El International Advisory Board for Fund Selection (IAB), órgano asesor independiente impulsado por Inversis, que busca promover el debate alrededor de los fondos de inversión y su gestión, se ha reunido nuevamente para debatir acerca del estado y evolución de la inversión ISR; un tipo de inversión cada vez más frecuente que toma como aspectos clave cuestiones relativas al medio ambiente, al ámbito social y de buen gobierno.
Estos factores van cobrando una mayor importancia en la rentabilidad y el acceso al capital, ya que desde el punto de vista del inversor han pasado de ser algo meramente bien recibido a ser un requisito prácticamente esencial.
Tal es la relevancia creciente de esta tipología de inversión que la Comisión Europea ha puesto en marcha una iniciativa bajo el nombre “Plan de Acción sobre las Finanzas Sostenibles” con el objetivo de reorientar los flujos de capital hacia una economía más comprometida con el medio ambiente, la prevención de riesgos, la transparencia y el largo plazo. Este nuevo reglamento podría suponer un impulso para el crecimiento del ISR en los próximos años.
La inversión socialmente responsable forma parte de la esencia de Banca March, propietaria del 100% del capital de Inversis, y de su modelo de negocio especializado, basado en el crecimiento conjunto con sus clientes, empleados y accionistas, así como con la sociedad en general.
Exclusión e inclusión
El consejo asesor del IAB analizó la evolución en los enfoques en este tipo de inversión. La “exclusión” o filtro negativo es la estrategia más antigua y más básica para llevar a cabo este tipo de inversión socialmente responsable. Este enfoque sigue siendo el más empleado por los gestores europeos, sin embargo, en los últimos años ha sufrido una caída del 3% cediendo el protagonismo a otro tipo de estrategias un tanto más avanzadas y sofisticadas.
El criterio de inclusión o filtro positivo es una estrategia que consiste en la consideración explícita y sistemática de los factores ISR en las decisiones de inversión. En los últimos años, ha conseguido lograr una notable importancia, ya que entre el año 2015 y 2017 obtuvo una tasa de crecimiento del 27%, llegando a registrar un total de más de cuatro millones de activos bajo gestión, de acuerdo con Eurosif. Este criterio representa en España actualmente la segunda estrategia más empleada por parte de los gestores de fondos, solo por detrás del criterio de exclusión, con una inversión cercana a los 68.000 millones de euros.
Al término de la reunión, el comité asesor del IAB resaltó diez tendencias en relación a la inversión socialmente responsable (ISR):
- La integración del ISR en los procesos de toma de decisiones de inversión está llevando la gestión de activos más allá del enfoque tradicional de «exclusión».
- Muchos gestores de activos ven la integración de ISR como un mero conjunto de información adicional, mientras que otros la consideran como el criterio principal para la selección de valores y la construcción de carteras.
- Aunque no es concluyente, la evidencia académica sugiere que las consideraciones del ISR están alineadas con un mejor desempeño, o al menos no con un detractor estructural del desempeño.
- Eventuales rendimientos más bajos pueden ser menos problemáticos para los clientes que tienen una aversión ética a las inversiones excluidas.
- La integración de los criterios ISR en los procesos de inversión está mucho más avanzada en el norte de Europa y Australia, mientras que América del Norte y el sur de Europa van a la zaga.
- La aplicación de los criterios de ISR es principalmente impulsada por el cliente y no por el gestor de fondos. Los gestores de fondos suelen actuar en respuesta a la demanda de los clientes.
- Los clientes son cada vez más conscientes de los problemas de sostenibilidad global, por lo que las decisiones de inversión deben reflejar estos valores.
- Los selectores de fondos desempeñan un papel importante en el aumento de la conciencia de los factores ISR entre los gestores de fondos.
- El nuevo reglamento de la UE puede convertirse en un estímulo para la transición hacia un mayor uso de los criterios del ISR por parte de los gestores de fondos.