El patrimonio global en alternativos podría alcanzar los 29,2 billones de dólares en 2029, casi el doble que los 16,8 billones al cierre de 2023. Hay capital en el mercado, que podría virar desde los productos monetarios hacia los alternativos en busca de mejores rentabilidades. La democratización de este tipo de inversión sigue en la mente de las gestoras, que insisten en la necesidad de una educación financiera de calidad.
La inversión en activos alternativos va camino de vivir una época de despegue a nivel mundial. El patrimonio global en alternativos podría alcanzar los 29,2 billones de dólares en 2029, casi el doble que los 16,8 billones al cierre de 2023, según las estimaciones de Preqin. Una tendencia imparable en todo el mundo de la que muy probablemente tampoco escapará el mercado español.
Así lo cree Estel Sardà Espuga, gestora de activos alternativos en Creand Crèdit Andorrà, que opina que “se presentan perspectivas optimistas”. La experta justifica esta visión por la vuelta a niveles prepandemia en cuanto a captación de fondos, que está previsto que “siga acelerándose en los próximos meses dado el capital disponible que hay en el mercado”, lo que, a su vez, “crea un ambiente favorable para nuevas inversiones”. Como complemento, está el hecho de que la incertidumbre del contexto eco- nómico actual hace que sea primor- dial descorrelacionar las carteras, según la experta, y “aumentar la di- versificación del riesgo” de las mismas. “Esto, sumado a la previsión de las bajadas de tipos de interés, contribuyen a los vientos de cola para los activos alternativos”, sentencia.
En líneas similares se expresa Javier Martínez, responsable de inversiones alternativas de Tressis, que considera que el nuevo escenario de bajadas de tipos de interés que se está produciendo, junto con el control de la inflación y la estabilización del coste del capital “deberían favorecer la recuperación de la actividad empresarial y de M&A y actuar como principales motores en la trayectoria a medio plazo de los activos alternativos”. El experto no duda en citar a una recuperación y repunte del ritmo de captación de fondos como los factores van a influir de forma determinante en el crecimiento de estos activos.
Para Ignacio Fuertes, director de Inversiones de Miraltabank, los mercados alternativos, “y en especial los de direct lending”, van a jugar un papel clave durante los próximos meses y años, sobre todo en Europa. El experto justifica que las fuertes necesidades de capital y financiación, tanto pública como privada, necesarias para acometer las inversiones que requiere la descarbonización de la economía mundial y el rearme de Europa, a las que se suman las recomendaciones del reciente “informe Draghi”, va a demandar unos mercados de capitales más sólidos y competitivos. “Para ello, y dadas los cada vez mayores requerimientos de capital y liquidez a la banca, es necesario una mayor participación de lo que actualmente se denomina el “shadow banking”. Por estas necesidades y cada vez un mayor protagonismo, entidades como el ECB y el BIS están poniendo el foco en plataformas de crédito, fondos, compañías de seguros, family offices y hedge funds, entre otros”, explica Fuertes.
No en vano, José Cloquell Martín, director de Inversiones Ilíquidas de Diaphanum, opina que en la medida en que no parece probable que nos enfrentemos a una gran recesión, “las decisiones de política monetaria van a ser determinantes” y detalla que, en ausencia de subidas de tipos y, en todo caso, con bajadas moderadas, “debería reactivarse el flujo de transacciones corporativas -y con ello tanto la deuda privada como el private equity- y de activos reales -infraestructuras e inmobiliario-, así como las desinversiones de los fondos de activos privados y, por lo tanto, un ambiente más fácil para la captación de fondos”.
Además de factores de mercado, otros puntos intrínsecos de la propia industria apoyan este crecimiento que, a juicio de Arturo Santolaya, socio del área de alternativos de Abante, “es ya una realidad a nivel inversor”. El experto explica que las buenas perspectivas del sector también pueden justificarse por una mayor accesibilidad respecto años atrás y por, en cierta medida, un cambio en la mentalidad del propio inversor, ya que “se está acostumbrando rápidamente a las particularidades de los alternativos”, como son el largo plazo, la iliquidez, etcétera.
