La industria de la gestión de activos es plenamente consciente de que la digitalización está transformando la forma de gestionar las carteras y de invertir en fondos. Ahora el debate está situado en cuál será el papel de los roboadvisors y cuál el de los gestores: ¿sustituirá en este caso la máquina al hombre? Parece que la respuesta más sencilla es que simplemente la gestoras se apoyen en la tecnología a lo largo de la cadena de valor de su actividad ya que favorecerá grandes avances.
La industria financiera ha estado utilizando softwares durante mucho tiempo para apoyar el asesoramiento de inversión y optimizar la diversificación de la cartera. Sin embargo, el gestor humano fue y sigue siendo el núcleo del proceso. “Aquí es donde se producirá el gran cambio en la gestión de activos: en el futuro, la máquina será el foco de atención. La inteligencia artificial y el big data permiten la interacción entre el hombre y la máquina. La consulta personal con el gestor de patrimonios será una excepción como servicio complementario y se ofrecerá como un servicio a la carta sujeto a una tarifa. El futuro pertenece al e-Asset Manager”, defiende Patrick Hunger, CEO de Saxo Bank en Suiza.
Gestión digital
Para Hunger, en términos de rentabilidad, la gestión de activos es, en principio, un modelo de negocio no escalable. “Los roboadvisors han estado abordando este problema estructural durante algún tiempo. Se han desarrollado plataformas de inversión digitales que ofrecen recomendaciones de inversión automatizadas, en su mayoría fondos índice de gestión pasiva, y/o la implementación autónoma de decisiones de inversión”, apunta.
De hecho, destaca que todos los roboadvisors comparten el reto de hacer escalable la gestión de activos, por ejemplo, abriendo nuevos y menos atractivos segmentos de clientes y ofreciendo transparencia y menores costes a los clientes.
Por otro lado, esta transparencia puede traer presión sobre los volúmenes y los márgenes de los gestores de activos. “Nos enfrentamos a un dilema estratégico entre los canales de distribución fuera de línea y en línea. La salida a este dilema hasta ahora ha sido el camino híbrido. En analogía con la industria automotriz – utiliza motores híbridos para satisfacer la demanda social de respeto medioambiental, pero al mismo tiempo pretende frenar los avances tecnológicos hacia el motor eléctrico puro-, la industria de gestión de activos también intenta utilizar soluciones intermedias o múltiples, posicionando al roboadvisor como un canal favorable, junto al asesoramiento físico”, explica.
En su opinión, en el futuro, la confianza en la tecnología crecerá exponencialmente, de tal modo que los robo advisors impulsarán la transformación digital de la gestión de activos, mientras que el asesoramiento personal se seguirá conservando como ventaja competitiva y un rasgo distintivo.
Según su teoría, los roboadvisors dotados de inteligencia artificial ampliarán enormemente su función, desde un asesor basado en productos pasivos, hasta máquinas con capacidad de desarrollar estrategias activas. Esta interrupción conceptual permitirá también a los proveedores de tecnología no pertenecientes a la industria financiera –como Facebook, que ya ha mostrado su interés- apoyar su actividad en la gestión de activos.
Hunger destaca que “el enfoque híbrido de máquina y persona es una solución temporal. El proceso de asesoramiento debe ser completamente digitalizado y la interacción con los seres humanos se ofrecerá como un complemento adicional”.