La industria de las telecomunicaciones en Europa se aproxima a una nueva generación con grandes cuestiones para los operadores de redes móviles, los políticos, los consumidores y las empresas. La capacidad de la tecnología 4G actual para gestionar la creciente demanda de tráfico, liderada por el consumo de video, se está acercando rápidamente a su fin.
Se estima que la capacidad del 4G en las grandes ciudades europeas se agotará en torno al 2021 y, para entonces, se precisarán de medidas de gran coste e impopularidad para “densificar” la red -incrementando el número de torres y antenas en áreas de mucho tráfico- para satisfacer el crecimiento del tráfico.
Las tecnologías avanzadas 5G representan la mejor solución, y la que menor coste conlleva, de evitar la densificación a corto plazo y adaptarse al aumento del tráfico. En Europa, sin embargo, gracias en parte al uso generalizado de planes de datos ilimitados y precios relativamente bajos, la monetización del crecimiento del tráfico es un desafío importante, y la inversión en infraestructura 5G está ya lejos de la que están realizado países asiáticos y EEUU.
Aunque los operadores en Europa no han estado inactivos -una compañía de telecomunicaciones escandinava afirma haber creado la primera red comercial 5G-, la transición no se está produciendo lo suficientemente rápido. Nadie se beneficia si Europa se retrasa. Los consumidores no podrán aprovechar al máximo las últimas tecnologías o aplicaciones avanzadas, como la traducción en tiempo real, los dispositivos médicos conectados y la realidad aumentada. Las empresas no podrán aprovechar al máximo las aplicaciones de Internet de las cosas (IoT) y de la Industria 4.0, lo que afectará su competitividad global.
Las naciones europeas y la UE en su conjunto no se darán cuenta de las contribuciones completas que el sector inalámbrico puede hacer, directa e indirectamente, a sus economías. Los países europeos también se encontrarán en desventaja competitiva con respecto a otras naciones en el ámbito global para el desarrollo de nuevos negocios y empleos. Todo esto parece innecesario a nivel macro, ya que la investigación ha demostrado que la amortización económica de la inversión en infraestructura digital es extraordinariamente rápida, normalmente inferior a un año.
Europa y su industria de telecomunicaciones móviles tienen la oportunidad y la obligación de resolver el problema del crecimiento exponencial del tráfico, pero todos los participantes -operadores de redes, legisladores, reguladores y socios de ecosistemas de telecomunicaciones- deben aumentar su compromiso con 5G. Como argumenta The Boston Consulting Group en su último informe, la industria debe liderar ese compromiso con el apoyo de los demás participantes. A medida que los operadores de red evalúen las inversiones en infraestructura, deben pensar en las oportunidades de nuevas estructuras de precios y productos y servicios que mejoren las capacidades de red presentes. Seguir con 4G no es una opción sostenible. Tampoco lo es construir y operar con una red 5G mediante modelos de negocios 4G.
El 4G más allá del hogar
Europa se enfrenta a tres problemas interconectados para las redes móviles: crecimiento exponencial del tráfico, densificación insostenible en algunas áreas y pocos incentivos para invertir en la construcción de redes.
En primer lugar, la demanda de tráfico móvil continúa creciendo exponencialmente, impulsada principalmente por aplicaciones de video, y se espera que este crecimiento continúe durante, al menos, la próxima década. Las previsiones de crecimiento del tráfico varían entre países y operadores, pero según el Cisco Visual Networking Index, los gigabytes consumidos (GB) por usuario cada mes variaron desde los 0,7 GB a los 4,4 GB a finales de 2017, y se espera que las tasas de crecimiento aumenten entre un 30% y un 58% hasta el 2021.
¿El 5G al rescate?
Las tecnologías 5G pueden aumentar notablemente la capacidad de la red y reducir el coste. Esto es el resultado de dos factores: la capacidad de la tecnología 5G de utilizar mucho más espectro (cientos de megahercios contra decenas de megahercios) y nuevas tecnologías, como antenas de múltiples entradas y múltiples salidas masivas, que juntas pueden multiplicar por siete la capacidad respecto a la configuración actual 4G de última generación.
El problema es que muchas empresas europeas de telecomunicaciones tienen poca capacidad de monetizar el tráfico bajo planes de datos ilimitados, lo cual se prevé al analizar los costes de red de los operadores.
Al examinar los costes de un operador medio en una gran ciudad europea, comenzando con el gasto de capital real y opex de 2013 a 2018, el típico ciclo de inversión 4G, las proyecciones del BCG muestran que los costes de atender una mayor demanda de tráfico con tecnología 4G se triplicarían de 2020 a 2025, impulsados principalmente por la densificación de las áreas geográficas.
Sin embargo, bajo un escenario 5G, un operador no necesitaría recurrir a la densificación de la red hasta el 2025, con la excepción de algunos puntos determinados. Como resultado, su gasto promedio anual en la red sería aproximadamente la mitad de lo que sería bajo 4G, aunque el coste absoluto sería un 60% más alto que en el período de referencia, de 2013 a 2018, lo que constituye un serio desafío financiero para las empresas de telecomunicaciones. Este desafío causa que los operadores móviles vacilen y se demoren.