Son muchos los ejemplos en España de family offices que apuestan por el real estate para rentabilizar el patrimonio familiar. Kiatt, sin embargo, pone su foco en el capital riesgo, y principalmente en los sectores de la ciencia y la tecnología. Se trata de un single family office que gestiona su propio patrimonio invirtiendo más del 50% en proyectos de base científica o en ventures de nueva creación de base tecnológica, con la superespecialización como bandera para encontrar las mentes más privilegiadas de nuestros tiempos. Una idea que tiene sus raíces en la Universidad de Oxford.
Por ahora su estructura está diseñada para gestionar su patrimonio, y no se plantean asesorar a terceros o vender ningún tipo de servicios financieros, según explica su CEO, Manuel Fuertes, en esta charla con Funds Society. Pero, como reconocen tener acceso a oportunidades únicas de inversión, en ocasiones sí abren el capital de alguno de sus vehículos para incorporar a socios estratégicos que les permitan llegar más lejos en las coinversiones. Nos lo cuenta en esta entrevista.
Al ser un family office con gestión propia de vuestro patrimonio, ¿por qué, en lugar de especializaros en otros mercados, optasteis por los privados?
Nuestra apuesta por los mercados privados y por el venture capital científico y tecnológico está muy vinculada a nuestra historia, ligada a la Universidad de Oxford y a la transferencia tecnológica. Cuando te especializas en un activo de inversión muy concreto y complejo y lo dominas, prima el poder tener control de la entrada en la inversión, de su acompañamiento y de su salida. Esto hace que entre en retornos muy por encima de la media de nuestro sector. El tener voz y voto y estar en la gobernanza de estas compañías nos hace poder añadir el valor de nuestra experiencia en este tipo de inversiones, algo que con mercados cotizados no podríamos hacer.
Por otro lado, los mercados privados, explotados siguiendo nuestra metodología de Design & Search, nos permiten acceder a oportunidades únicas no accesibles de manera regular o no disponibles a inversores fuera de circuitos muy concretos, permitiéndonos así entrar en inversiones que no nos pertenecerían por nuestro tamaño, situación geográfica o pertenencia a un grupo industrial determinado.
¿Cómo descubrís las oportunidades de inversión?
Iniciamos el proceso definiendo cuidadosamente en qué subindustrias queremos entrar, analizando qué tecnologías están creciendo con la fuerza suficiente como para transformar sectores y mercados enteros durante los próximos años. Hacemos este ejercicio con un equipo multidisciplinar muy tecnificado, llegando a profundizar muy activamente en aplicaciones industriales, en cómo como los avances en tecnología de una industria influyen en otras, o incluso especializándonos en algunos países que dominen esa industria o tecnologías, como nos pasa ya con muchos países asiáticos como China, India, Singapur, Corea, Japón y Taiwán, donde tenemos una presencia muy activa. En China por ejemplo estuve viviendo muchos años para poder ganar entrada a todos los desarrollos tecnológicos que ahora se están empezando a ver en Occidente.
La segunda fase de nuestro modelo es la etapa de search o búsqueda activa de los targets. Para ello contamos con numerosos agentes por todo el mundo, más de 350 ojeadores que nos mantienen al día de cómo se van desarrollando las tecnologías, qué ciencia está consiguiendo qué hitos y, sobre todo, cuál es el apetito real de la industria o el mercado para absorber esas tecnologías. Para predecir el riesgo de adopción de la tecnología usamos muchos freamworks propios, desarrollados con la ayuda de grandes instituciones durante las dos últimas décadas de trabajo. El ratio de adopción de la tecnología es la clave más empírica que tenemos para analizar riesgos y acertar con inversiones que multipliquen varias veces su valor. La gran mayoría de inversiones que realizamos son oportunidades de inversión que no se encuentran en los mercados públicos, sino en circuitos bastante cerrados de inversores muy especializados en la materia.
El hecho de invertir en ciencia y tecnología son vuestra seña de identidad. ¿Por qué estos sectores?
Nuestra metodología actual tiene sus orígenes en casi diez años de trabajo conjunto con la Universidad de Oxford. En esos años desarrollamos todas nuestras capacidades en materia de transferencia tecnológica, protección de propiedad intelectual y due diligence científica. Apostar por el venture capital tecnológico fue dar un paso más. Tantos años realizando un análisis profundo y riguroso de la ciencia nos han capacitado para saber dónde invertir, qué proyectos serán realmente rentables y cuáles serán realmente transcendentes.
¿Cómo gestionáis el riesgo de iliquidez?
Gestionamos nuestro riesgo de iliquidez abriendo, en ocasiones puntuales, el capital de algunos de nuestros vehículos de inversión a terceros socios. Habitualmente suelen ser otros family offices que no tienen un equipo especializado en este activo de inversión y desean unir fuerzas y recursos económicos con Kiatt.
En tecnología, ¿habrá una reestructuración? ¿Qué compañías saldrán ganando de la revolución de la IA?
Estamos viviendo una nueva carrera espacial, pero esta vez es tecnológica y entre China y Estados Unidos. El reciente lanzamiento de DeepSeek ha sido una de las grandes noticias tecnológicas de las últimas semanas, y su impacto ha logrado poner en jaque a los mercados mundiales. Por otro lado, Estados Unidos ha dedicado una partida de más de 500.000 millones de dólares para poder competir contra China y mostrar su músculo tecnológico.
