Demostrar y defender los argumentos económicos a favor de la igualdad de género en el lugar de trabajo ha sido uno de los objetivos de los informes GPS de Citi durante muchos años. En su nuevo estudio, titulado Women Entrepeneurs: Catalyzing Growth, Innovation, and Equality, han centrado su atención en la defensa de los argumentos comerciales para apoyar a las mujeres empresarias a la hora de crear y hacer crecer sus empresas.
A medida que el mundo intenta recuperarse de la pandemia, pasar a una economía con bajas emisiones de carbono y cumplir los ODS de la ONU, desde el Citi consideran que es fundamental crear un campo de juego equilibrado en cuanto al género para los empresarios. «Apoyar a las emprendedoras y a las empresas dirigidas por mujeres no sólo es lo correcto desde el punto de vista social, sino que es una de las cosas más inteligentes que pueden hacer los gobiernos, las empresas y la comunidad financiera desde el punto de vista económico», expresa el informe.
Hoy, las mujeres participan en la actividad empresarial en un 80% de la tasa de los hombres, según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM). Esto supone una mejora significativa en los últimos 20 años: la edición de 2001 del informe reveló que las mujeres participaban en la actividad empresarial en aproximadamente la mitad de la tasa que los hombres en los países incluidos en el conjunto de datos de ese año.
Sin embargo, aunque el repunte de la tasa de participación simple es bienvenido, oculta el hecho de que las mujeres siguen enfrentándose a muchos más retos que los hombres a la hora de crear y hacer crecer un negocio. Además, gran parte del crecimiento de la participación se ha producido en las economías en desarrollo, donde las mujeres suelen crear empresas con un capital mínimo como empresarias en solitario, en parte porque les resulta aún más difícil acceder a un empleo adecuado en la economía formal. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que, en 2021, la participación de las mujeres en el empleo era del 63% de la de los hombres, lo que es significativamente inferior a la tasa de participación como empresarias.
El acceso a la financiación: principal obstáculo
Lamentablemente, no faltan estadísticas preocupantes que demuestran los obstáculos a los que se enfrentan muchas empresarias. La falta de acceso a la financiación es uno de los mayores retos a los que se enfrentan las empresarias en todo el mundo. La barrera está quizás mejor documentada en la etapa de capital de riesgo: la financiación global de capital riesgo que se destinó a las empresas dirigidas por mujeres alcanzó el 2,8% en 2019 y se redujo al 2,3% en 2020. En otras estadísticas, las micro, pequeñas y medianas empresas propiedad de mujeres constituyen el 23% del número total de empresas, pero representan el 32% del déficit total de financiación.
Aunque es fundamental en sí mismo, el acceso a la financiación es sólo una parte de la historia, y la simple mejora del acceso a la financiación no garantiza que la brecha empresarial de género se cierre. La capacidad empresarial de las mujeres también está materialmente infrautilizada. La OIT, por ejemplo, calcula que el 50% del potencial empresarial de las mujeres está infrautilizado, frente a sólo el 22% del de los hombres.
Las mujeres empresarias se enfrentan a otra serie de barreras para acceder a todo el ecosistema empresarial. Estas barreras se presentan con diferentes consideraciones en los distintos países, especialmente en las economías en desarrollo, pero abarcan las limitaciones legales, culturales y prácticas a la participación de las mujeres en el comercio; la dificultad de acceder a los mercados nacionales e internacionales; los desafíos en la creación de redes personales, con vínculos con mentores que pueden ayudar a navegar por el ecosistema empresarial; un menor acceso a la educación y la formación, especialmente en las habilidades empresariales y digitales; y las desproporcionadas responsabilidades de cuidado y domésticas, especialmente entre las mujeres casadas.
Cerrar la brecha añadiría 2,3 billones al PIB
En conjunto, el análisis concluye que cerrar la brecha de género en el crecimiento empresarial a nivel mundial podría añadir hasta 2,3 billones de dólares al PIB y hasta 433 millones de puestos de trabajo, en una estimación conservadora.
Además de las simples ganancias en el crecimiento económico y la producción, el empoderamiento económico de las mujeres también genera beneficios sociales y económicos mucho más amplios en las familias y las comunidades. Las empresas de propiedad de mujeres o dirigidas por ellas suelen emplear a más mujeres, lo que puede contribuir a impulsar un círculo virtuoso para aumentar la autonomía económica de las mujeres. Además, las mujeres tienden a invertir más de sus ingresos que los hombres en la salud, la educación y el bienestar de sus familias y comunidades.
También pueden desempeñar un papel decisivo en la consecución de los ODS. El empoderamiento de las mujeres empresarias es en sí mismo un ejercicio de desarrollo, ya que crearán puestos de trabajo, generarán ingresos, construirán capital humano e impulsarán el crecimiento, al tiempo que reducirán las desigualdades que conducen a la reducción de la pobreza y el hambre, y mejorarán la salud y el bienestar. Además, las mujeres son también una fuente infrautilizada de conocimientos, perspectivas e innovación, y las empresas que crean pueden aportar soluciones innovadoras a los retos mundiales.
El papel clave de la industria financiera
Después de haber estudiado el panorama empresarial mundial, el informe presenta una serie de recomendaciones para los legisladores y también para el capital público y privado con el fin de ayudar a promover resultados más equilibrados entre los géneros.
Las instituciones financieras, incluidas las iniciativas de microfinanciación, los bancos, las empresas de capital riesgo y de capital privado, y los inversores institucionales, serán fundamentales para desbloquear las oportunidades en torno a las mujeres empresarias. «En este sentido, nos sentimos alentados por dos tendencias crecientes: la rápida transferencia de riqueza a las mujeres y el aumento de la inversión con criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) y de género», expresan desde la entidad.
«Para liberar el potencial del espíritu empresarial de las mujeres es necesario intervenir a nivel micro y desmantelar las limitaciones a nivel macro. También requiere acciones coordinadas entre la ley, las políticas públicas y el sector privado. Sólo a través de las asociaciones podremos hacer un uso productivo de todos nuestros recursos y lograr un impacto escalable y sostenible», apuntan.