Durante el primer semestre de 2024, los family offices han sido los grandes protagonistas del mercado de inversión inmobiliaria en Barcelona, concentrándose de forma notable en el sector terciario. Este cambio estratégico ha dejado atrás la inversión en activos residenciales, motivado por la nueva normativa vigente, que ha introducido limitaciones y complicaciones para este tipo de operaciones.
El grupo Cat Real Estate ha registrado un semestre histórico, gestionando más de 20 millones de euros en inversiones por parte de los family offices en locales comerciales y oficinas situadas en el centro de la ciudad. Estas operaciones han alcanzado una rentabilidad media del 5,5%, con un enfoque en activos conservadores y ubicados en zonas privilegiadas.
“La nueva normativa de la regulación de los alquileres ha provocado que los family offices hayan decidido parar de invertir en la inversión de residencial para dedicar al alquiler. Son operaciones que actualmente tienen un gran riesgo e inseguridad. Este capital se dirige en estos momentos a la compra de otro tipo de activos inmobiliarios. Esta situación provoca que la oferta de pisos en alquiler en propiedad de los family offices se reduzca”, según Nacho Castella, director general de Cat Real Estate.
Los inversores profesionales optan por activos comerciales y de oficinas por su estabilidad
El barrio del Eixample ha sido el principal foco de inversión, distribuyéndose un 60% en locales comerciales y un 40% en oficinas. Además, el 90% de estas transacciones se han realizado sin financiación externa, lo que refuerza la capacidad de los family offices de operar con recursos propios, consolidándose como actores clave del mercado en 2024.
Este giro estratégico hacia el sector terciario refleja una nueva tendencia en el panorama inmobiliario, donde los inversores profesionales buscan rentabilidad y estabilidad en activos comerciales y de oficinas, frente a las complejidades asociadas a la inversión residencial.