La empresa forestal AF presentó en Montevideo la evolución de sus cuatro fondos (Bosques del Uruguay) y anunció la publicación de su primer reporte anual de impacto, sellando la transición de la empresa de una gestión sostenible a otra más ambiciosa, que mide y fija objetivos tanto sociales como medioambientales y de buena gobernanza.
El “Investor Day”, celebrado en Montevideo el pasado 31 de mayo, tuvo como objetivo responder a la demanda creciente de los inversores sobre esta empresa, creada en el año 2000, que actualmente tiene operaciones en Uruguay, Brasil y Chile, operando en total 100.000 hectáreas forestales.
El primer fondo de AF salió al mercado uruguayo en 2011 y se puede considerar un hito para la modesta industria de asset management local. Al “Bosques del Uruguay I” siguieron el II, III y IV, bajo la forma jurídica del fideicomiso financiero. En total, los cuatro fondos manejan 300 millones de dólares.
Fondos de pensiones, aseguradoras y family offices son los principales inversores de AF, aunque este tipo de alternativo está despertando cada vez más interés.
El primer informe de impacto anual de AF
AF es una firma atenta a los requerimientos de la inversión a nivel global, como demuestran las certificaciones de calidad que le dieron acceso a los mejores mercados de exportación de madera. Ahora, se trata de ir más allá, porque, como explicó el director de la firma, Francisco Bonino, durante las giras internacionales los inversores señalan que las políticas con impacto positivo en lo medioambiental, lo social y el gobierno corporativo serán futuros generadores de ingresos.
¿Qué es un informe de impacto?: en primer lugar, un largo trabajo de consenso y dialogo dentro de la empresa, el difícil establecimiento de unas métricas y, finalmente, el compromiso entorno a unos objetivos cuantitativos.
El reporte de AF, el primero en un género de Uruguay, consta de 23 métricas divididas en ocho categorías.
Así, medidas como el manejo sostenible de las tierras, la puesta en marcha de una economía circular, el cuidado de las comunidades que viven en las zonas de los bosques o la inclusión de mujeres en directorio de la propia empresa se vuelven objetivos escritos y sometidos a revisión anual.
Verónica Ayzaguer, autora del informe y fund manager en AF, explicó que las medidas de impacto positivo, lejos de suponer un costo, redundan en mayores ingresos para la empresa ya que, al obtener una calificación válida internacionalmente, puede servir para atraer a los inversores.
Francisco Bonino señaló que es una cuestión de “convicción” en el directorio de AF, pero también un asunto de sentido común, porque acercarse a las comunidades o preservar la naturaleza protege el negocio a largo plazo.
Rentabilidad, bonos de carbono, inflación
Bonino aportó información sobre el incipiente mercado de los bonos de carbono y destacó su enorme volatilidad, explicando que los inversores se preguntan “si son aire o una oportunidad”.
En AF piensan que los bonos de carbono son una parte del futuro y que la empresa tiene que ser líder en la región en todos los temas ligados a la innovación y el ESG.
La rentabilidad del activo forestal pasa necesariamente por una mirada de largo plazo y como una cobertura ante la inflación: “Es un activo con mucho capex y consideramos que tiene un perfil defensivo ante la subida de los precios. La plantación de bosques tiene una inversión fuerte inicial pero la acumulación de valor casi no tiene costos directos involucrados, por eso constituye una buena protección”, explicó Bonino.