El Internet de las Cosas (IoT), es la tecnología consistente en la comunicación entre dispositivos o ‘cosas’ mediante su conexión a Internet, tiene una presencia cada vez mayor en nuestra vida diaria. Aunque una de sus aplicaciones más conocidas es en el mundo de la domótica (conjunto de técnicas orientadas a automatizar una vivienda), su empleo tiene posibilidades casi infinitas, como en la agricultura, el transporte, la logística y hasta en la sanidad.
Lavadoras inteligentes, frigoríficos que avisan de cuándo va a caducar un determinado producto, programación remota de la calefacción, alarmas de videovigilancia inteligentes… el Internet de las Cosas está pensado para facilitar el día a día de aquellos usuarios que dispongan de estos dispositivos. Como tal, su popularidad está al alza, hasta tal punto que uno de los instrumentos basados en IoT más populares, el altavoz inteligente Amazon Echo,se agotó antes de Navidades.
Sin embargo, la generalización de esta tecnología no trae consigo únicamente beneficios y facilidades, ya que su uso conlleva implicaciones especialmente graves en materia de ciberseguridad. Y es que los cibercriminales llevan a cabo ataques cada vez más sofisticados, aprovechándose de las vulnerabilidades en el entorno del Internet de las Cosas, de acuerdo con el Informe de Ciberseguridad anual de Cisco.
De hecho, según la empresa de software F5 Labs, los dispositivos de IoT se han convertido en el principal objetivo de los hackers, sobrepasando a los servidores web, a las aplicaciones y hasta a las bases de datos. Además, esta misma empresa afirma que España ha sido el país que más ataques ha sufrido a través del Internet de las Cosas en la primera mitad de 2018, acumulando el 80% de los ataques de este tipo en todo el mundo.
Hay una amplia variedad de ataques que pueden afectar a los dispositivos del Internet de las Cosas. La Oficina de Seguridad del Internauta menciona, entre otros, el secuestro de dispositivos a cambio de un pago, el robo de información sensible o ataques a la privacidad del usuario.
Con cada vez más aspectos de nuestra vida interconectados a la red, desde la casa hasta la salud, ¿qué pueden hacer los usuarios para protegerse de este tipo de ataques, sobre todo teniendo en cuenta que un sondeo de Affinion desveló que el 77% de encuestados no conoce ni cuenta con herramientas para reaccionar ante un ciberataque?
Proteger nuestra identidad digital
La respuesta está en las entidades bancarias o aseguradoras, y son cada vez más los consumidores que acuden a ellas para hacerse con las herramientas adecuadas que les ayuden a proteger su identidad digital. Precisamente el estudio «Consumer Intelligence Series: Protect.me» de PwC señala a la banca y a las aseguradoras como los sectores en los que más confían los usuarios para proteger su identidad. El informe revela que el 92% de los consumidores considera que las compañías deben adoptar estrategias proactivas en protección de datos, por lo que es esencial que las empresas prioricen la ciberseguridad y la privacidad de los datos de sus clientes.
Entre los beneficios que ofrecen a los clientes destacan herramientas como el rastreo en la red pública, deep y dark web o servicios de atención al cliente que humanizan esta solución encontrando a alguien al otro lado del teléfono o el chat aportando consejos y soluciones como el borrado digital.
Eduardo Esparza, VP General Manager de Affinion España, lo tiene claro: “Con la proliferación de dispositivos inteligentes conectados a Internet de las Cosas, los ciberdelincuentes lo tienen muy fácil para llevar a cabo ataques novedosos que nos pillen desprevenidos. Pero el internauta no debe tener miedo a esta tecnología, sino que tiene que confiar en su banco, su aseguradora o su operador telefónico para que le aporte tranquilidad y seguridad. Para las empresas hay una clara oportunidad basada en el diseño de proposiciones de valor relevantes para sus clientes. Los consumidores necesitan el apoyo de profesionales del sector. No debemos dejarles solos”, asegura.