Según las conclusiones de la nueva encuesta realizada por Natixis Investment Managers, los inversores institucionales siguen mostrando un planteamiento más activo a la hora de gestionar los riesgos medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG). Así, tres de cada cinco (el 60%) están integrando la inversión con estos criterios en su enfoque.
El número de inversores institucionales que consideran que se puede encontrar alfa en estrategias ESG supera ya al número de inversores enfocados principalmente en mitigar el riesgo, y su convencimiento sobre la eficacia de este enfoque es sólido, con una gran mayoría que afirma que incorporar estos parámetros en su estrategia de inversión será práctica habitual en los próximos 5 años.
- El 59% señala que es posible encontrar alfa en inversiones de tipo ESG
- El 56% cree que las inversiones EGS reducen los riesgos (por ejemplo, la pérdida de activos debido a demandas legales, conflictos sociales o daños medioambientales)
- El 61% se muestra de acuerdo en que incorporar EGS en las estrategias de inversión supondrá una práctica corriente dentro de los próximos cinco años.
Mientras que hace un año la razón principal por la que los inversores institucionales estaban incorporando los criterios ESG era el mandato o la política de inversión de su empresa, ahora casi la mitad (47%) señala que la incorporación de los criterios ESG responde a la necesidad de poner en consonancia las estrategias de inversión y los valores de la empresa, al tiempo que dos quintas partes (41%) afirman que la razón principal había sido la necesidad de minimizar el riesgo de noticias negativas, un 21% más que en 2016.
“Las actitudes hacia las inversiones ESG están cambiando dramáticamente: la amplia mayoría de las instituciones actualmente sostienen que la inversión ESG conduce a generar alfa, y que se convertirá en una práctica habitual en los próximos cinco años, o antes”, sostiene Dave Goodsell, Director Ejecutivo del Centro de Análisis para la Inversión de Natixis.
“Los inversores institucionales han presenciado el impacto de eventos medioambientales, sociales y de gobernanza en numerosas empresas en los últimos años, y han visto cómo sus valores bursátiles se han visto afectados de forma negativa de la misma forma que su reputación corporativa”, añade.