La industria de la moda tiene un gran potencial para disminuir su huella medioambiental reduciendo la producción de ropa nueva mediante la introducción de prendas más duraderas. También, a través de una producción más limpia y el establecimiento de un sistema de reciclaje textil. Esta es una de las conclusiones de un estudio reciente de Julius Baer, que analiza la relación entre el sector textil y la ESG. La economista Susan Joho analiza los cambios que se están produciendo en el sector, orientados a conseguir una industria más sostenible.
El informe indica que es probable que la transición hacia la ropa sostenible cuente con el apoyo de la normativa nacional, que cada vez es mayor en los principales mercados de consumo desarrollados. También, que, probablemente no será posible conseguir la neutralidad climática total, pero sí reducir la huella medioambiental hasta en un 80%. «A medida que aumenten la calidad y la durabilidad de la ropa, los precios mínimos podrían verse aumentados», asegura el informe.
Algunas grandes empresas relacionadas con el sector textil han realizado diversos esfuerzos para abordar los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Para las que están a la vanguardia, incluidos los mayores minoristas de moda rápida, el interés se centra actualmente en el reciclaje y la búsqueda de materiales más sostenibles.
Las grandes empresas textiles con una calificación ESG superior a la media parecen bien preparadas para ayudar a encontrar soluciones sostenibles escalables y hacer frente a la próxima normativa, ya que participan activamente en varias iniciativas de sostenibilidad, como la investigación de materiales reciclables, la ecologización de sus operaciones y la mejora de las condiciones de trabajo, afirma el informe, que apunta que las calificaciones ESG reflejan el alcance de su implicación.
Consumo textil por regiones
En lo referido al consumo textil regional, Estados Unidos y Australia tienen el mayor consumo medio per cápita, con cifras que alcanzan aproximadamente los 30 kg por año, Les sigue Europa Occidental, economías asiáticas avanzadas, y China, que alcanzan los 20-25 kg. África es el área que menos consumo medio textil per cápita presenta al año: alrededor de 5 kg.
Mientras que los norteamericanos han empezado a reducir ligeramente su gran consumo, los habitantes de China y de otras naciones emergentes están alcanzando a los de los mercados desarrollados, asumiendo sus hábitos de compra. Los países emergentes de Asia, sobre todo China, han sido un motor para la industria mundial de la confección en la última década y podrían seguir siéndolo en la próxima, con un posible desplazamiento de la atención hacia India, que probablemente seguirá teniendo un crecimiento demográfico considerable. En igualdad de condiciones, el consumo mundial per cápita podría seguir aumentando hasta alcanzar los 18 kg en 2030.
El papel de los consumidores
El consumismo ha creado en los mercados desarrollados una sociedad acostumbrada a comprar y desechar constantemente cosas nuevas y a poseer mucho, según refleja el estudio de Julius Baer. «La moda rápida probablemente llevó la curiosidad humana por algo nuevo hasta el extremo, aunque las encuestas han revelado la voluntad de los consumidores de adoptar un estilo de vida más sostenible», según el informe, que aclara que dos tercios de los encuestados afirman que la sostenibilidad es importante para ellos.
Bien es cierto que, en la actualidad, la atención se centra en mayor medida en el plástico, mientras que vestirse de forma sostenible tiene una prioridad menor para la mayoría de las personas y en sus conocimientos sobre sostenibilidad. Este desfase entre actitud y comportamiento se debe a una serie de razones, entre las que la disponibilidad y el precio son las más evidentes. Y es que los precios de los tejidos sostenibles son más caros, según reconoce el informe. «Si a eso añadimos unos salarios justos y las cantidades mucho menores que se producirían, el coste de la moda sostenible podría ser de tres a diez veces superior al de la moda rápida», concluye.
Construir un sistema textil sostenible y circular
Las empresas textiles analizadas por Julius Baer desvelan una gobernanza mejor que la media, posiblemente debido a que entre ellas hay muchas empresas familiares o fundadoras. En cuanto al aspecto social, la de una empresa suele estar en consonancia con su tamaño, lo que significa que una gestión más fuerte suele desarrollarse con el crecimiento lo que, al final, hace que la mayoría de las empresas se sitúen en la media.
En las «puntuaciones medioambientales», el estudio observa que la cadena de suministro y, especialmente, la fase de las materias primas importa mucho más en las emisiones de CO2 y la contaminación que las propias emisiones de una empresa. «En este sentido, el uso de materias primas más sostenibles y reciclables resulta ser un buen comienzo».
Sin embargo, los minoristas ricos podrían experimentar un cambio más rápido si tuvieran la voluntad o la obligación legal de invertir en prácticas más sostenibles con sus proveedores, yendo así más allá de la mera incentivación. El nivel general de sostenibilidad en la muestra del análisis (47 empresas) continúa siendo bajo en comparación con la visión de circularidad total.
La longevidad y durabilidad de la ropa es de gran importancia. Una vez establecido un sistema de reciclaje textil que funcione, éste puede ser un aspecto que se olvide. Por lo tanto, ahora podría ser el momento de establecer mejores prácticas de «reutilización» y «reforma», asegura el informe.
La regla de las 3R
Recoger, reutilizar y reciclar son ideas impulsadas por muchas marcas y se están fomentando debido a la presión de los consumidores. La segunda mano incluso se ha puesto de moda en las grandes ciudades en los últimos años. También está en auge el uso compartido de ropa, es decir, el alquiler.
El uso compartido y la segunda mano son la parte más lucrativa del negocio de los residuos textiles, según el estudio, por lo que es relativamente fácil de establecer y gestionar de forma rentable. Como ejemplo de concienciación y para fomentar la reparación, Francia pagará a los consumidores una subvención a partir de octubre de 2023. Los consumidores pueden ganar entre 7 euros por acciones como arreglar un tacón o un agujero y 25 euros por recomponer, por ejemplo, un forro interior. «El Estado ha creado un fondo de 154 millones de euros para cubrir los costes de este proyecto desde 2023 a 2028″, citan en el análisis.
Para atajar el problema de la ropa de baja calidad, la UE quiere introducir normas mínimas de durabilidad de la ropa para 2025 en su próxima Directiva sobre diseño ecológico. Además, está previsto para 2024 un pasaporte digital para prendas nuevas, con el objetivo de ayudar a proporcionar información y aportar transparencia sobre la procedencia de las materias primas en todo el suministro.
La Directiva Europea sobre Diseño Ecológico establecerá unos estándares mínimos que serán informados en el pasaporte, como puede ser la información sobre circularidad, la composición de las fibras, sustancias químicas de interés y la posibilidad de reparación. «Si se hace bien, es probable que la ropa de mejor calidad se traduzca en precios más altos, lo que, por sí mismo, ayudará a mitigar la moda rápida», concluye el estudio.