A finales del 2019, la Red Global de Inversión de Impacto (GIIN, por sus siglas en inglés) estimaba, para la inversión de impacto, un volumen total de 715.000 millones de dólares en activos bajo gestión repartidos en 1.720 entidades. Además, según la décima edición de la Encuesta Anual de Inversores de Impacto de la entidad, el 69% de los inversores considera que “la industria está creciendo de forma constante”.
Teniendo en cuenta que se trata de una industria en expansión, y en un escenario socio-económico donde las tendencias sostenibles ganan cada vez más terreno, la inversión de impacto propone una estrategia basada en los resultados positivos que la inversión puede generar en la sociedad. Así, se busca mantener un balance entre el rendimiento económico y los objetivos sociales con los que se plantee la inversión. Tras la crisis del COVID-19, cuyas consecuencias económicas reales siguen bajo la sombra de la incertidumbre, “la capacidad de impacto de las inversiones es ahora más necesaria que nunca para abordar las consecuencias sociales y económicas a gran escala de la pandemia”, aseguran desde GIIN.
Ahora bien, ¿cuál es el estado real de la industria de inversión de impacto? A nivel geográfico, el 79% de los encuestados están localizados en Estados Unidos y Canadá o en el continente europeo. No obstante, la mayor concentración de inversores de impacto se da en la primera región (45%). A nivel nacional, la mayor parte de los encuestados tiene sus oficinas en los Estados Unidos, seguido por el Reino Unido, Canadá y Países Bajos. Además, las inversiones de impacto se llevan a cabo tanto en mercados desarrollados como emergentes, con un 48% y 43%, respectivamente, según los datos de GIIN.
La primera edición de esta encuesta, publicada hace 10 años, ya dejaba patente la presencia de la inversión de impacto en el sector. Según los datos de la entidad, el 85% de los inversores en 2010 usaban ya sistemas propios de inversión de impacto, mientras que un 13% recurrían a las participaciones y solo un 2% requerían los servicios de un tercero.
Una década después, 9 de cada 10 encuestados asegura usar alguna herramienta o sistema de medición. “Numerosos estándares de medición, herramientas y marcos se han desarrollado junto a la industria. Ahora, el inversor promedio utiliza tres herramientas diferentes para medir y administrar su impacto: seleccionar objetivos de impacto, orientar las expectativas y medir y optimizar el mismo”, añaden desde GIIN. Según la entidad, esto ha permitido a los inversores mejorar su gestión de impacto, ya que “la industria ha pasado de buscar la aceptación a la integración del impacto en todas las etapas del proceso de inversión”.
Si bien los principales avances se han producido en la investigación de mercado, tendencias, desempeño y práctica, así como en el desarrollo de la medición y la gestión, aún quedan importantes desafíos para la industria. Según los encuestados, el mayor reto es la falta de una base de capital apropiada en todo el espectro riesgo/rendimiento (56%). No obstante, para el 48% de los participantes, el desarrollo de la medición y la gestión es también un “importante desafío”, pese a los avances registrados.
De cara a los próximos cinco años, los inversores aseguran que el reto más importante será el denominado impact washing (66%). Del mismo modo, la segunda y tercera preocupación más destacada han sido, respectivamente, la incapacidad de demostrar los resultados del impacto y la falta de comparación equitativa con otras entidades. Desde GIIN, subrayan la necesidad de avanzar en las prácticas de medición y gestión (IMM, por sus siglas en inglés), especialmente, en la recolección transparente de datos comparables.
Ante el mayor riesgo en el horizonte, la crisis del coronavirus, los inversores mantienen la calma. Un 57% aseguró que no veía probable cambiar el volumen de capital que tenían pensado invertir en inversión de impacto en 2020. Del mismo modo, en lo referente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, los inversores no creen que la pandemia afecte a sus estrategias específicas de cara a los próximos cinco años, según GIIN.
Clima y capital catalizador: las dos tendencias de la inversión de impacto
La crisis climática sigue siendo el principal objetivo de los inversores de impacto. El 68% de los encuestados contribuye a la lucha contra el cambio climático a través de sus inversiones y un 76% lleva a cabo inversiones directas en este campo. En este aspecto, más de dos tercios de los inversores busca prevenir el riesgo físico que supone el cambio climático como la subida del nivel del mar o los cambios en los patrones meteorológicos.
No obstante, la segunda gran tendencia que dentro de la inversión de impacto es, según GIIN, el denominado “capital catalizador”. Este tipo de inversión se caracteriza por asumir riesgos elevados y/o beneficios bajos, en comparación con la inversión tradicional para generar a cambio un impacto positivo y posibilitar la inversión de terceros que de otra manera no sería posible. Además, puede tratarse de deuda, equity o avales, así como otros instrumentos de inversión.
Según la encuesta, esta estrategia permite a los inversores genera un impacto positivo, a la vez que juegan diferentes roles en las estructuras de capital catalizador. El 78% de los encuestados ya han participado en alguno de estos planes o pretende hacerlo en el futuro. Asimismo, más de dos tercios de las firmas encuestadas ya están involucrados en una de estas estructuras, bien como proveedor de capital, participando en una transacción que incluye este capital o recaudando capital catalizador entre los inversores.
Principalmente, en estas operaciones las entidades encuestadas suelen operar como proveedores de capital. Según GIIN, el 144 de las firmas encuestadas habían suministrado capital catalizador. De estas, un 27% eran gestoras de activos, el 22% fundaciones y un 20% estaba constituido por gestoras sin ánimo de lucro. En total, los inversores pusieron en marcha 3.500 millones de dólares en capital catalizador en 2019.
Estos fondos se utilizan para promover el desarrollo de diferentes áreas como, por ejemplo, innovación, modelos específicos de negocio, poblaciones en vías de desarrollo o inversiones en un estado muy temprano. Estas áreas coinciden, a su vez, con las razones que llevan a los inversores a proporcionar el capital, según la encuesta. Además, un 69% de los participantes subraya que el capital catalizador se utiliza, sobretodo, porque se proponen ideas de negocio, modelos de financiación u objetivos de mercado novedosos.
Sin embargo, poco más de la mitad de los encuestados, un 51%, no ha invertido dinero en una de estas operaciones. Según GIIN, esto se debe, principalmente a que no encaja con sus modelos de inversión. No obstante, destacan otras razones, como ciertos retos logísticos relacionados con habilidades específicas, la selección de acuerdos o la disponibilidad de co-inversores.