Este año, a las perspectivas de mercado de 2018 hay que añadirles un vector adicional, y es lo que supone tanto para los clientes como para los proveedores financieros la entrada en vigor de MiFID II, y el cambio que instaura en las relaciones entre ellos. Esa perspectiva es la que ha adoptado Banca March, que ha definido su gama de servicios con mayor precisión que en el pasado de cara al nuevo entorno que se avecina y ha presentado su estrategia en un evento celebrado esta mañana en Madrid. Un nuevo entorno que favorece al cliente, debido a la mayor protección y transparencia que trae la normativa, y que se conjuga con un escenario de inversión positivo, explican, y en el que la actitud y el posicionamiento de cada entidad, con MiFID II sobre la mesa, es lo que marcará la diferencia: “Cada entidad decide cómo jugar con MiFID II y el cliente verá las distintas posiciones de los proveedores, y decidirá con quién trabajar”, comenta Juan Antonio Roche, director del área de productos de Banca March. Para jugar en este contexto y diferenciarse de sus competidores, la firma mallorquina se declara “entidad no independiente”.
“Una entidad con una fábrica de productos fuerte solo puede declararse no independiente, pero la idea es trabajar como si fuéramos independientes, porque en la práctica tendremos una oferta completa de servicios de inversión –que incluye gestión discrecional, asesoramiento recurrente, asesoramiento puntual, ejecución y comercialización-, arquitectura abierta (con productos propios y de terceros), una alineación de intereses a través de la coinversión, y un cobro dual al cliente”, explica Roche. Un cobro en el que se conjugarán las retrocesiones (en los servicios de ejecución, comercialización y asesoramiento puntual –este último sobre todo a través de producto propio, por lo que tiene sentido el cobro de incentivos-) con el cobro explícito en el servicio de gestión discrecional de carteras y asesoramiento recurrente.
En realidad, en asesoramiento recurrente –a medio camino en cuanto a potenciales conflictos de interés entre la gestión discrecional y los servicios de comercialización o ejecución, realizados a iniciativa del cliente- en un principio se conjugarán ambos tipos de cobro -puesto que la transición total a cobro explícito a día 3 de enero es imposible teniendo en cuenta que hay muchos clientes que aún pagan vía incentivos- pero el banco instaurará un modelo transitorio hacia el cobro directo por asesoramiento, con la idea de que sea una realidad en el futuro y con la idea también de que los nuevos clientes paguen ya de forma explícita. “2018 será un periodo de observación, en el que recomendaremos el pago explícito en el asesoramiento recurrente pero no forzaremos a los clientes. Creo que el cambio será rápido pero no lo vamos a violentar”, asegura Roche.
De esta forma el asesoramiento puntual será el más abierto y flexible, ya que permitirá el cobro de retrocesiones, y la inversión en productos complejos, y tanto en productos propios como de terceros, con menos limitaciones. Todos los servicios se ofertarán a través de un contrato único, que regula las relaciones entre el banco y el cliente, con unas normas generales y anexos para cada uno de ellos, de forma que supongan una especie de guiones que sirvan para explicar en qué consisten. “El cliente puede moverse de un servicio a otro y lo natural es que antes de delegar la gestión de su cartera se pase por el asesoramiento”, dice el experto.
Así las cosas, y a diferencia del mundo pre-MiFID II, March se diferenciará definiendo con mayor precisión (y ampliando) su oferta de servicios prestados, permitiendo un cobro dual por dichos servicios (a diferencia del cobro no explícito previo a la normativa) y, en cuanto a la oferta de productos, potenciando los instrumentos pasivos –ya disponibles antes, pero con menor uso en las carteras- y los fondos boutique -de acceso muy restringido-, sin dejar de lado los productos singulares en los que invierten junto a los clientes (proyectos en la economía real, o de coinversión) y siempre con una oferta tanto propia como de terceros. “El mundo de la arquitectura abierta se polariza hacia el alfa y la beta”, comenta Roche.
Conjugando gestión activa y pasiva
Así, la gama de productos será amplia (tanto no complejos –utilizados sobre todo en gestión delegada como en asesoramiento recurrente, con la idea de poder rotar las carteras cuando sea necesario, gracias a su liquidez- como complejos –estos últimos se ofertarán sobre todo en el asesoramiento puntual y en la comercialización, en este último caso tras un test de conveniencia en el que el cliente explique que entiende lo que compra), y con productos propios y de terceros (a través de la plataforma de Inversis). Y conjugando la gestión activa y pasiva, para equilibrar y controlar tanto los riesgos de las carteras como los costes, explica Carlos Andrés, director de gestión discrecional de carteras y asesoramiento.
De hecho, en las recomendaciones de inversión se conjugarán cuatro posibilidades: la gestión activa y diversificación profesional (ahora apuestan por la protección contra el riesgo de tipos de interés vía bonos flotantes, siendo selectivos con crédito, con apuestas por renta variable sobre todo europea y sectores cíclicos); la captura de la prima de iliquidez (con inversiones no cotizadas y de medio plazo, a través de proyectos de co-inversión en sectores como el inmobiliario, la deuda privada subordinada, el capital riesgo internacional o las infraestructuras); la apuesta tanto táctica como estratégica por la pura beta líquida, precisa y barata de mercado (a través de instrumentos pasivos, como fondos indexados y ETFs); y la inversión en boutiques que sacan partido a los episodios de mayor volatilidad y dispersión (a través de gestoras como Eleva, o el grupo de boutiques del que forma parte March AM, GBAM).
“A raíz de MiFID II, la labor del gestor cobra más importancia”, afirma Andrés, pues se amplía a toda la cadena. La entidad lleva pensando en su estrategia desde el año 2015, con el objetivo de estar preparados de cara al 3 de enero de 2018 para su implementación (recordemos que la entrada en vigor se retrasó un año, pues la fecha inicial prevista era enero de 2017). Este año, dicen los expertos de March, los esfuerzos se han centrado en ámbitos como la tecnología o la formación.
Un contexto de inversión favorable
Y todo, en un contexto de inversión favorable, en el que los activos siguen subiendo -y podría haber una continuidad en 2018-, y en el que el hilo conductor es la ausencia de inflación: “La inflación no termina de aparecer y eso permitirá que las políticas monetarias sigan siendo expansivas; unos bancos centrales retiran estímulos (la Fed) pero otros compensan (Banco de Japón y BCE)”, dice Joan Bonet, director de estrategia de mercados. Aunque habla de continuidad de las subidas de los activos en 2018, mientras haya liquidez, matiza que hay tres derivadas que no pueden obviarse: unas mayores valoraciones (que por sí solas no pueden dar la vuelta a los mercados), un ciclo más desarrollado en economías como la estadounidense y una volatilidad en mínimos, que es el factor que más le preocupa.
“La renta variable sigue siendo el activo estrella, pero es difícil que la volatilidad continúe en mínimos”, advierte. Con todo, cree que las ganancias en bolsa europea podrían superar el 10%, región en la que es más positivo, junto a las emergentes, mientras España será más atractivo cuando se disipe la incertidumbre en torno a Cataluña. Por sectores, favorece los cíclicos (financiero –sobre todo en EE.UU. gracias a los mayores tipos y a la menor regulación, aunque también en Europa suponen una oportunidad por valoración y una cobertura si el escenario de baja inflación no funciona-, industrial –sobre todo en Europa, gracias a las mayores inversiones en capex- y tecnológico –sobre todo en EE.UU.-)