La industria de ETFs registra récords en Europa, Estados Unidos, China y también en Australia. Los ETFs australianos vivieron un año histórico tras lograr un crecimiento interanual del 30,4%, hasta alcanzar los 79.300 millones de dólares australianos (60.800 millones de dólares estadounidenses) en activos bajo gestión, según muestran las cifras de Morningstar.
Desde Cerulli Associates destacan que lo más significativo de estas cifras es que los nuevos flujos netos alcanzaron los 18.700 millones de dólares australianos, “la cifra más alta en cinco años”, señalan. Según su interpretación de los flujos, los inversores aprovechan los ETFs para buscar seguridad y diversificación durante la pandemia, lo que lleva explica el récord de entradas en el sector.
En opinión de Cerulli, los proveedores de ETFs en Australia experimentaron este mayor nivel de flujos principalmente de inversores individuales directos, a menudo jóvenes y que entran en el mercado de acciones por primera vez. “Anecdóticamente, los proveedores atribuyen el crecimiento a la facilidad de acceso y liquidez de los ETF”, indican.
Según los datos de Betashares, el 83% de las entradas en 2020 se destinaron a productos indexados, el 10% a activos y el 7% a smart beta, lo que indica que los inversores querían una amplia exposición a índices en lugar de pagar por ideas activas. Por categorías, el sector registró las mayores entradas en productos de renta variable internacional, seguidos de la renta variable australiana, la renta fija, las materias primas y los productos cortos.
“Esto representó una especie de vuelta a la norma de la renta variable: los que antes buscaban exposición a la renta fija se vieron desanimados, como es lógico, por los rendimientos excepcionalmente bajos disponibles como resultado del estímulo monetario empleado por los bancos centrales de todo el mundo para luchar contra la pandemia”, apuntan desde Cerulli.
El interés y las entradas en los fondos llegan en un momento de madurez para el mercado de los ETFs. Por primera vez, se produjo una reducción neta del número de ETFs en Australia, de 258 a 256. «Esta reducción puede reflejar la madurez: todos los huecos obvios en el mercado están ahora llenos y ya no hay necesidad de ampliar drásticamente el conjunto de productos. La atención se centra ahora en conseguir más dinero para los productos que ya existen», explica Ken Yap, director general de Cerulli.
No obstante, la innovación sigue siendo una característica clave del mercado. ETF Securities lanzó tres nuevos fondos el año pasado y registró un sólido interés en todos ellos. Uno de ellos fue el Fang Plus, que debutó durante la pandemia, en marzo de 2020, al igual que un producto tecnológico australiano de BetaShares, tras un ETF Emerging Income Opportunities Active en febrero. BetaShares también alineó lo que llama el primer ETF diversificado de crecimiento total, una mezcla de acciones de gran, mediana y pequeña capitalización de Australia, mercados globales desarrollados y emergentes. Con una comisión del 0,19%, ofrece acceso a 8.000 valores de 60 bolsas.
Según ETF Securities, antes del COVID-19, las operaciones con ETFs representaban alrededor del 4% del total de las operaciones en la Bolsa de Valores de Australia. Sin embargo, durante el punto álgido de la pandemia, esta cifra aumentó hasta alrededor del 10%. Parece que la huida hacia la seguridad se llevó a cabo en gran parte a través de los ETFs.
«La industria de gestión de activos pasó por muchos desafíos en 2020. Sin embargo, fue un año notable para el sector australiano de productos cotizados, que ha salido airoso y no ha registrado problemas de liquidez ni de reembolsos. Si bien hay indicios de que el mercado ha madurado, todavía hay espacio para la innovación y algunas lagunas de producto que hay que cubrir», concluye Yap.