La inversión como un medio y no solo como un fin en la lucha contra la pobreza es la base de la tesis de inversión de Jacqueline Novogratz, fundadora y directora ejecutiva de Acumen, un fondo de capital de riesgo global sin fines lucrativos. Autora de El suéter azul: acortando distancias entre ricos y pobres, Novogratz dejó su carrera en banca internacional para encontrar nuevas formas de enfrentarse a la pobreza: a través de la inversión.
Tras sus primeras experiencias en el continente africano, Novogratz fundó Acumen, un fondo de capital riesgo sin ánimo de lucro que invierte en pequeñas empresas de países en vías de desarrollo, principalmente de Asia y África. “Cuando, en 2001, se creó Acumen, nos propusimos crear un nuevo tipo de institución, que pudiera cerrar la brecha entre el impacto social de la filantropía pura y la eficiencia y la escala de los mercados”, aseguran desde la entidad.
Novogratz se refiere a esta nueva filosofía de inversión filantrópica como capital paciente, un modelo que trata de actuar como vía alternativa a la ayuda al desarrollo. En este sentido, el capital paciente consiste en la inversión temprana en una empresa social, donde el objetivo final no son los altos retornos financieros, sino “servir de puente entre el enfoque del mercado (basado en la eficiencia y la escala) y la filantropía pura”. Como características principales de este tipo de inversión, desde Acumen señalan una «alta tolerancia al riesgo, el repago a largo plazo del capital invertido, apoyo post-inversión necesario para el crecimiento y su impacto social».
En palabras de la propia Novogratz, el capital paciente es “un modelo que realiza inversiones disciplinadas (préstamos o equity, no donaciones) que producen beneficios tanto sociales como financieros”. En este sentido, la autora asegura que, para ello, es necesario desarrollar la “imaginación moral”. Un concepto al que Novogratz hace referencia en su libro y que define como la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, para pensar estratégicamente y desarrollar empresas que sirvan a los pobres.
Este tipo de estrategias normalmente invierten en proyectos innovadores, altamente ambiciosos y a los que a veces se puede tachar de “alocados”. Sin embargo, en 2019, Novogratz llevaba invertidos a través de Acumen casi 100 millones de euros en 102 empresas de 13 países de África, Asia, América Latina y Estados Unidos. La entidad invierte en un total de ocho sectores que cubren desde la agricultura hasta la inclusión financiera, pasando por los servicios sanitarios. En 18 años, la entidad ha conseguido recaudar 30 millones de dólares para agricultura y 28 millones para energía, entre otros sectores.
Asimismo, desde Acumen también subrayan que, frente a otras características de la inversión de impacto, como que se desarrolle en un entorno constantemente dinámico, los límites presupuestarios a los que está sometida, el restringido capital humano y la carencia de sistemas de medición, el capital paciente tiene mayor capacidad de adaptación.
Una nueva forma de medir el impacto: Lean Data
Otro de los puntos en los que Novogratz hace especial hincapié es el de la correcta medición del impacto de las inversiones socialmente responsables. Por ello, en Acumen han desarrollado una nueva aproximación a la medición de impacto: Lean Data. Este proyecto, creado con el objetivo de entender cómo las inversiones afectan a las vidas de aquellos en situación de vulnerabilidad, busca “poner la voz del consumidor en el centro del análisis”, subrayan desde la entidad. De este modo, en lugar de medir el impacto a través de los datos que genera la empresa, en Acumen dirigen su estudio a la experiencia del cliente, comprobando el efecto directo que ha tenido el proceso de inversión.
Este método, que cuenta con las garantías del Aspen Network of Development Entrepreneurs y del Omidyar Network, supone la aplicación de principios de experimentación brutos en la recopilación de datos de impacto social. Con esto, Acumen propone dos cambios: uno dirigido a la creación de valor para una empresa y sus clientes y otro centrado en métodos y tecnologías de investigación eficientes y rigurosas. Por un lado, este modelo permite reducir costes de análisis y, por otro, ofrece soluciones directas que pueden ser implementadas con facilidad en el modelo de negocio de la empresa. Además, el Lean Data permite adaptarse a las incertidumbres y complejidades propias de la construcción de una empresa social.
A principios de 2014, el equipo de Acumen ya comenzó a desarrollar este modelo aplicando sus principios a un proyecto en colaboración con Ziqitza, proveedora india de ambulancias y servicios de emergencia médicos. El plan consistía en enseñar a los empleados del centro de llamadas en dos estados, Punjab y Orissa, a realizar una entrevista telefónico a los clientes. La encuesta estaba basada en el Índice de Probabilidad de Pobreza (PPI, por sus siglas en inglés), un estudio desarrollado por la Fundación Grameen. Entrenar a los teleoperadores no costó más de un día y, un mes después, la compañía ya había encuestado a 1.000 de sus clientes.
Los resultados revelaron que tres cuartas partes de los clientes de Ziqitza vivían por debajo del umbral de pobreza y, además, que sus consumidores eran, sobretodo, mujeres embarazadas. Además, los datos también reflejaban áreas de mejora para la empresa. En la zona rural de Orissa, por ejemplo, la penetración de Ziqitza entre la población que se encontraba en ese momento por debajo del umbral de pobreza no alcanzaba el promedio estatal en 11 puntos porcentuales.
Actualmente, la organización tiene disponible en su página web una guía que permite implementar el modelo Lean Data a cualquier proyecto. Además, según sus datos, ya han sido encuestados 85.000 clientes a través de esta metodología en 33 países diferentes. Del mismo modo, según Acumen, en los países en los que actúa, 150 empresas sociales y organizaciones sin ánimo de lucro ya utilizan Lean Data para registrar su impacto.
“Nunca en la historia hemos tenido tantas habilidades, recursos, tecnología e imaginación para crear un futuro en el que todo ser humano, sea rico o pobre, tenga la oportunidad de vivir una vida de gran propósito», aseguraba Novogratz en su última entrevista con la Fundación Open Value. En un escenario en el que dos tercios de la población mundial aún vive en situaciones de exclusión económica, la economista aboga por la búsqueda de nuevos enfoques para obtener iniciativas innovadoras.
Para elegir en qué proyectos invertir, Acumen utiliza una estrategia basada en ocho principios básicos como, por ejemplo, comprender los problemas de pobreza que afectan a las zonas en las que actúan y movilizar el capital de modo que permita desarrollar soluciones innovadoras o la correcta medición y gestión del impacto para crear cambios efectivos.