Podría pensarse que la inversión socialmente responsable, la ISR, o la inversión que se realiza a partir de criterios ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno) ha quedado a un lado en un momento de volatilidad extrema y caídas en los mercados que obligan a poner el foco en salvar los muebles. Nada más lejos de la realidad. Justo cuando la aparición del COVID-19 está suponiendo un reto a todos los niveles (sanitario, social, político, económico, financiero…), el proceso de transformación de las finanzas hacia la sostenibilidad importa más que nunca, puesto que la integración de los criterios ESG en las inversiones conecta directamente con el impacto de la emergencia sanitaria en los mercados.
Así lo creen algunos de los asociados de Spainsif, que reflexionan sobre el presente y futuro de la inversión sostenible en un contexto crucial de mercado, aunque la asociación en sí, de momento, no se ha pronunciado al respecto.
Para algunos, el proyecto de transformación de la UE hacia la sostenibilidad será clave y podría ayudar a sacar a Europa de la crisis y aumentar su importancia a nivel global: “En el ámbito europeo, la conexión entre los programas de apoyo a la recuperación económica y el proyecto de transformación plasmado en el Pacto Verde tiene aún más sentido. Frente a la escalada de la confrontación por la hegemonía tecnológica entre China y EE.UU., la UE tiene en las energías renovables, la sostenibilidad y el cambio en el modelo productivo su mejor posibilidad de mejorar sus resultados económicos y su posición en el tablero global”, dice Claudia Antuña, analista de Inversiones de Afi.
Para otros, la ESG es el paradigma del futuro, que debe guiar a las empresas en su camino a largo plazo: “¿Qué pasaría si COVID-19 fuese el acto final del modelo de crecimiento establecido en la década de los 80 y basado en la globalización y la financiación de la economía?”, se pregunta Iván Díez Sainz, director general para España de Groupama AM: “Esta crisis sanitaria, de una dimensión sin precedentes, provocará una crisis económica igualmente sin precedentes, ilustrando las interdependencias de nuestras economías. Pero seamos positivos y ambiciosos: a través de la integración de los criterios ESG implementados en la selección de empresas, buscamos volver a un modelo de crecimiento centrado en el medio-largo plazo, donde las empresas centran sus políticas en el respeto de los desafíos climáticos y medioambientales, reemplazan el capital humano como el verdadero activo de su crecimiento futuro, revisan las remuneraciones de los directivos y accionistas en favor de la remuneración de los empleados para reducir las desigualdades”, dice. “Ahora es el momento de sentar las bases para un crecimiento y unas finanzas sostenibles, los planes de inversión que la Unión Europea debe lanzar imperativamente deben basarse en estos nuevos objetivos: reconstruir la economía europea sobre la base de los desafíos medioambientales, sociales y societarios”, defiende Díez.
Un futuro brillante para los modelos de negocio más sostenibles
Y, a nivel empresarial y de mercados, la ESG debería ser fundamental más adelante para soportar los vaivenes del mercado, puesto que las empresas más robustas desde ese punto de vista tendrán un mejor futuro: “Los mercados financieros no han sido inmunes al COVID-19. Desde la óptica de la ISR, apreciamos cómo el mercado inicialmente no ha discernido entre compañías mejor y peor preparadas, un movimiento habitual en los primeros compases de episodios correctivos en los que impera el miedo. No obstante, auguramos un futuro brillante para aquellos modelos de negocio con mayor fortaleza en su gobernanza, más concienciación social y mayor determinación en iniciativas medioambientales”, dice Xosé Garrido, gestor de Caja de Ingenieros Gestión.
Y eso se notará en la evolución y los resultados de las inversiones… y ya está ocurriendo. En Morningstar se han preguntado cómo se han comportado los fondos ESG durante esta crisis del coronavirus y explican que “un estudio realizado en Estados Unidos sobre 203 fondos ESG parece demostrar que éstos se han comportado mejor que los fondos tradicionales dentro de sus respectivas categorías. Analizando las rentabilidades a 30 días desde principio de año, el 67% de los fondos se sitúan en los dos primeros cuartiles de sus categorías y un 42% en el primer cuartil”, explican Davide Pelusi, CEO para el sur de EMEA, y Fernando Luque, analista financiero senior de Morningstar.
“Estamos monitorizando las diferencias de rentabilidades entre los valores con mejor rating ASG y el resto, buscamos verificar que en mercados bajistas se cumple una de las premisas de la ISR, que los inversores de dichas compañías confían más en ellas por estar mejor preparadas para afrontar las dificultades. Por lo tanto, se trata de comprobar que el invertir con criterios ASG aporta además del valor social también valor económico”, dice Alberto Goicoechea, responsable de ISR en CPPS.
“La crisis sanitaria causada por el COVID-19 ha puesto de manifiesto, aún más si cabe, la relevancia de integrar la sostenibilidad en el seno de las organizaciones. Y así lo han demostrado los mercados financieros, que han sabido identificar aquellas compañías con un perfil más sostenible (desde el punto de vista ambiental, social y de buen gobierno corporativo) como empresas más resilientes ante un escenario de elevada incertidumbre y dificultades económicas”, añade Verónica López Sabater, directora general de la Fundación Afi.
Y es que la crisis actual permite diferenciar entre las empresas sostenibles y las que no lo son: “El brote de coronavirus tiene innumerables implicaciones en la economía. Pero mucho más allá de los problemas económicos, el COVID-19 es una emergencia humana. La situación de emergencia del brote del virus es un claro diagnóstico que permite identificar a las empresas que actúan de manera sostenible y las que no lo hacen. En este sentido, creemos que los acontecimientos actuales demuestran que la sostenibilidad es una inversión”, dice Domingo Torres, Country Head para España y Portugal de Lazard Fund Managers.