De hecho, Alberto Romero, analista de Mercados Privados en atl Capital, reconoce que “ahora es el turno de los minoristas, los cuales entienden cada vez mejor el producto y son conscientes de sus beneficios”, toda vez que la parte institucional (endowments, family offices, fondos soberanos) han sido los responsables del primer tirón de este tipo de activos, ya que lleva invirtiendo en ellos desde hace años, con porcentajes en alternativos que representan “entre un 20% y un 30% de sus carteras”. Incluso, va más allá al asegurar que la democratización de los activos privados es el factor que más puede influir en su crecimiento. “Anteriormente esta clase de activos solo estaba disponible para inversores institucionales, pero actualmente los minoristas también pueden acceder a ellos, lo que hace que el potencial sea enorme”. Santolaya sentencia que “sin duda” los activos alternativos “serán protagonistas en las carteras de inversión para los próximos años”.
Peso en las carteras
Si hay algo en lo que coinciden los profesionales de la inversión es que el peso de los activos alternativos en las carteras debe fijarse en función del perfil del inversor. Tanto por su capacidad de tolerar riesgo como por las necesidades de liquidez que tenga en mente, entre otros factores. Entre ellos está Santolaya, que afirma que cualquier cartera de inversión debe construirse en función de las circunstancias particulares de cada inversor -perfil de riesgo, horizonte temporal, necesidades de liquidez, estructura patrimonial, grado de diversificación, etcétera-. En el caso de los alternativos, “la necesidad de analizar para qué invierte el cliente es aún mayor debido a las propias características del activo, es decir, las restricciones de liquidez, los plazos largos de inversión, unos tickets medios elevados… “El peso en cartera de esta tipología de activo deberá estar en consonancia con los objetivos financieros y personales de cada inversor”, sentencia el experto.
Para Guillermo Santos, socio de iCapital AF, la clave para ajustar el peso de los alternativos en las carteras es el tamaño de la misma, “pues estos activos suelen ser ilíquidos durante un periodo de entre ocho y doce años, aunque en el ínterin comiencen a devolver parcialmente lo invertido”. Por eso, para carteras entre uno y cinco millones de euros “un 5%- 10% de alternativos en cartera es razonable”. Para importes de entre cinco y 20 millones de euros, entre el 10% y 20% de la cartera sería lo adecuado, según Santos. Y, para carteras de mayor tamaño, “posiciones superiores al 20% son más que convenientes, pudiendo alcanzar un 30%”. El experto explica que no hay que olvidar que el elemento de diversificación que estos activos proporcionan “es muy relevante, pues atemperan la ciclicidad de la economía y sus negativos efectos en la valoración del conjunto de una cartera de inversión”.
Sin embargo, Romero cree que el peso ideal es de un mínimo del 10% de la cartera, “independientemente del perfil del cliente”. El experto de atl Capital justifica esta afirmación aseverando que, con ello, “la rentabilidad-riesgo se verá notablemente mejorada, debido a los mayores re- tornos del asset class y su menor volatilidad”, a lo que suma la baja correlación de los activos privados con los mercados tradicionales, “lo que puede ayudar a diversificar el riesgo”.
Por su parte, Martínez considera un peso de entre el 15% y el 30% como el “óptimo”, dentro de una cartera global diversificada por asset class y geografía. “Dentro de nuestro know- how en la estructuración de asset allocation, es la asignación media que promovemos en los mandatos de single family office, puesto que supone una fuente de retorno y descorrelación imprescindible en cualquier cartera”.
Deuda privada y private equity, las opciones favoritas
Una vez determinado el porcentaje que deben representar los alternativos en las carteras, queda responder a la pregunta de cuáles presentan las mejores oportunidades. La deuda privada y el private equity son los activos privados por excelencia y, en ambos casos, hay opciones en las que sacar notables rentabilidades. Es lo que opina Martínez, que ve atractivo en ambos casos, pero sí resalta algunas subclases de activo donde ve una oportunidad “diferencial”.
Dentro de private equity, el experto de Tressis ve más oportunidades en los activos de secundarios. “El re-equilibrio dentro de las carteras de los inversores, la falta de liquidez y distribución, junto a la búsqueda de una diversificación real, la necesidad de dar salida a los inversores y mitigar el efecto de la curva J, hacen de este activo un componente esencial en las carteras de nuestros clientes”, asegura. También percibe oportunidades en el segmento de “special situations”. En este punto, Martínez argumenta que el contexto económico favorece de manera natural la estrategia de “deal-flow”, que se centra en casos de compañías complejas con la necesidad de reestructuración. “El ciclo económico de los últimos 10 años ha creado un desequilibrio entre la oferta y la demanda”, sentencia.
