En un entorno de tipos bajo mínimos ante la frenética actividad de los bancos centrales, los inversores buscan retornos más allá de la deuda pública, un activo que ha pasado de ofrecer “rentabilidad sin riesgo” a “riesgo sin rentabilidad”. Según Robert Hackney, director ejecutivo de Fist Eagle Investment (cuyos productos distribuye Amundi en Europa), la deuda soberana carece de espacio para estrechar sus rentabilidades y puede dar incluso retornos negativos teniendo en cuenta el efecto de la inflación.
En este contexto, solo los activos de mayor riesgo -como las acciones o el crédito- pueden ofrecer retornos, pero siempre hay que tener en cuenta el riesgo asumido. “El futuro es, por definición, incierto y, si miramos atrás, la mayoría del tiempo vamos de una crisis a otra, no es ninguna novedad. La historia siempre se repite pero quizá es cierto que ahora confluyen más riesgos, geopolíticos, financieros y sociales, que en el pasado”, dice el experto. Por eso, su estrategia consiste, más que en dirigirse a capturar rentabilidades, a “cazar” el llamado margen de seguridad, es decir, la diferencia entre el valor intrínseco y el precio de mercado en las acciones o la capacidad de una empresa de devolver la deuda en el crédito.
Con esta visión cauta, que basa su filosofía en el value investing y en proteger el capital (“perder menos para ganar más” y nadar vestido mediante una gestión activa para que, cuando baje la marea, no pille sin bañador, como la cita de Warren Buffett), First Eagle IM ha ofrecido buenos resultados con su fondo de renta variable internacional (First Eagle Amundi International), que ahora tiene grandes posiciones en liquidez (en torno a un 25% de la cartera) en espera de un mejor entorno –menos caro- para buscar oportunidades. Pero la gestora no se ha quedado ahí y ha seguido innovando de forma que hace unos cuatro meses, en septiembre de 2014, lanzó en formato UCITS un fondo que pretende ofrecer tanto crecimiento del capital a largo plazo como generación de rentas y para ello invierte en acciones (unos 120 nombres) pero también en renta fija corporativa (unos 100).
Una conjunción perfecta
El fondo, First Eagle Amundi Income Builder Fund, busca generar un flujo de rentas significativo y sostenible y, para ello, Hackney considera que una cartera basada en las acciones y el crédito es la mejor forma de lograrlo. Las primeras –acciones que paguen dividendos- permiten una apreciación del capital necesaria para proteger las rentas futuras de la erosión de la inflación, evitando la pura caza de cupón y ocupan entre el 40% y el 65% de la cartera; mientras, el crédito permite generar una renta anual sostenible y representa entre el 25% y el 45%. “La mejor forma de proteger el capital es invertir en compañías, no en mercados”, dice. La cartera cuenta también con títulos relacionados con el oro -un activo en auge cuando la confianza en el sistema financiero y en las autoridades cae y que ofrece cobertura frente a acontecimientos extremos-, que ocupan en torno al 5% del portafolio. Y también puede tener posiciones en liquidez (entre el 5% y el 10%), que ofrece una capacidad adquisitiva diferida para invertir cuando los ativos de riesgo tengan valoraciones atractivas.
El fondo, que cuenta con una tasa fija de reparto del 5% anual para las clases de distribución trimestral, fue lanzado por la entidad y el capital propio en noviembre de 2011, se abrió al mercado en mayo de 2012 y lanzó la versión UCITS en septiembre de 2014.
Sin bancos
“No tenemos nombres que no tendríamos en la cartera del fondo de renta variable pero hay más flexibilidad porque, debido al menor tamaño de este nuevo fondo, podemos invertir en compañías de menor capitalización”, explica el experto, indicando que el 80% de sus posiciones en renta variable coinciden con las de el fondo insignia de bolsa.
En la cartera, actualmente no hay nombres españoles, que no considera suficientemente atractivos en términos de valoración y también huye de los bancos, a pesar de que algunas entidades ofrecen dividendos. “El yield es solamente eso y no es una métrica de valoración. Para nosotros, los bancos no son suficientemente transparentes como para hacer valoraciones”, indica.