Las actuales incertidumbres y disrupciones han acelerado el cambio estratégico que los family offices iniciaron el año pasado. Según explica UBS en su informe anual 2022 Global Family Office, han reenfocado su estrategia de inversión para adaptarse al actual entorno, recortando sus carteras de renta fija y aumentando sus inversiones en mercados privados, principalmente private equity, real estate y deuda privada.
“Estamos observando un periodo de transformación sustancial en muchos ámbitos. La pandemia de COVID-19, la disrupción digital y los acontecimientos geopolíticos están impulsando un profundo cambio para las empresas y los mercados financieros mundiales”, destaca Josef Stadler, Executive Vice Chairman en UBS Global Wealth Management, en la instrucción del informe.
En respuesta a estos riesgos e incertidumbres, los family offices han revisado sus opciones con “cierta urgencia”, apunta, en medio del aumento de la inflación y de unos rendimientos bajos. Como respuesta estas organizaciones se han centrado en buscar fuentes adicionales de rendimiento acudiendo a activos alternativos para diversificar las inversiones. “El private equity destaca como la clase de activos con los rendimientos esperados más altos y es la única clase de activos que ha atraído mayores asignaciones año tras año”, reconoce Stadler. El informe apunta un dato claro sobre el peso que ha ganado el private equity en la inversión, que ha pasado de un 16% en 2019 al 21% en 2021.
En cambio, Stadle explica que los family office están usando los fondos para complementar las inversiones directas y para diversificar el riesgo. “Las inversiones directas están ganando terreno, aunque desde una base más baja”, matiza.
Pese al giro en la estrategia de inversión de los family office, la fotografía de la cartera queda repartida entre un 57% invertido en activos tradicionales y un 43% en activos alternativos. Pero el atractivo es innegable: un 42% planea seguir invirtiendo directamente en private equity y el 38% piensa hacerlo a través de fondos de fondos, a la par que un 37% sigue apostando por el inmobiliario y el 27% piensa elevar el peso en deuda privada. La apuesta por el inmobiliario, pese a recortarse el 1% respecto a 2020, se mantiene en una horquilla de entre el 12 y el 14%.
Principales tendencias
Junto a estas tendencias establecidas, la edición de este año refleja algunas novedades. “En un entorno en el que las fuerzas macroeconómicas, como la relajación de las políticas de los bancos centrales y de la liquidez, probablemente implicarán menores rendimientos nominales, los family offices buscan cada vez más rendimientos adicionales con gestores de fondos activos”, añade. A esto se suma que el crecimiento de la inversión sostenible está en “pausa”, ya que los family offices se han vuelto más selectivos y han aumentado la due diligence para evitar el greenwashing y tener un mayor control sobre el impacto de la inversión.
Otra tendencia en línea con la realidad de la industria es que están presentando más atención a los activos digitales, poniendo el foco más en la propia tecnología blockchain y no tanto en las criptodivisas. “Sin embargo, aún es pronto para este tipo de inversión, y no debemos confundir la curiosidad con el compromiso”, reconoce.
En un contexto volátil, los family offices también esperan que sus costes aumenten en los próximos años. “Ante el aumento de los costes, las family offices seguirán centrándose en sus actividades principales. Más del 70% lleva a cabo la asignación de activos, la gestión de riesgos y la contabilidad y los informes de forma interna. Se prevén aumentos de costes en los próximos tres años, con las mayores subidas en el área de sus mayores gastos generales: el personal. Más de la mitad espera que aumenten los costes de personal, incluidos los salarios y las primas”, destaca el informe en sus conclusiones.