Ya fuera por el Brexit o las elecciones estadounidenses, 2016 fue un año de incertidumbre para el mercado de real estate comercial de Estados Unidos, pero los inversores asiáticos lo encontraron más atractivo que nunca antes, según la publicación The Investor de JLL.
Según el informe de perspectivas de inversión estadounidenses para 2017, JLL´s US Investment Outlook 2017, este grupo de inversores supuso el 34,6% (16.800 millones de dólares) de las adquisiciones por parte de no residentes en 2016 en EE.UU., lo que supone un aumento del 3,8% con respecto a 2015, y el 97% de esa actividad vino de China, Singapur, Corea del Sur, Japón y Hong Kong.
«Es increíble ver el enorme cambio en el capital que entra de Ásia”, dice Lucy Fletcher, managing director de Global Capital Markets de JLL. «Si estos principales países asiáticos representaban solo el 5% del total de las inversiones que, de media, entraban en 2004 a 2007, ahora representan el 33,5% «.
Hay que destacar Corea del Sur, un país que se acercó al real estate comercial estadounidense en 2009. Desde entonces, los inversores surcoreanos, principalmente compañías de seguros de vida y fondos de pensiones, han adoptado un enfoque selectivo, pero agresivo, principalmente en la compra de activos Clase A en el país.»Estos inversores tienen la presión de diversificar, y ven que los bienes inmobiliarios de los Estados Unidos son una forma de hacerlo alejados de las acciones y los bonos», apunta Miyeon Lee, directora del equipo de Asia Pacífico Capital Markets.
Ese intento de diversificación se ha manifestado en una estrategia de inversión muy deliberada. Casi dos terceras partes (66%) de la inversión en real estate de Corea del Sur se destinan a Estados Unidos y el 65% de esa inversión se encuentra en el espacio de oficinas. El 70% de esa inversión total viene en forma de deuda. Ese enfoque disciplinado ha llevado a un cambio notable: los inversores surcoreanos han operado en EE.UU. a un ritmo 11 veces mayor que el ciclo anterior.
«Los tratos de deuda son más rápidos y tienen el potencial de rendimientos más rápidos, y las oficinas se ha convertido en la clase preferida de activos gracias a su relativa estabilidad general y disponibilidad», agrega Lee.
Hasta la fecha, las inversiones coreanas se han centrado en ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Sin embargo, algunos inversores han comenzado a cambiar a mercados secundarios, especialmente aquellos que experimentan un crecimiento significativo del empleo y la población, como Seattle, donde las oportunidades que se ajustan a su perfil deseado están disponibles.
Pero, según Lee, los inversores coreanos no invierten en promociones, pues muchas compañías de vida y fondos de pensiones invirtieron en ellas justo antes de la crisis financiera global, y eso creó un impacto duradero. Sin embargo, las preocupaciones sobre una nueva administración no han rebajado el interés por el real estate de los Estados Unidos.
«No hemos visto una reacción inmediata a las elecciones, pero la gente estará observando de cerca», añade Lee. «En cualquier caso, la atención de los inversores coreanos permanecerá en los Estados Unidos en el futuro».