Una pequeña empresa de Wisconsin planea implantar minúsculos microchips en las manos de cincuenta de sus empleados a partir del próximo 1 de agosto. Según informa el diario USA Today, la iniciativa ya ha generado la esperada polémica por los posibles riesgos para la salud y la privacidad.
La empresa en cuestión se llama Three Square Market y está especializada en tecnología. Su argumento, destaca el rotativo, es que los trabajadores ya no tendrán que preocuparse de sus tarjetas identificativas para acceder a sus puestos de trabajo o encender sus PCs. El lector de chips se lo dará hecho.
“Pretendemos que el uso de esta tecnología facilite todo, desde hacer compras en las máquinas de la oficina, abrir puertas, usar máquinas fotocopiadoras, entrar en los ordenadores, desbloquear teléfonos, compartir tarjetas de visita, almacenar información médica y de salud… etc.”, dijo el director general Todd Westby en un comunicado de la compañía. “Poco a poco, esta tecnología se normalizará, permitiendo usar esto como pasaporte, transporte público, etc”.
A pesar de la polémica planteada, lo cierto es que esta tecnología ha sido utilizada por los seres humanos durante tres años en Suecia y anteriormente en mascotas para poder tenerles localizados en caso de pérdida.
Alrededor de 3.000 ciudadanos llevan este tipo de microchips en sus manos desarrollados por la empresa Biohax International y cuyo primer cliente es la compañía ferroviaria nacional, SJ. Según explica el CEO de Biohax, el gobierno sueco todavía no ha aprobado ni prohibido la venta de estos chips. “No ha habido legislación nacional”, señala Jowan Österlund quien defiende que el implante de chip se lleva a cabo en menos de dos minutos y “es más seguro que una perforación e igual de peligroso como recibir una transfusión de sangre en el hospital».
La FDA (la agencia de alimentación y medicamentos estadounidense) aprobó en 2004 la implantación de un chip de radiofrecuencia (RFID) como una forma de transmitir información médica de forma rápida a los médicos. Más recientemente, en 2014, la FDA reconoció que, aunque no era consciente de cualquier efecto adverso asociado con tener un chip RFID en el cuerpo, estaba estudiando cómo podría afectar al entrar en contacto con otros dispositivos médicos como marcapasos y desfibriladores.