Tras el contexto de volatilidad originado en el mercado a raíz del Brexit, no es sorprendente el movimiento de búsqueda de seguridad y un nuevo descenso (otro más) de los tipos en unos bonos que están en mínimos históricos. El bono británico a 10 años cerró por debajo del 1% por primera vez tras el resultado del referéndum, mientras que el Bund alemán se adentró aún más en territorio negativo.
De hecho, recuerda Fidelity, el volumen de deuda con rendimientos negativos es ya superior al conjunto del mercado de bonos corporativos, donde incluso algunos títulos cotizan ya en niveles negativos. “Aunque este fenómeno seguramente no sea motivo de preocupación para muchos en los mercados, sí que plantea un importante desafío a largo plazo a los inversores que demandan rentas, ya que reduce el nivel de rentas que pueden generarse y les obliga a entrar en activos de mayor riesgo en busca de rendimientos”, explica la firma en uno de sus últimos informes de mercado.
Para los inversores que buscan rentas, es evidente que esta situación plantea un importante desafío, ya que las clases de activos tradicionales rentan muy poco o bien presentan unos niveles de riesgo desproporcionadamente altos. Para los expertos de Fidelity es claro que los inversores orientados a las rentas tendrán que replantearse su respuesta ante los rendimientos en mínimos históricos y evolucionar hacia nueva estrategias para poder conseguir rentas sostenibles. «Creemos que existen enfoques multiactivos eficaces que pueden brindar tres importantes formas de lidiar con esta situación:
- Identificar oportunidades menos masificadas a través de clases de activos alternativas.
- Analizar áreas muy concretas de las clases de activos tradicionales, como los bonos.
- Explotar la gestión activa para reducir el riesgo».
En su informe, los portfolio managers de Fidelity Kevin O’Nolan y Eugene Philalithis, junto con el asistente de análisis Ian Samson, abordan cómo estas estrategias pueden aplicarse actualmente a las carteras orientadas a rentas, centrándose especialmente en el papel que desempeñan activos como los vehículos cotizados de energías renovables y la deuda subordinada del sector bancario y, desde un punto de vista más general, en cómo la gestión activa puede reducir los riesgos en el segmento de inferior calidad crediticia de una cartera de rentas.
Estas son sus propuestas
1.- Energías renovables: ¿Una apuesta menos masificada?
A medida que los inversores siguen buscando exposición a clases de activos no tradicionales, áreas como las infraestructuras han acrecentado su atractivo para muchas carteras de inversión. Las infraestructuras ofrecen ingresos indexados a la inflación y, en el caso de las infraestructuras sociales, rentabilidades que no guardan correlación con el ciclo económico.
Sin embargo, a veces ha resultado difícil justificar el refuerzo de esta clase de activos, ya que la fuerte demanda de rentas ha dado lugar a precios que están por encima del valor contable de muchos de los vehículos cotizados disponibles.
Una forma de sortear este problema ha sido buscar opciones “parecidas a las infraestructuras” y, en este sentido, los vehículos cotizados de parques eólicos y solares en explotación son una posibilidad.
En cierto modo, los vehículos cotizados de parques eólicos y solares en explotación ofrecen un grado razonable de previsibilidad. Los marcos de subvenciones públicas en toda Europa proporcionan un grado razonable de previsibilidad en los ingresos que nos ayuda a proyectar los flujos de efectivo (aunque seguirán desviándose considerablemente y dependen de la dirección que tomen los precios de la electricidad). Después, podemos tener en cuenta la depreciación de los activos subyacentes para tener una idea de su valor razonable y determinar si el vehículo cotizado es atractivo.
Indudablemente, las inversiones alternativas presentan sus propios riesgos. En las energías renovables, está el riesgo de que el viento no sople o el sol no brille. Sin embargo, ahora los paneles solares generan electricidad en los días nublados, incluso en el Reino Unido.
2.- La deuda subordinada del sector bancario
Mientras muchos inversores ponen la vista en las alternativas a las clases de activos tradicionales, otros han descubierto nuevos nichos dentro de las inversiones tradicionales, como la deuda subordinada del sector bancario o AT1 (Additional Tier 1). Los rendimientos de este tipo de bonos son más altos, por el mayor riesgo que asumen los inversores: otros bonistas tienen prioridad en la estructura de capital del banco y la deuda AT1 puede convertirse en capital en caso de que un banco sufra dificultades financieras. Pero dado que esta clase de activos es relativamente nueva y los bonos conllevan riesgos específicos, se pueden conseguir recompensas realizando el análisis fundamental y la selección de títulos como gestores activos.
En los días posteriores al referéndum, la deuda subordinada del sector bancario cayó con estrépito, sobre todo la emitida por los bancos europeos. Pero debido a sus rendimientos superiores al 6% y las mejores oportunidades disponibles a resultas de la volatilidad del mercado, podríamos estar ante una opción atractiva para los inversores que buscan rentas, siempre que el tamaño de las posiciones sea el adecuado.
Ahora que los bancos europeos han recorrido ya más del 50% de la distancia que les separa de los requisitos de capital que deben cumplir en 2019 según Basilea III, la deuda subordinada del sector bancario debería beneficiarse de un menor volumen de emisiones, lo que supone un importante impulso técnico.
“A corto plazo, los mercados probablemente sigan sufriendo volatilidad mientras dure la resaca del referéndum británico. Falta por ver qué consecuencias tendrá el resultado en Europa, no solo en los datos económicos y el sentimiento, sino también en el proyecto político europeo en su conjunto. Sin embargo, creemos que los inversores orientados a las rentas pueden seguir generando rentas sostenibles y protegiendo el capital a largo plazo centrándose en inversiones diferenciadas dentro del universo de los activos alternativos, en áreas concretas de los activos tradicionales y, sobre todo, en la gestión activa”, concluye Fidelity.