La innovación financiera adquiere cada día más protagonismo. Por ello, los bancos estudian la posibilidad de emitir una nueva forma de dinero: una moneda digital de banco central, conocida como CBDC (central bank digital currency, en inglés). Para coordinar esta labor de estudio e investigación, los bancos centrales de Canadá, Japón, Suecia, Suiza, Reino Unido, Estados Unidos y el Banco Central Europeo y el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) han emitido un informe conjunto sobre esa emisión.
En el informe, se considera esencial cooperar para prever los efectos indirectos internacionales que pueden generarse por la emisión de dinero digital de bancos centrales, dado que la emisión y las opciones de diseño dependerán de cada banco central.
En primer lugar, las entidades destacan que el uso del dinero digital supondría un mejor medio para distribuir y utilizar el dinero, ya que mitigaría riesgos como la falsificación, fomentaría la inclusión financiera y podría mejorar los pagos transfronterizos y la transparencia en los pagos.
Asimismo, la emisión de dinero digital también requiere un equilibrio entre reducir riesgos, como el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, y mantener el anonimato de determinadas operaciones. Por otro lado, la existencia de una CBDC remunerada generaría cambios en las tasas de interés. Para que este sistema sea eficaz, el BIS advierte que las tasas de interés tendrían que ser competitivas, lo que también afectaría a la estabilidad financiera.
No obstante, el informe también señala también el posible efecto para la estabilidad financiera si la emisión del dinero digital afectara a la intermediación de los bancos supervisados por aumentar la adquisición del dinero digital con las consecuentes pérdidas de depósitos.
A la hora de emitir una moneda digital de estas características, el BIS subraya que se deben apoyar el cumplimiento de los objetivos de políticas públicas, así como han de complementarse entre sí con las formas de dinero ya existentes. Además, han de aportar innovación y eficiencia para otorgar seguridad a los usuarios.
Para poder cumplir con estos principios, el informe enumera una serie de características de la CBDC, el sistema y su marco institucional. En primer lugar, el instrumento ha de ser convertible, conveniente, aceptado, disponible y de bajo coste. Además, en lo referente al sistema, este ha de ser, según las entidades, seguro, instantáneo, resistente a interrupciones operacionales, disponible, capaz de procesar elevado número de transacciones, capaz permitir el flujo entre sistemas públicos y privados y flexible ante el cambio de condiciones.
Por último, el BIS subraya que, en lo referente al marco institucional la CBDC ha de contar con una autoridad sólida que respalde la emisión y ajuste del sistema a las normas reglamentarias apropiadas. Por otro lado, el informe define una serie de características en relación al diseño de esta moneda. En cuanto a los instrumentos, el BIS considera “fundamental saber si la moneda digital devengará intereses y si se impondrán límites a las existencias individuales”. En lo referente a los libros de cuentas, la entidad destaca cinco factores clave para su diseño: la estructura, la autenticación del pago, la funcionalidad, el acceso y la gobernanza.
Además, el informe advierte que emitir una CBDC requerirá “un gasto de capital y existirán costes de funcionamiento, por lo que la clave del diseño será definir quién soportará esos gastos: los usuarios públicos, los bancos o los proveedores de servicios”. Para que la tecnología empleada sea la adecuada, las entidades recuerdan que debe ofrecer una variedad de opciones de pago fáciles para que todo el mundo tenga acceso a su uso y no sea exclusivo de los que cuenten con instrumentos tecnológicos modernos.
Asimismo, ha de proporcionar seguridad y resistencia para la protección de los datos comparando entre la tecnología de libro mayor distribuido (DLT) o un libro mayor centralizado con un número reducido de centros de datos. También, debe de contar con un sistema rápido y expansible, que pueda ejecutar un elevado volumen de transacciones a un coste ajustado; ser interoperable, es decir, que cuente con acuerdos de pago que permitan las transacciones entre cuentas; y ser flexible, adaptándose a los cambios producidos por la evolución del entorno.
“Los bancos centrales que han participado en este informe reconocen la prioridad de este asunto para responder a la innovación constante en los sistemas de pagos y la tecnología. Por ello, quieren continuar con el estudio de las implicaciones prácticas de las CBDC”, añaden desde el BIS. En este contexto, la entidad pide la colaboración y el intercambio de información y seguirá promoviendo que cooperen otros bancos centrales y agentes.