La combinación de la salud financiera con el diseño conductual busca mejorar los hábitos económicos de las personas mediante estrategias basadas en la psicología y la economía del comportamiento. Un mundo sorprendente donde pequeños cambios personales pueden marcar una gran diferencia.
La salud financiera hace referencia al equilibrio de cada persona en la gestión de sus ingresos, gastos, ahorros, deudas y la resiliencia ante los imprevistos. Una buena salud financiera implicaría una capacidad para cubrir necesidades básicas, ahorrar constantemente, controlar del endeudamiento personal, y planificación financiera a largo plazo (por ejemplo, para jubilación).
El diseño conductual aplica principios psicológicos para ayudar a las personas a tomar mejores decisiones.
Algunos de los principales pilares del diseño conductual son los siguientes:
1.- «Empujoncitos» (en inglés, Nudges). Consisten en pequeños incentivos que guían las elecciones de las personas sin restringir opciones. Dos ejemplos de ello serían el ahorro automático y la inscripción automática de trabajadores en planes de pensiones de empleo (automatic enrolment).
2.- Heurísticas y sesgos cognitivos. Las heurísticas son los recuerdos, experiencias y juicios formados en nuestra parte del cerebro que piensa de manera rápida. Los sesgos consisten en atajos mentales que simplifican las decisiones. Por ejemplo, preferir «lo fácil», como las opciones predeterminadas.
3.- Aversión a las pérdidas. A las personas nos duelen más -y por tanto evitamos antes- las pérdidas que lo que valoramos las ganancias. Para aprovechar en positivo los efectos de este sesgo, existen, por ejemplo, programas de ahorro que destacan «lo que pierdes» al no ahorrar, en lugar de lo que ganas al hacerlo.
4.- Compromiso previo. Algunas herramientas obligan a cumplir metas. Por ejemplo, en algunos países existen cuentas de ahorro con penalización por retiro anticipado.
Una forma en que se aplica la economía del comportamiento a la salud financiera es a través de estrategias que simplifican las decisiones y aprovechan nuestros hábitos naturales. Estas herramientas permiten que las personas actúen en beneficio de su economía sin necesidad de pensar demasiado en cada paso. Algunos ejemplos concretos son:
1.- Ahorro automático con cada compra: Algunas apps redondean automáticamente el importe de las compras y transfieren automáticamente la diferencia a una cuenta de ahorro o inversión. Como son cantidades pequeñas que casi no se notan, se elimina la dificultad de ahorrar de forma consciente y se aprovecha que no se nota el esfuerzo en pequeñas cantidades.
2.- Inscripción automática en planes de pensiones: En lugar de esperar a que los trabajadores se apunten voluntariamente a un plan de pensiones de empresa, en algunos países se les inscribe por defecto cuando empiezan a trabajar. Siempre pueden darse de baja si quieren, pero como la mayoría no lo hace, esto ayuda a que más personas ahorren para su jubilación sin tener que tomar una decisión activa.
3.- Automatizar el pago de deudas: Hay aplicaciones que organizan tus deudas de menor a mayor y las pagan automáticamente, sin que tengas que decidir todo el tiempo a cuál dar prioridad. Esto no solo ahorra tiempo, sino que también reduce el estrés de tener que hacer cálculos complicados o tomar decisiones financieras difíciles constantemente.
4.- Opciones por defecto en seguros: En algunos países, cuando compras un coche y lo aseguras, la aseguradora incluye automáticamente una cobertura contra inundaciones si vives en una zona de riesgo. Tú puedes quitar esa cobertura si lo solicitas, pero la idea es proteger a quienes no tienen toda la información o no saben cómo evaluar bien los riesgos. Así, se evita que, por falta de acción o conocimiento, terminen desprotegidos.
También hay aplicaciones que se apoyan en un principio muy potente de la economía del comportamiento: la aversión a las pérdidas. Es decir, las personas tienden a reaccionar con más fuerza ante la idea de perder algo que ante la posibilidad de ganar lo mismo.
1.- Alertas de gasto excesivo: Algunas apps envían notificaciones como “Has gastado un 20% más en restaurantes este mes”. Al señalar ese “extra” como una posible pérdida de control financiero, generan una reacción más fuerte y motivan a las personas a ajustar sus hábitos.
2.- Programas de “pago por resultados”: Existen plataformas en las que la persona se comprometes con una meta (como ahorrar cierta cantidad o cumplir un objetivo de salud), y si no se cumple, pierde dinero. Este enfoque funciona porque perder lo que ya consideras tuyo duele más que no haberlo ganado en primer lugar.
Otro principio muy utilizado es el de la influencia social, que parte del hecho de que muchas veces ajustamos nuestro comportamiento para no sentirnos fuera de lugar o para alinearnos con lo que hacen los demás.
1.- Comparativas con personas similares: Algunas apps muestran a los usuarios cómo es su gasto en ocio (como restaurantes, cine, viajes, etc.) en comparación con el de otras personas con perfiles parecidos. Al ver que están gastando mucho más que la media, pueden sentirse motivado a reducir ese gasto. Este efecto se basa en nuestro deseo natural de encajar y no sentirnos diferentes al grupo.
2.- Retos grupales de ahorro: También existen apps que permiten unirse a grupos de amigos para competir y ver quién logra ahorrar más durante el mes. Esta dinámica mezcla un poco de presión social con el factor lúdico, lo que hace que ahorrar se vuelva algo más entretenido y motivador. La comparación con otros y el espíritu competitivo ayudan a mantener el compromiso.
Otro principio muy útil es el de la contabilidad mental, que se basa en cómo las personas organizamos el dinero en “compartimentos” mentales según su uso o propósito. Esta forma de dividir el dinero nos ayuda a controlar mejor el gasto.
1.- Dividir el dinero por categorías: Hay programas y apps que permiten organizar los ingresos en partidas como alquiler, comida, ocio, etc., como si se usaran sobres físicos con dinero. Al asignar un límite claro a cada categoría, se hace más fácil respetarlo y evitar gastar de más.
2.- Cuentas separadas para metas concretas: Algunas entidades permiten crear subcuentas con nombres personalizados, como “Vacaciones 2025” o “Ingresos del apartamento en alquiler”. Ver claramente para qué es cada cantidad de dinero ayuda a resistir la tentación de gastarla en otra cosa. Le da sentido y dirección al ahorro.
En definitiva, aplicar principios del diseño conductual a las finanzas no significa tener que esforzarse más, sino diseñar entornos y sistemas que ayuden a tomar mejores decisiones casi sin darnos cuenta. Pequeños ajustes en cómo organizar, automatizar o visualizar el dinero pueden traducirse en grandes avances hacia una vida financiera más sana, estable y consciente.
Análisis realizado por Borja Díaz Cagigal, del equipo de Negocio de BBVA Asset Management.