Algunos de los mayores bancos brasileños están intensificando los esfuerzos para detener una oleada de solicitudes de quiebra. En el pasado año, Itaú Unibanco, Banco do Brasil y Banco Santander crearon divisiones dedicadas a ayudar a las empresas a reestructurar sus deudas, para evitar que las empresas tengan que declararse en bancarrota. Por su parte, Banco Bradesco estaría también planeando crear una unidad similar.
La necesidad de crear una división para reestructurar la deuda de las empresas viene motivada por los altos tipos de interés y la larga recesión que el país atraviesa, que hace que las corporaciones tengan cada vez más problemas para repagar su deuda. En el primer semestre de 2016, las declaraciones de bancarrota aumentaron en un 88%, llegando a tocar máximos de hace 10 años, según informa la publicación Bloomberg. Esto implicaría que los bancos tendrían que dar de baja los préstamos concedidos a estas compañías e incrementar la cuantía de dinero que deben provisionar para cubrir las pérdidas.
Los prestamistas brasileños han incrementado sus provisiones sobre préstamos incobrables durante tres trimestres consecutivos. En el mes de mayo, las provisiones alcanzaron el 6,2% del total de préstamos de la cartera, el índice más alto en casi seis años, según publicó el Banco Central de Brasil.
El año pasado, Banco do Brasil, con sede en Brasilia, separó una parte de sus empleados del área comercial y de crédito, para gestionar exclusivamente aquellas empresas que fueron identificadas como más propensas en incurrir en mora.
Itaú, con sede en Sao Paulo, creó un equipo de banqueros especializados en reestructuración de la deuda este año. Banco Santander Brasil, con sede en la misma ciudad, creó su unidad en el 2015, siendo parte de la división de banca corporativa, con empleados reasignados de otros departamentos.
La expansión de este tipo de áreas ha acelerado el proceso de renegociación de préstamos con los bancos, de forma que son algo más eficientes.