Sin embargo, China es líder en innovación. Según los últimos datos anuales de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), referentes a 2022, supera ampliamente a EE.UU. en número de patentes registradas. En su informe Datos y cifras de la OMPI sobre PI, edición de 2023, se constata que China hace el 46% de solicitudes de patentes del mundo; EE.U.U, el 17%; Japón, el 8%; Corea, el 7%; y Europa el 5,6%. Estas cifras invitan a pensar detenidamente sobre el poder de la economía china y su papel protagonista en la revolución de la inteligencia artificial.
¿Qué implicaciones tiene a la hora de gestionar tu patrimonio el tener una especialización tan fuerte?
Gestionar el patrimonio con una especialización tan marcada en venture capital tiene unas particularidades, que se extienden tanto a la estrategia, como a la gestión del riesgo y a la estructura de nuestro equipo. Por ejemplo, nuestra especialización nos permite tener un conocimiento muy profundo del sector. Este know-how implica comprender las tendencias emergentes, identificar a las compañías que cambiarán el sector, evaluar las tecnologías. En otras palabras, nos anticipamos al mercado y a sus cambios y esto supone una ventaja competitiva para seleccionar las mejores oportunidades de inversión.
Al conocer a los principales actores del sector, tenemos acceso a oportunidades exclusivas, que no están al alcance de cualquier inversor generalista, como pueden ser acceso temprano a rondas, posibilidad de entrar en club deals muy establecidos, etc. Este conocimiento también nos permite tener una alta capacidad de due diligence, ya que podemos analizar la viabilidad técnica de cada proyecto, la escalabilidad y el potencial de mercado.
¿Qué se necesita para crear un family office especializado en ciencia y tecnología?
Lo primero que se debe hacer es profesionalizar la estructura del family office: solo de esta forma el crecimiento del patrimonio familiar alcanzará sus cotas máximas. En España tenemos mucho historial de family offices super especializados, sobre todo los que han centrado la mayoría de sus fuerzas en el sector inmobiliario. Nosotros hemos hecho algo muy similar a estos, pero en el sector de capital riesgo científico y tecnológico.
Invertir en venture capital especializado en ciencia y tecnología es un activo de inversión complejo y muy dinámico, con constantes lanzamientos, novedades, tecnologías que sustituyen a otras, etc. El ritmo de la tecnología es imparable y ante tanta disrupción solo se puede invertir de una forma ordenada teniendo un entendimiento muy global a nivel industrias, pero también a nivel geográfico. Para Kiatt es indispensable trabajar en red con equipos de profesionales repartidos por todo el planeta y que estén presente en numerosos sectores como el sector salud, el de la biotecnología, el de materiales avanzados, las diferentes áreas de la ingeniería, el del software, el transporte, la nanotecnología, la ciberseguridad, la agricultura, la energía o la sostenibilidad y el medio ambiente.
También se deben conocer profundamente los mercados en los que se va a invertir. Por ejemplo, nosotros tenemos amplia experiencia en Asia, Reino Unido, EE.UU. y los países de la Commonwealth. También es vital tener una red de socios que nos permitan participar en inversiones en las que el líder de la ronda sea también líder en su sector o en su tesis de inversión. Y, por supuesto, al invertir en venture capital científico y tecnológico, debemos analizar la repercusión que esa tecnología o avance científico tendrá en la vida de las personas en unos años. Una inversión hoy puede cambiar el mañana de la humanidad.
¿Dais servicio a terceros, os planteáis abrir vuestra actividad en algún momento?
Estamos constituidos como un single family office y nuestra estructura profesionalizada está diseñada para gestionar nuestro patrimonio, sin plantearnos por ahora asesorar a terceros o vender ningún tipo de servicios financieros. No obstante, como tenemos acceso a oportunidades únicas de inversión, en ocasiones abrimos el capital de alguno de nuestros vehículos para incorporar a socios estratégicos que nos permitan llegar más lejos en las coinversiones.
¿Integráis la inversión sostenible de algún modo en vuestros procesos?
En Kiatt estamos firmemente convencidos de la importancia de invertir de una forma consciente, responsable, ética, que tenga un gran impacto social y que, por supuesto, sea rentable. Creemos en el poder transformador del capital, y por ello somos conscientes de que hay que seleccionar cuidadosamente en qué invertimos. Un ejemplo de esos avances fue la inversión que hicimos con Bill Gates y Chris Sacca en Yardstick, un sistema que mide el carbono del suelo de una manera rápida y eficiente, dotando al sector agrícola y ganadero de nuevas formas de rentabilizar sus explotaciones gracias a ingresos adicionales por la retención de carbono en sus terrenos.
Este es solo un ejemplo de nuestra inversión consciente, como nos gusta llamarlo. A la hora de invertir, por norma general, solo se mide el impacto positivo de las inversiones. Pero nosotros vamos más allá: se necesita un análisis complejo, una reflexión a largo plazo y una evaluación del impacto neto pasados los años. De hecho, tras una andadura de más de dos décadas con nuestro family office, estamos creando la Fundación Kiatt. Un proyecto que invita a la reflexión sobre el impacto a largo plazo, al fomento de otros modelos de inversión, que alinee una financiación realmente consciente, que permita impulsar el sector científico y tecnológico y, por supuesto, con los resultados esperados financieramente. Solo así, combinando el capital, el conocimiento y la inversión consciente seremos capaces de dejar un mundo mejor a nuestros hijos.