La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca tendrá consecuencias para los mercados privados. En principio, todo apunta a que habrá oportunidades con la nueva Administración, ya que, a juicio de Sebastian Paris Horvitz, director de análisis LBP AM, “las consecuencias de la política estadounidense en los mercados de activos reales y no cotizados serán probablemente dispares, pero relativamente limitadas”, aunque en la firma serán muy ágiles “para hacer frente a las probables turbulencias provocadas por futuras decisiones de la administración estadounidense”.
En una línea similar se expresa Rafael Torres, Co-Head- Private Debt, Pan Europe de Muzinich, que considera que aunque el regreso del presidente Trump “es poco probable que tenga un impacto directo en los activos de los mercados privados”, sí es consciente de que algunas regiones “podrían sentir impactos indirectos debido al enfoque de la nueva Administración en la economía doméstica”. Torres pone como ejemplo de su tesis los efectos de la subida de aranceles, que tendría como objetivo fomentar la expansión económica local.
“Dado que las empresas locales podrán competir de manera más efectiva debido a la imposición de aranceles, probablemente necesitarán capital para su crecimiento y expansión. Ante a la falta de préstamos bancarios disponibles para los prestatarios en el lower-middle market, esto podría generar un aumento en la demanda de financiación por parte de prestamistas privados” asegura el experto.
De momento, hay argumentos a favor de un buen comportamiento de los activos privados, ya que, como argumenta Brooks Harrington, CIO y jefe de Inversiones en Estados Unidos de Federated Hermes Private Equity, el capital privado es ahora “un activo maduro” que sigue siendo “lo suficientemente dinámico como para adaptarse a un entorno político cambiante, incluida la búsqueda de formas de capitalizar las oportunidades que el nuevo contexto geopolítico puede crear en los próximos cuatro años”. Por lo tanto, es consciente de que los inversores que tienen exposición “a un flujo de operaciones significativo, rigurosos estándares de suscripción y marcos de inversión flexibles continuarán recompensando a sus inversores bajo la administración Trump”.
En definitiva, Torres cree que los mercados de crédito privado, “especialmente el lower- middle market, deberían poder sortear los posibles retos del actual entorno de mercado”, debido a que está más protegido de la volatilidad diaria gracias a su falta de correlación con los mercados públicos”. Como atractivo adicional, el experto menciona la prima de iliquidez, que “debería resultar atractiva en un entorno de tipos más bajos”.
Harrington también se inclina por el segmento medio-bajo de Estados Unidos, aunque en private equity. “Sigue siendo un área con oportunidades», en tanto que la desregulación “podría ser un viento de cola significativo para el capital privado y los sectores alineados con las prioridades económicas de Trump, en particular, la tecnología y la innovación».
Las preferencias de Tiffany Wilding y Andrew Balls, economista y Chief Investment Officer Renta Fija Global, ambos de Pimco, siguen siendo los préstamos basados en activos, “especialmente los vinculados a los consumidores e hipotecas residenciales de mayor calidad”. Respecto al primero, argumentan que el atractivo reside en que a pesar de la subida de los tipos de interés, “los balances de los hogares siguen siendo sólidos, con ratios deuda-ingresos en descenso y un patrimonio neto cercano a máximos históricos».
En cuanto a las hipotecas, los expertos recuerdan que el mercado hipotecario residencial es el mayor componente del conjunto de oportunidades de inversión basado en activos, respaldado por el apalancamiento en los mercados inmobiliarios de Estados Unidos, “que es inferior a las medias históricas”. En este punto del ciclo, se centran en la asequibilidad, “en un contexto de precios más altos y escaso inventario en todos los submercados”.
Los expertos de Pimco también ven valor en muchas formas de riesgo basado en activos no relacionados con el consumo, “sobre todo, en sectores con vientos de cola seculares como la aviación y la infraestructura de datos”. Por el contrario, mantienen la cautela sobre el stock existente de deuda en circulación de menor calidad y a tipo variable, predominantemente en los mercados corporativos.
Horvitz, por su parte, pone el foco en los efectos sobre la transición energética. De esta manera, recuerda que las inversiones en energías alternativas en suelo estadounidense “podrían resultar mucho menos viables en este clima político”. Sin embargo, la revisión del «Green New Deal» de Joe Biden “únicamente puede ser parcial”, ya que antes de marcharse, el expresidente había desembolsado la mayor parte de las subvenciones destinadas a energías limpias, infraestructuras y proyectos industriales.
En Europa, a juicio del experto, el impacto debería ser, en general, moderado. “Puede ser, incluso, una oportunidad, ya que el cuestionamiento de los esfuerzos de transición energética y el carácter más agresivo de la política comercial estadounidense se perfilan como favorables a determinados proyectos de infraestructuras”, argumenta, para añadir que cabe la posibilidad de que anime a los países europeos a acelerar su transición energética, “dando un apoyo sustancial a los proyectos centrados en las energías alternativas y renovables”. Además, la postura menos cooperativa de Estados Unidos en la escena internacional “también podría impulsar los proyectos industriales relacionados con la defensa”.