Las elecciones de EE.UU. están llegando a su fin en un año en el que la pandemia marcó la agenda mundial y los mercados no fueron ajenos a esa realidad.
La pandemia hizo a esta campaña muy particular a las anteriores y continuará marcando las decisiones de ciudadanos, políticos y actores del mercado hasta que se active una vacuna.
No obstante, la situación no ha impedido que los dos candidatos gasten miles de millones de dólares y recorran kilómetros en la campaña electoral, dice un informe de ING Bank.
“Los primeros indicios sugieren que el electorado está comprometido y animado con la votación anticipada que apunta a la participación más alta en décadas”, dice el comunicado de ING.
Por otra parte, Chris Lucas, director de asuntos gubernamentales en BNY Mellon asegura que desde que el COVID-19 cambió el mundo tal y como se conocía, las elecciones también han cambiado drásticamente.
“Una de las grandes incógnitas de 2020 ha sido cómo se votará en las inminentes elecciones presidenciales de EE.UU. como mucha gente es reacia a votar en los colegios electorales por miedo a contagiarse de COVID-19, ha sido necesario hacer cambios para garantizar la seguridad de los centros de votación y se le está prestando mucha atención a cómo se recogerán y se contarán esos votos”, comentó.
Según las encuestas, en la noche del martes 3 de noviembre Joe Biden podría ser el nuevo presidente de la potencia norteamericana.
Según Lucas, aunque intentar predecir el resultado de las elecciones ya ha provocado movimientos de mercado en ocasiones anteriores, este ciclo electoral está inusualmente plagado de incertidumbre.
Por este motivo y después de lo vivido en las elecciones de 2016, ningún analista descarta cualquiera de las cuatro posibilidades: una victoria contundente del Partido Demócrata (ola azul); Biden llegando a la Presidencia pero sin mayorías; una reelección de Trump con un escenario parecido al actual, y por último un resultado impugnado que llevaría a una decisión de la Corte Suprema de Justicia.
Para Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, Joe Biden es el claro favorito para ganar las elecciones de los EE.UU., con buenas chances de lograr la llamada «Ola Azul».
Esto podría ser “probablemente el resultado óptimo para el mercado” en el corto plazo dada la necesidad de otro empuje fiscal, asegura Moëc.
Sin embargo, las preguntas sobre la postura de la política estadounidense a largo plazo vendrán más tarde.
“A medio plazo, una vez que la crisis de la pandemia haya terminado, los inversores probablemente se volverán más sensibles a la capacidad de una administración Biden para resistir la presión de los elementos más radicales de los demócratas si su partido controla los tres centros de poder”, explica el experto.
En cuanto a la posibilidad de que Trump gane el martes, para Moëc hay una probabilidad de un 10%, “pero incluso en este caso, sería muy poco probable que los republicanos retomaran la Cámara de Representantes”.
Este escenario sería el resultado del status-quo, “que en las circunstancias actuales equivaldría a una parálisis política”, reflexiona Moëc.
Por otra parte, desde Lazard Asset Management analizan los distintos escenarios.
Nick Bratt, gestor de la estrategia Global Thematic Equity Global cree que el régimen de subida de impuestos de Biden no sería muy perturbador para la economía ni los mercados.
Sin embargo, John Reinsberg, vicepresidente de Lazard Asset Management y jefe de estrategias internacionales y mundiales, asegura que una reelección de Trump sería favorable para los mercados estadounidenses.
Aceleraría un acuerdo comercial con el Reino Unido, reforzaría posibles disputas con Europa y reanudaría la guerra comercial con China.
En cuanto a una victoria de Biden, Reinsberg cree que sería una buena noticia para Europa y favorecería a los mercados emergentes.
En la opinión de M&G, una victoria de Biden conduciría a un gasto fiscal significativamente más alto, y el saldo de ese gasto sería en áreas con «multiplicadores fiscales» más altos (el impacto en la producción de una nación que surge de un cambio en el gasto público), dice Jim Leaviss, CIO of Public Fixed Income.
Trump ha pedido recortes de impuestos para empresas y personas adineradas, pero ese enfoque sería mucho menos poderoso para la economía.
Un tema clave, para ver cómo se comportarán los mercados luego de conocer los resultados de las elecciones es la curva de rendimiento de EE.UU., dice Tristan Hanson, fund manager de M&G.
La Fed ha recortado las tasas de forma agresiva y los rendimientos lo han seguido hasta cierto punto.
“Existe la opinión de que una victoria de Biden sería negativa para el mercado de bonos, con un estímulo fiscal potencialmente mayor, más préstamos y, en última instancia, una economía más fuerte”, comentó Hanson.
El fund manager advierte que los inversores deben tener cuidado con las secuelas inmediatas de las elecciones.
“Independientemente de cómo reaccionen los mercados financieros, pueden ser inconstantes y puede que los mercados tarden en digerir el resultado y cómo valorar los activos bajo un régimen diferente, dependiendo del resultado de las elecciones”, concluyó.
EE.UU. es una potencia económica enorme, pero el impacto en los mercados emergentes del resultado de estas elecciones variará principalmente en la política exterior estadounidense, dice Gregory Smith, estratega para mercados emergentes de M&G.
“Una victoria de Biden supondría una política exterior más predecible, lo que sería mejor para muchos países. Sin embargo, es importante tener en cuenta que habrá ganadores y perdedores”, aclaró.
Una administración de Biden priorizará inicialmente la respuesta a la pandemia y la economía nacional de EE. UU. pero también habrá un enfoque continuo en las relaciones de Estados Unidos con China, y la creciente influencia de China seguirá siendo una preocupación bipartidista.
Si el dólar se debilita, eso beneficiaría a las monedas de los emergentes.
Sin embargo, si el crecimiento de la divisa se debe a tasas de interés más altas, esto perjudicaría a los mercados emergentes.
Ante un triunfo de Biden es probable que uno de los mayores perdedores sea Medio Oriente, ya que los exportadores de petróleo tendrán que cambiar sus modelos de negocio para adaptarse a un nuevo orden global que está más centrado en abordar el cambio climático.
Una victoria de Biden puede ser más agresiva para Turquía y Rusia, lo que podría impulsar una visión más infraponderada allí y México podría tener algunas ventajas para mejorar las relaciones de política comercial con EE.UU.
Sin embargo, el mayor impacto en los mercados emergentes, más que el resultado de las elecciones en EE.UU., será la evolución del COVID-19, en términos de cómo los países se recuperan durante el próximo año y qué tan profundas son las cicatrices de su deuda, concluyó Smith.
Durante estos meses de campaña se ha transitado por múltiples análisis, enfoques que dependían del candidato que pudiera acceder a la Casa Blanca, pero el factor común entre todos los expertos fue que una elección impugnada sería el peor resultado para los mercados.
Este escenario, que aumentaría la incertidumbre y por ende la volatilidad del mercado, podría llegar a encontrarse en el caso de un resultado muy ajustado .
Pero aún peor sería que Donald Trump se negara a dimitir en caso de salir derrotado.
El presidente ha declarado de forma ambigua al respecto: entre dichos que no asumiría el resultado de una elección por correo o ha dado a entender que recurrirá a la Corte Suprema de Justicia en caso de no ganar.
La mayoría de los expertos coinciden en que ese sería el peor resultado para el dólar, los mercados de bonos y los activos de riesgo.
Cualquier cosa que cuestione la inviolabilidad de la ley democrática occidental sería problemática.
Este último es un escenario poco probable ya que muchos referentes del Partido Republicano han defendido la institucionalidad del sistema electoral estadounidense para descartar esa situación.