Aunque el concepto metaverso para la mayoría de las personas no está para nada claro, muchas empresas ya están dando sus primeros pasos para desembarcar en este mundo digital. De hecho, según un informe de la consultora tecnológica Baufest, dentro de cinco años el 70% de las grandes marcas del mundo tendrán presencia en el metaverso. Además, el global revenue del metaverso podría acercarse a 800.000 millones en 2024 frente a los aproximadamente 500.000 millones de dólares alcanzados en 2020, según un análisis de Bloomberg.
La expansión del concepto metaverso sucedió hace casi seis meses cuando Facebook anunció que cambiaría su nombre a Meta y que centraría su futuro en el próximo «metaverso».
Aumento en el Market Cap de tokens en las principales plataformas de metaverso después del cambio de marca de Facebook a Meta. Opportunities in the Metaverse
Desde entonces, ese término ha encontrado lugar en boca de todos pero lo que significa no ha quedado más claro. Los defensores, desde nuevas empresas de nicho hasta gigantes tecnológicos, han argumentado que esta falta de coherencia sobre lo que significa este concepto se debe a que el metaverso aún se está construyendo y es demasiado nuevo para definir lo que significa.
Definiendo el metaverso y la web 3.0
Lo que sí sabemos es que el metaverso es un ecosistema grande, por no decir infinito, tecnológico, y socialmente complejo, cuyo punto de partida es la industria de los videojuegos y del entretenimiento, pero que aspira a mucho más. Puede verse como una fusión o colaboración entre un mundo digital online y uno analógico offline. Puede manifestarse como un mundo virtual en el que ingresas a través del celular, la computadora o lentes de realidad virtual, pero también puede tomar la forma de una superposición que da como resultado que los elementos digitales ingresen al mundo real.
Para que un metaverso exista deben combinarse diferentes tecnologías que son cruciales para habilitar todo su ecosistema. Necesitan conectividad, interfaces, redes blockchain, economía basada en activos digitales, creación de experiencias y tecnologías de realidad extendida (XR), incluida la realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR).
El metaverso irá tomando forma a medida que Internet evolucione hacia lo que se conoce como la Web 3.0, pero, ¿qué significa esto? Para entenderlo empecemos con una síntesis de lo que fue la primera versión de la web, también conocida como la web clásica. Llegó en 1991 y se centró principalmente en la lectura de documentos a través de páginas HTML, a las que se puede acceder a través de navegadores. Luego llegó la web 2.0 que permitió que las empresas desarrollen aplicaciones y proporcionen productos y servicios de forma centralizada, y se enfocó en la interacción (redes sociales y e-commerce). Con la llegada de la web 3.0 el enfoque se desplaza hacia la creación de un espacio digital basado en blockchain, donde los usuarios pueden crear contenido, ser dueños de él y monetizarlo de forma descentralizada. En resumen: web 1.0, lectura; web 2.0, interacción; web 3.0, creación.
El metaverso está en su primera etapa de desarrollo y no está siendo construido exclusivamente por algún grupo o empresa. Por lo contrario, diferentes grupos de desarrolladores, marcas y empresas están creando sus propios mundos digitales, y cuando estos mundos estén conectados entre ellos, sean interoperables, probablemente habrá nacido el metaverso.
Por lo tanto, podemos decir que el metaverso aún no existe y que por ahora solo podemos experimentar distintos universos digitales, algunos de ellos construidos sobre la tecnología blockchain. Entonces, ¿por qué las marcas están tan interesadas, y hasta apuradas, por existir en un lugar que todavía no existe?
Metaverso o no, aun así es una oportunidad millonaria
Estamos en un punto de inflexión, donde parece que no pasa un día sin que una empresa o celebridad anuncie que está construyendo su presencia en un universo digital. Una de las razones más importantes es que el metaverso puede actuar esencialmente como una réplica del mundo real sin los límites geográficos. Los productos de las tiendas offline se pueden replicar para los usuarios de cualquier parte del mundo, eliminando instantáneamente las distancias físicas y barreras sociales. Los clientes tienen la opción de probar artículos digitales y verlos dentro de un mundo completamente en 3D y el elemento social del metaverso significa que los amigos pueden venir para dar su opinión e interactuar. Este ejemplo se puede traducir a cualquier otro tipo de experiencias, ya sean conciertos, eventos deportivos, artísticos, sociales, culturales.
Pero, ¿por qué querríamos solo una réplica digital del mundo que ya existe? Las empresas y creadores también pueden beneficiarse de esta tecnología para crear un tipo de experiencia completamente innovadora, sin los límites del mundo real, que sirva para continuar agregando valor a sus servicios y productos.
Desde una perspectiva social, el desarrollo de experiencias virtuales más inmersivas está ayudando a las personas a construir comunidades basadas en valores compartidos y a expresarse de formas más auténticas. A su vez, los nuevos métodos para realizar transacciones y poseer bienes digitales están permitiendo a los creadores monetizar sus actividades a través de tokens. Además de la monetización, y como medio para intercambiar valor, los poseedores de tokens también pueden participar en la gobernanza de la plataforma (por ejemplo, votar en las decisiones). Esta economía de propiedad democrática, junto con la posibilidad de interoperabilidad, podría desbloquear inmensas oportunidades económicas, por lo que los bienes y servicios digitales ya no están cautivos en una plataforma o marca singular.