La demanda de los inversores
Y es que los ahorradores demandarán esa fortaleza a sus inversiones: “Empresas, gobiernos y sociedad en general vamos a aprender mucho de esta crisis. Los riesgos globales de salud se van a introducir en el sistema y se van a tomar las salvaguardas necesarias para minimizar sus consecuencias, en caso de que se repitan las circunstancias. Dentro de poco, escucharemos a los financieros hablar no sólo de riesgos geopolíticos para referirse a cuestiones extra-contables, sino, también, a riesgos ‘geosanitarios’ potenciales que impacten económicamente en países y empresas. Y los inversores demandarán que éstas tengan respuestas o protocolos frente a ellos”, dice Fernando Ibáñez, director general de la firma de asesoramiento financiero Ética.
“¿Dejará el COVID-19 un efecto duradero en el mundo financiero?”, se pregunta Joaquín Garralda, decano de Ordenación Académica en IE University. “La historia nos dice que después de una catástrofe de gran dimensión el sentimiento de solidaridad aumenta, para ir descendiendo con el tiempo. Sin embargo, se mantienen los cambios en procesos e instituciones que se generaron, fijando unos comportamientos más solidarios que los anteriores. Si los pequeños ahorradores para sus pensiones conocen y confían en los fondos ESG, el cambio será relevante y duradero”, explica.
Algunos creen, de hecho, que esta crisis está atrayendo el interés hacia la ESG: “En Sustainalytics creemos que la pandemia del COVID traerá más interés en las inversiones responsables, ya que se ha demostrado que la salud y las relaciones comunitarias están conectadas con la prosperidad y el crecimiento de la economía. Las tendencias de mercado actuales demuestran un aumento del interés de los inversores en finanzas sostenibles y más en concreto en bonos sostenibles y bonos sociales para financiar proyectos que alivien el impacto negativo de la crisis del COVID-19”, dice Daphné Van Osch, Sales Senior Associate de Sustainable Finance Solutions en Sustainalytics.
«COVID-19 y compromiso: muchas reflexiones se pueden desarrollar respecto a la relación entre la sostenibilidad y la crisis del coronavirus; me centraré en una idea. Muchos hemos defendido que en este siglo XXI de la tecnología, la innovación, la creatividad… el compromiso de proveedores, clientes o empleados con la empresa es fundamental. En esta crisis esto se está poniendo de manifiesto: muchas empresas están demandando esfuerzos especiales a sus stakeholders, y solo las que se han preocupado de cuidarlos, que es un aspecto importante de la sostenibilidad, tendrán legitimidad para pedirlos”, comenta Fernando Gómez-Bezares, catedrático de Finanzas en la Deusto Business School.
En cualquier caso, la crisis no va a paralizar las decisiones ESG de los inversores: “Cuando nada es como antes, la gente empieza a apreciar la rutina de la naturaleza. Esta rutina no está garantizada: una vez que el calentamiento global supere una cierta barrera, las estaciones cambiarán, el clima se volverá más extremo y nos enfrentaremos a una nueva etapa sin retorno a la normalidad. Erste Asset Management ha integrado este año los criterios ESG también en sus fondos tradicionales después de lanzar su primer fondo ESG en el 2001. El coronavirus no nos detendrá en esta decisión”, añade Walter Hatak, responsable de Inversión Responsable en ERSE Asset Management.
“La importancia de la integración ESG es solo más pronunciada durante los periodos de crisis”, recuerda Eric Pedersen, Head of Responsible Investments en Nordea Asset Management, y explica que Nordea ha firmado un compromiso sobre su respuesta al coronavirus, cubriendo cinco medidas recomendadas (bajas pagadas, medidas adicionales de salud y seguridad, mantenimiento de empleados, mantenimiento de relaciones con los clientes y proveedores, prudencia fiscal).
Dimensión social de la ESG
Con todo, la ISR podría dejar algunos aspectos de la ESG atrás, advierten en Economistas sin Fronteras: “Estamos asistiendo a una transformación en el desarrollo de la ISR, reforzada por la implementación de la taxonomía. El foco en el criterio ambiental y hablar de inversiones “sostenibles” en lugar de “socialmente responsables”, inducen a pensar que los criterios sociales pudieran quedar en un segundo plano. En el contexto del COVID-19 si algo se pone de manifiesto es la necesidad de subrayar la dimensión social de las inversiones”, dicen desde el departamento de RSC e Inversiones éticas.
“En este momento, el aspecto social cobra especial relevancia, ya que las empresas tienen que lidiar con la crisis en términos de capacidades”, está de acuerdo Fernando Hernández, director de Andbank Wealth Management: “Está demostrado que reemplazar personal suele ser más caro que mantenerlo, la eficiencia se deteriora, el estado de ánimo de los empleados empeora y estas cuestiones son fundamentales. Otro aspecto fundamental en estos momentos es la actuación de los gobiernos corporativos, que están ofreciendo su apoyo a las comunidades con gestos que dejan en la mente de los inversores la idea de que, en los momentos duros, han sido capaces de arrimar el hombro”.
Ante esta situación, algunas entidades de hecho están reaccionando también con solidaridad, centrándose en lo social: “La crisis ocasionada por el COVID-19 conlleva una caída de la actividad económica y de los mercados a nivel mundial. Sin embargo, ante una situación de emergencia tan excepcional, los bancos tenemos una responsabilidad, si cabe, mayor. No sólo apoyando a los sistemas públicos de salud para la compra de equipamiento médico, a las entidades sociales que trabajan con la población más vulnerable, o a la investigación científica sobre la enfermedad y su tratamiento, sino también a través de la financiación”, explica Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA.