a nivel global aumentaron el atractivo del producto. “Ese nivel de certeza, después de un año como el 2022, donde todo lo que teníamos perdió dinero, era lo que el inversionista requería”, explica el ejecutivo.
Las series en que BlackRock se está concentrando para América Latina son la de bonos corporativos con grado de inversión, que tiene estrategias con vencimiento a todos los años entre 2025 y 2030, y la de bonos del Tesoro de EE.UU., donde han lanzado vehículos a 2025, 2027 y 2029.
La primera categoría, describe Souza, es la más popular y es la que ha despertado también más interés en la región. Los flujos a las estrategias corporativas con grado de inversión rondan los 1.000 millones de dólares, mientras que los ETF de Tesoros suma 30 millones de dólares, detalla.
Respecto a qué segmento de clientes ha empujado la demanda, el estratega de renta fija destaca el mundo de la gestión patrimonial. “La mayor parte de esta demanda viene justamente del lado de Wealth” –como family offices y bancas privadas–, explica, agregando que “están sustituyendo bonos individuales que tenían de emisores latinoamericanos, principalmente, por una cartera de muy alta calidad crediticia –más que cualquier emisor latinoamericano– y que está pagando rendimientos razonables”.
Hacia delante
Actualmente, BlackRock está concentrándose en ampliar su parrilla a lo largo de la curva, para las series que ya tienen. Por ejemplo, su suite de corporativos tiene actualmente un arco de cinco años “y la idea es construir del 2025 al 2034. Tener una escalera de diez años de iBonds, según Souza.
También les gustaría eventualmente tener la cadena de diez años también para bonos del Tesoro de EE.UU.
Fuera de eso, mirando hacia más adelante, a la gestora le interesa ampliarse a otros segmento de la renta fija. Entre la hoja de ruta de las series en EE.UU. y el feedback de los clientes, un área de interés que identificaron es la deuda de alto rendimiento.
“High yield sin duda ha sido algo que le llama la atención al inversionista latinoamericano”, comenta el ejecutivo. Esto se debe, acota, a dos motivos principales: que los capitales regionales están acostumbrados a las tasas más altas y los inversiones más riesgosas.
Están sondeando opciones –incluyendo qué índices podrían utilizar–, pero no hay nada definitivo. “Estamos en el pizarrón”, relata Souza.