Si asumimos que en el largo plazo nadie es capaz de «ganarle al mercado», una estrategia interesante a la hora de construir un portafolio de inversión con ETFs incluidos o exclusivamente de dicho instrumento, sería simplemente tomar un ETF pasivo y olvidarse del tema.
Sin embargo en la estrategia existe un tema clave: el equilibrio entre la gestión activa (que busca superar al mercado operando fuera de un índice) y la inversión pasiva (comprar un solo fondo o ETF indexado); en realidad el verdadero desafío está en construir un portafolio que realmente se ajuste a las necesidades financieras de los clientes.
La idea de un solo portafolio de mercado (y por extensión, la utilidad de comprar un solo ETF o fondo indexado) depende de varios supuestos que, en la realidad, no siempre se cumplen.
Primero debemos considerar el mercado; es decir que podemos ver todo el mundo de las inversiones como un solo gran mercado unido, donde todos los activos son perfectamente transables entre ellos. Este supuesto choca con la realidad. ¿Acaso el mercado norteamericano y el chileno operan como uno solo? ¿Acaso los depósitos a plazo operan en sintonía con las acciones asiáticas? La respuesta es no.
Esta separación de mercados nace de las barreras que existen para acceder a éstos, como la necesidad de cuentas de custodia, fricciones tributarias o soberanía nacional.
Si asumimos que todos los mercados operan como uno, el peso de cada país coincidiría con el tamaño relativo de ese mercado accionario. Lo anterior no es correcto; al existir fricciones entre economías, desde la perspectiva de un inversionista norteamericano la relevancia de cada economía ajustada por liquidez sobrepondera a países con alta integración al mercado norteamericano, y subponderar aquellos donde es más difícil acceder, como Asia y en particular China.
Como segundo punto está el desafío es asumir que todos los inversionistas son homogéneos, donde solo varía su tolerancia al riesgo. Lo cierto es que la realidad es mucho más compleja y estas diferencias entre inversionistas afectan profundamente el atractivo percibido de distintas clases de activos. Los inversionistas al vivir en diferentes países miden sus inversiones en distintas monedas base. Esto es obvio porque el objetivo base de un portafolio es financiar consumo, el cual suele suceder en la moneda del país. Como consecuencia, un portafolio eficiente de mercado varía entre las distintas economías.
Otra diferencia muy importante son los impuestos, ya que la inversión para extranjeros suele tener un tratamiento diferente a la de los locales. Estas diferencias modifican el atractivo relativo de distintos activos (por ejemplo empeorando el atractivo de acciones de altos dividendos), alejándonos de un portafolio común para todos los inversionistas.
Una última diferencia importante es la tasa de interés base de cada economía. Las tasas de interés cambian el atractivo de diferentes inversiones para distintos inversionistas porque fijan el nivel de rentabilidad “libre de riesgo” de cada país, ya que como los bancos centrales poseen la capacidad de emitir su propia moneda, la probabilidad de que incumplan una deuda en su moneda base es casi nulo.
De este modo, un análisis elaborado por Fintual concluye que si bien la idea de un solo índice como inversión final es tentadora, la realidad es más compleja. Se necesita mucho más para cubrir las necesidades de inversionistas en diferentes mercados y cada inversionista tiene su propio portafolio o cartera óptima, tanto por las particularidades de su economía local como por su aversión al riesgo.