Probablemente ya estés harto de leer políticas de privacidad y aceptar y leer (o no) términos y condiciones en todos los sitios web que visitas, al mismo tiempo que piensas: «mi vida es muy aburrida. ¿Para qué querría alguien usar mis datos?». Uno de los grandes retos de este siglo es precisamente ese, la cuestión de cómo abordar un problema que la mayoría de nosotros apenas entendemos. Porque puede que no tengamos nada que ocultar, pero la forma espeluznante en que ese par de zapatos te sigue en línea no es el verdadero riesgo.
«Una de las cosas que vemos con estos diferentes sistemas que pueden rastrearte e inferir mucho sobre ti es que tu información termina siendo utilizada en tu contra», señala Jennifer King, directora de privacidad del consumidor en el Centro de Internet y Sociedad de la Facultad de Derecho de Stanford, en un artículo de la universidad escrito por Summer Moore Batte.
En otras palabras, tu mundo online podría ser filtrado en base a la información que se conoce sobre ti y podrías llegar a estar en desventaja de maneras que son imposibles de detectar. Por ejemplo, gracias a los datos que han recopilado, tal vez ni siquiera puedas ver una lista de trabajos porque te han identificado como una mujer en sus mejores años reproductivos.
Para King, una de las cosas más importantes es que seamos capaces de detener tantas filtraciones como sea posible, y en general, negarse a aceptar una cultura que espera que entregues libremente todos tus pequeños y aburridos secretos, ayudará.
Aplicaciones para móviles, las mayores fugas
“Tu smartphone fue diseñado para ser promiscuo. Desactiva el seguimiento de la ubicación en tus aplicaciones. Casi ninguna de ellas (ni siquiera tu aplicación meteorológica) necesita saber con precisión en qué edificio estás sentado. Y para que no pienses que esa pequeña e inocua aplicación no tiene nada que ganar con tu ubicación, recuerda que esta es una red interconectada de explotación. Esa compañía de aplicaciones (especialmente la aplicación gratuita) puede ganar dinero vendiendo tu información a alguien más”, recuerda King.
Desafortunadamente, desactivar el rastreo de ubicaciones no lo detiene todo. Tus esfuerzos impedirán que las aplicaciones de terceros te encuentren por medio del GPS, pero aún así pueden rastrearte por medio de una dirección IP o Bluetooth (Apple ha comenzado recientemente a preguntarte si quieres permitir que una aplicación use Bluetooth, considera la posibilidad de decir que no). Además, los fabricantes del dispositivo aún saben dónde estás. Aún así, desactivar el rastreo de ubicación para tus aplicaciones cierra un camino, «y eso vale la pena», asegura la experta.
Mientras estás en el teléfono, reconsidera el uso de aplicaciones de terceros para pagar las cosas. Aunque tu tarjeta de crédito y el banco seguramente saben mucho sobre ti, incluida tu propensión a recoger pizza de camino a casa, los bancos están regulados. Las aplicaciones de pago de terceros no están sujetas a las mismas reglas.
Borra la aplicación de Facebook de tu teléfono. «Es demasiado filtrante», dice King. Cualquier plataforma de medios sociales teóricamente tiene mayor acceso a los datos a través de una aplicación que a través de un navegador. También puedes «pausar» tu historial en la configuración de YouTube, haciendo más difícil que te hagan un perfil.
Tu ordenador, el rey del cotilleo
Todo está conectado. Saben dónde vives, por lo que puedes hacer una búsqueda desde la «privacidad» de tu ordenador portátil sólo para que empiecen a aparecer anuncios de recortadores de pelo de la nariz en la pantalla de tu pareja. Resiste esas cookies. «En realidad, ‘mejoran la experiencia’ de alguna manera, pero las cookies de terceros de los anunciantes de un sitio son otra forma de rastrear tu comportamiento. Bloquéalas», aconseja.
King también sugiere usar un navegador independiente y con privacidad. Este debería bloquear esas cookies de terceros por ti, así como realizar otras actividades de vudú tecnológico para ayudar a mantener tus actividades en el anonimato. A la experta también le gusta usar un motor de búsqueda que preserve la privacidad para las búsquedas básicas. «Los resultados pueden ser menos personalizados y también menos filtrados», asegura.
Cuidado con la exposición de tu ADN
King ve tantos riesgos en la huella genética como en la huella digital. Las compañías que recolectan ADN de consumidores ansiosos por saber sobre su genética y ascendencia no están reguladas. “En el caso del ADN, tienes que pensar más allá. De la misma manera que puedes ser discriminado por rasgos revelados por tu ubicación y hábitos de compra, liberar tu ADN significa que estás tomando decisiones aún desconocidas que podrían afectar a tus hermanos, tus hijos, tus nietos, incluso a un primo lejano que nunca has conocido y que robó una barra de caramelo de la farmacia”, aclara.
En general, King anima a tratar la privacidad como si fuera un reciclaje. Si necesitas tirar una lata, no la tires al suelo. La sostienes hasta que ves una papelera de reciclaje. Piensa en la privacidad de la misma manera. “No aceptes automáticamente el status quo, o que una aplicación necesite tus contactos y tu ubicación. Aférrate a tus aburridos pedazos de aluminio hasta que encuentres una buena manera de lidiar con ellos, aunque sea un poco complicado”, concluye.