Generaciones de escritores se han beneficiado durante años de las famosas reglas de George Orwell para escribir. Directrices que aún se citan en los manuales de estilo de The Economist y Bloomberg. Las reglas del autor de ‘1984’ y ‘Rebelión en la granja’ eran estas: nunca usar una palabra larga cuando hay una corta que puede funcionar; si es posible cortar una palabra, hay que cortarla siempre; y la última, nunca usar una palabra extranjera, científica, o jerga si se puede expresar lo mismo con una palabra de uso común del lenguaje diario. En otras palabras, que sea sencillo.
Orwell, como cualquier maestro en su oficio, sabía que la simplicidad es el objetivo final de cualquier tarea. La simplicidad ayuda a la comprensión. Promueve la eficiencia. La simplicidad significa que menos cosas pueden salir mal. Y, sin embargo, la sencillez, irónicamente, es difícil de lograr. Los matemáticos buscan soluciones ‘elegantes’ a los problemas, soluciones que sean simples pero eficaces. Stephen Hawking, sin duda el científico vivo más famoso, pasó muchos años tratando de alcanzar la «teoría del todo».
Desgraciadamente, explica el equipo de renta variable asiática de Aberdeen Asset Management, la simplicidad ha eludido a la industria financiera. Hace más de 50 años Benjamin Graham, el mentor de Warren Buffett, advirtió de que cuánto más elaboradas eran las matemáticas utilizadas para apoyar una estrategia de inversión mayor era la probabilidad de que la experiencia fuera reemplazada por la teoría, y se confundiera inversión con especulación.
Y sin embargo, explican los expertos de la firma, los complejos modelos matemáticos que nadie entendía apuntalaron los productos más atroces que estallaron justo antes de la crisis financiera. «Las finanzas modernas son complejas, tal vez demasiado complejas. La regulación de las finanzas modernas es también compleja, casi con seguridad demasiado compleja», afirmó Andy Haldane, economista en jefe del Banco de Inglaterra, en 2012. “Este patrón se traduce en problemas».
La gestión de activos, en línea con la industria financiera en general, se enfrenta a distintas reformas debido a que los reguladores tratan de evitar la repetición de abusos. Para ello están sometiendo a las firmas de asset management a un escrutinio sin precedentes. Los inversores también se preguntan si los llamados fondos de gestión activa ofrecen valor por las comisiones que pagan, al tiempo que han optado por las alternativas de gestión pasiva. Además, la larga temporada de políticas de estímulo de los bancos centrales han neutralizado la volatilidad en las bolsas, un factor del que dependen los gestores de fondos activos.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la industria, estima el equipo de Aberdeen, está en línea con recuperar la confianza de los inversores y de los organismos de control del mercado. El reto es a la vez ético y organizativo, dicen. Una estructura de remuneración más simple ayudaría a eliminar algunos de los conflictos de interés inherentes a la industria. Por ejemplo, Reino Unido ha prohibido el pago de comisiones de los fund managersa losasesores financieros, un sistema que ponía en desventaja a los inversores. Otros países están ya pensando en implantar medidas similares.
Mientras tanto, los reguladores necesitan asegurarse de que las entidades financieras no están cometiendo desmanes.
“Les gusteo no, los gestores de fondos están siendo tratados más o menos como los bancos. Ya hay propuestas en Estados Unidos etiquetarlos como de «importancia sistémica» para la industria financiera y por lo tanto aplicarles gran parte de la restrictiva legislación creada después de la crisis financiera”, escribe la firma en una columna de opinión.
Las firmas de asset management podrían argumentar que su industria no supone el mismo nivel de riesgo, ya que no compromete su propio capital. Todo el mundo entiendeque crear y vender productos es una prioridad. Los reguladores están tratando de introducir más garantías para los inversores, pero esto puede generar, al menos, una mayor complejidad.
“La decepción porla forma en que algunas compañías se comportaron antes de la crisis financiera ha allanado el camino para el regreso a la simplicidad como propuesta de negocio e imperativo legal. Sin embargo creemos que las instituciones financieras, especialmente los gestores de activos, deben adoptar este principio no porque tienen que hacerlo, sino porque queremos. Si se tiene confianza en el proceso de inversión, no hay nada que temer. El escrutinio debe ser algo de agradecer en lugar de algo a evitar. Damos la bienvenida a la transición hacia simplicidad porque la simplicidad está aquí para quedarse”, concluyen.