En lo que a deuda privada se refiere, Martínez se decanta por la deuda mezzanine: las tasas de impago -que deberían aumentar mecánicamente bajo el doble impacto de las subidas de los tipos de interés y un nivel récord de empresas con necesidades de refinanciación entre 2024 y 2026- conforman la “combinación perfecta” para el auge de esta subclase de activo. Asimismo, otorga preferencia “a los actores capaces de proporcionar liquidez rápidamente y en volumen”.
Desde Miraltabank, Fuertes no duda en apuntar a la deuda privada colateralizada como el segmento con mejores perspectivas de crecimiento de negocio. “Aparte de ofrecer retornos similares a los de la renta variable, te pone en un lugar privilegiado ante la nueva ley concursal, en posibles procesos de restructuración y su formación de clases”, explica, y añade que estos fondos “van a ayudar a financiar las ingentes necesidades de capex que el sector privado va a tener que acometer para adaptarse a las nuevas normativas en materia de sostenibilidad”.
No en vano, Romero es consciente de que la deuda privada “es el activo con más perspectiva de crecimiento” como consecuencia del escenario en el que nos encontramos. Señala que es el activo que más dinero ha levantado este año y está marcando tendencia actualmente “por sus atractivas rentabilidades respecto al riesgo asumido, siendo una clase de activo más conservadora que el private equity”. Esta tendencia, a juicio de Romero, “parece que ha llegado para quedarse debido a la flexibilidad que les da a las empresas financiarse a través de estos fondos en lugar de con los bancos tradicionales”.
Santos, por su parte, se decanta “ahora mismo” por el private debt, el private equity real estate y las infraestructuras, todos beneficiados por el ciclo bajista de tipos de interés, ya que implica menores costes de financiación, mayor en atractivo sobre inversiones monetarias y dotan a las carteras de un componente anticíclico. También ve nichos de mercado atractivos, “como es el de secundarios de private equity vía fondos de inversión, “cuya valoración ha caído y presenta precios de entrada muy atractivos”.
Poniendo la lupa para detectar más oportunidades
Santolaya también ve oportunidades en ciertos segmentos del private equity, que, aunque “también tiene sus ciclos y siempre hay oportunidades dentro de cualquier estrategia, actualmente hay algunas que pueden tener mayor protagonismo que otras”. En este punto, el experto cita al mercado secundario de private equity: las demoras en las distribuciones, la necesidad de liquidez de los gestores y los fondos de continuación son, sin duda, una buena opción para construir cartera a buenos precios y plazos menores, a juicio de Santolaya. También ve con buenos ojos al venture capital, aunque aquí matiza que “con mucha prudencia”. El experto admite que ha sufrido correcciones en precio muy relevantes y que compañías que ya eran buenas hace tres años, “ahora están a unos precios incluso mejores”. También aclara que las compañías que estaban bien capitalizadas “tienen una muy buena oportunidad de crecer y, si se tranquiliza el entorno, tendrán opciones de obtener financiación adicional para su crecimiento”.
Sardà Espuga, mientras tanto, destaca los fondos de private equity pequeños y medianos y las coinversiones. “Los primeros, se están beneficiando de las oportunidades que se han creado tras la pandemia, comprando con descuentos en las valoraciones y del dry powder que se concentra en los grandes fondos de buyouts cuando se trata de vender, mientras que los segundos están aprovechando la falta de capital derivada de la menor concesión de crédito por parte de los bancos”. Eso sí, es consciente de que cuando los tipos de interés bajen, será bueno para la mayoría de las tipologías, “con lo cual ahora podremos encontrar oportunidades en casi todos los sectores y estrategias”. También menciona a los fondos de secundarios por su mayor capacidad para aprovechar las ineficiencias que se han generado en el mercado los últimos meses: “El inversor busca maximizar retornos disminuyendo el periodo de inversión y justamente esta tipología es ideal en este momento”,
sentencia.
Asimismo, Cloquell apunta que la deuda privada, en términos relativos, continuará asistiendo a crecimientos relevantes “pues las necesidades de financiación no tradicional son cada vez mayores, y las restricciones regulatorias para que las entidades bancarias sean activas financiando dichas necesidades son difíciles de salvar”. Eso sí, reclama una regulación y vehiculización en España que no penalice las inversiones en deuda privada, frente al muy favorable tratamiento del private equity.
Este reportaje apareció en el último Especial de Alternativos publicado por Funds Society en España.