Desde Fidelity International consideran que las empresas de redes sociales deben crear normas transparentes y no partidistas para los contenidos de sus plataformas, así como consejos de supervisión independientes para garantizar que las normas se aplican de forma justa y coherente. De lo contrario, como demuestran las consecuencias de las elecciones estadounidenses, muy polarizadas, podrían enfrentarse a amenazas normativas, sociales y financieras para su viabilidad empresarial a largo plazo.
“Internet ha transformado la economía global. Pero la llegada de gigantes de las redes sociales como Facebook o Twitter han traído nuevos dilemas éticos. Estos debates afectan directamente a la sostenibilidad y a la rentabilidad a largo plazo de las compañías de nuestro universo de inversión”, expresan los autores del informe.
Concretamente, desde Fidelity International, prestan especial atención a cuatro dilemas éticos: la desinformación, y el compromiso de un debate veraz y honesto en las plataformas sociales, el fraude online y la necesidad de proteger a los usuarios, salvaguardar la privacidad de los usuarios y su derecho a ejercer control sobre sus datos y la lucha contra los contenidos nocivos (por ejemplo, racismo, discriminación sexual, incitación al delito, etc.) y fomento del bienestar de los usuarios.
El deber de salvaguardar la libertad de expresión
“La amarga naturaleza de las elecciones en Estados Unidos y la censura de Donald Trump en diferentes redes sociales después del ataque contra el Capitolio, han abierto un acalorado debate sobre el derecho a la libre expresión y quién controla lo que se publica”, alertan los expertos de Fidelity.
El alcance mundial de Facebook y Twitter hace que sean inversiones atractivas. “Pero creemos que su dominio en la publicación en internet significa que tienen el deber inherente de garantizar la imparcialidad, la veracidad y la salvaguarda de la libertad de expresión”, valoran. Sin embargo, si las empresas de medios sociales no lo hacen, los expertos de Fidelity advierten que se arriesgan a sufrir daños en su reputación y a que los políticos les impongan regulaciones punitivas para contrarrestar los prejuicios percibidos.
“Incluso podrían convertirse en entidades similares a las empresas de servicios públicos. Esto preservaría sus monopolios, pero a costa de una fuerte regulación que podría obstaculizar su capacidad de innovación y crecimiento”, analizan.
Sin embargo, no se puede esperar que las empresas de internet luchen por sí solas con cuestiones filosóficas en torno a la libertad de expresión. Es la sociedad en su conjunto la que debe decidir qué es y qué no es aceptable. “Las empresas de redes sociales pueden tomar medidas para abordar la cuestión en cierta medida, pero los gobiernos y los reguladores independientes deben desempeñar un papel central en la elaboración de buenas directrices, centradas en promover el debate abierto sin que se desvíe hacia la desinformación y el abuso”, señalan desde la entidad.
Trazar la línea entre la libertad de expresión y la incitación
Actualmente, según explican desde Fidelity, las empresas de redes sociales de Estados Unidos se benefician de poder reclamar una indemnización por las opiniones expresadas en sus plataformas. Asimismo, se reservan el derecho de prohibir la entrada a quien quieran por cualquier motivo. También pueden suprimir noticias importantes de la prensa si así lo desean. “Esto da a las empresas de medios sociales un inmenso poder que ejercen de forma desigual”, valoran desde la entidad.
Un ejemplo de la falta de marcos legales es lo ocurrido en Cloudfare. En 2017, la empresa retiró de internet un sitio web neonazi tras una violenta concentración de extrema derecha en Virginia. Había fuertes justificaciones para tal medida. Sin embargo, los ejecutivos de Cloudflare habían defendido anteriormente el alojamiento de una serie de foros desagradables con el argumento de la libertad de expresión. Tras el incidente de Charlottesville, el director general comentó: «Literalmente, me desperté de mal humor y decidí que no se debería permitir a alguien así en internet». “
“Puede que haya sido frívolo, pero esta declaración y otras acciones de las empresas de redes sociales muestran la falta de marcos claramente definidos en torno a la moderación de la expresión online”, señalan desde Fidelity International.
Facebook se ha manifestado sobre la necesidad de estos marcos. Su director general, Mark Zuckerberg, comentó recientemente: «Sería muy útil para nosotros y para el sector de internet en general que existieran normas y expectativas claras sobre algunas de estas cuestiones sociales en torno a cómo deben tratarse los contenidos, en torno a cómo deben tratarse las elecciones, en torno a qué normas de privacidad quieren ver los gobiernos, porque todas estas cuestiones tienen contrapartidas».
Las empresas de redes sociales deben actuar ya
“Creemos que las empresas de redes sociales deben tomar la iniciativa de vigilar sus redes y no esperar a la regulación gubernamental, lo que puede generar costes adicionales, pero serán mucho menores que los costes de la inacción”, advierten.
Empresas como Facebook ya reconocen la necesidad urgente de un nuevo enfoque y están tomando medidas para reducir la polarización política y mejorar la calidad de la supervisión y revisión de contenidos.
Para los expertos de Fidelity International, los consejos de supervisión independientes pueden formar parte de la solución, al menos hasta que se desarrollen marcos más permanentes. “Estos consejos podrían estar formados por abogados, académicos, periodistas y expertos políticos, y funcionar con un papel casi judicial para revisar casos, supervisar contenidos y contribuir a las políticas. Las empresas de redes sociales pueden crear estos paneles por sí mismas, como ha hecho Facebook”, explican.
Sin embargo, es importante que se les considere independientes y equilibrados para que tengan credibilidad ante el público y se les considere una alternativa legítima a una regulación dura. “Los casos insólitos, como el de Trump, no harán más que proliferar con el tiempo, ya que las redes sociales ejercen cada vez más influencia en nuestras vidas”, concluyen.