El modelo de sostenibilidad demuestra su valor añadido en términos de optimización de la relación riesgo/rentabilidad, según Degroof Petercam Asset Management (DPAM), que considera que el análisis ASG es “esencial” ante la desglobalización y el incremento de la volatilidad macroeconómica. Por ese motivo, elabora internamente un ranking de sostenibilidad de países desarrollados “cada vez más valioso”, que le sirve de base para articular su universo de inversión elegible de bonos soberanos emitidos por los Estados miembros de la OCDE.
“Pese a que la investigación sostenible sobre corporaciones de terceros independientes suele estar fácilmente disponible, la información confiable sobre los países es más difícil de obtener”, apunta la gestora en su último informe. La crisis de la deuda soberana ha cuestionado el estatus de activos «libres de riesgo» del que disfrutaban los bonos del Estado, lo que ha llevado a la aparición de varios análisis de sostenibilidad de los países.
El modelo de investigación desarrollado por DPAM desde 2007 parte de un universo inicial compuesto por los integrantes de la OCDE. El ranking de sostenibilidad permite identificar los países que han integrado plenamente los desafíos mundiales en el desarrollo de sus objetivos a medio plazo.
Esto complementa la información recopilada de la calificación crediticia, que se utiliza para evaluar la valoración a corto plazo de la deuda soberana. “Integrar las perspectivas a largo plazo, que no tienen un impacto directo en la valoración actual de una inversión, influirá en el rendimiento a medio y largo plazo, permitiendo poner de relieve a los países que se espera que sean solventes”, afirma DPAM.
La gestora advierte de que la sostenibilidad a nivel de país difiere de la de una empresa: “Un país sostenible se compromete a garantizar plenamente la libertad de sus ciudadanos e invierte en su desarrollo y bienestar personal, es respetuoso con el medio ambiente y fiable en términos de responsabilidades internacionales, e invierte en la próxima generación mediante educación e innovación”.
Modelo de sostenibilidad
Con ello en mente, el modelo de país de sostenibilidad de DPAM se basa en cinco dimensiones: valores de transparencia y democracia; medio ambiente; población, salud y distribución de la riqueza; educación e innovación; y economía. Todas ellas están “altamente” interconectadas.
“En los últimos años, fuimos testigos de varias disrupciones respecto a la gobernanza, la preocupación social o los problemas ambientales. Por ese motivo, el análisis de sostenibilidad a nivel país ha sido esencial en un modelo integrado”, asegura.
En términos de gobernanza, la fortaleza de las instituciones es un indicador clave para garantizar la estabilidad de las políticas, lo que permite afrontar retos y obstáculos externos. Además, la falta de políticas creíbles y significativas podría generar inestabilidad social y esta, al mismo tiempo, pesa en el potencial de crecimiento a largo plazo y el desarrollo de un país.
Asimismo, existe una fuerte relación entre la gobernanza y el medio ambiente, como se refleja, por ejemplo, en la ambiciosa política ambiental adoptada por China. “Frente a una clase media en crecimiento, que rechaza el smog constante y sus dramáticas consecuencias en la salud, China no tiene otra opción que tomar las medidas necesarias para garantizar la estabilidad social en un entorno respirable”, afirma DPAM.
Por otro lado, la gestora se enorgullece de que su modelo de sostenibilidad sea “pionero” y anterior a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. “Revisamos el modelo de país teniendo en cuenta los ODS para aumentar su relevancia e integrar mejor estos objetivos en nuestras decisiones de inversión”, señala.
Su modelo trata de alcanzar el “nivel más elevado posible de objetividad”. Los datos estadísticos para apoyar el análisis de cada país se recogen de bases de datos gubernamentales y entidades como la Agencia Internacional de Energía, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. La información se complementa con datos de organizaciones no gubernamentales, como Freedom House, Transparencia Internacional y el Foro Económico Mundial.
El caso de Japón
En la última década, Japón ha ocupado la mitad inferior del ranking de los países miembros de la OCDE con mejores resultados en materia de sostenibilidad. Un rápido vistazo a los indicadores clave del país muestra su debilidad en términos de población, salud y distribución de la riqueza.
La evolución demográfica refleja los principales retos que afronta la región. Según DPAM, el país asiático tiene que fomentar políticas que busquen un mejor equilibrio para hacer frente a la creciente tasa de dependencia de su población.
El gráfico muestra que la tendencia alcista en Japón es preocupante, ya que la tasa de fecundidad se mantiene en el nivel más bajo (1,44 nacimientos por mujer) comparado con el 1,8 en Estados Unidos y Australia.
En cuanto al medio ambiente, los resultados son “desilusionantes” para la gestora, que hace hincapié en que, como país de escasos recursos, el tema de la energía es fundamental. En 2010, la nuclear representaba más del 25% de la generación de electricidad y su objetivo era aumentarlo hasta el 40%. Esto ha llevado a un deterioro de las energías renovables, cuyo uso se mantiene limitado al 7% de la producción total.