La edad media a la que los niños/as piden su primer teléfono móvil es a los 9 años, pero un 27,7% ya lo han solicitado con 7 años o menos, según el I Estudio y Decálogo sobre niños y móviles para fomentar una introducción segura a la tecnología elaborado por la compañía tecnológica noruega XPLORA.
Más de 7 de cada 10 padres y madres entrevistados (73%) señala como motivo para comprarles su primer móvil “la tranquilidad que supone estar en contacto con su hijo/a”. De hecho, poder saber dónde se encuentran los pequeños es valorado por el 46% de los padres. El porcentaje de madres que destacan la necesidad de comunicarse con sus hijos-as por un motivo concreto es superior al de los padres que subrayan este mismo motivo (50% de las madres frente al 37% de los padres).
Al 77,3% de los padres y madres les preocupa el acceso que permiten los smartphones a contenidos inadecuados para la edad de los menores, un dato que asciende hasta el 87% en el caso de los padres y madres de más de 45 años. El contacto con ciertas personas sin supervisión parental preocupa al 72% de las madres y al 61% de los padres.
La característica más valorada a la hora de elegir el primer teléfono para sus hijos-as es que disponga de control parental, destacado por el 81% de los progenitores. Son los padres y madres más jóvenes los que muestran más preocupación por el cumplimiento de la Ley de Protección de datos en los teléfonos de sus hijos-as, característica valorada por el 37% de los padres y madres menores de 34 años, mientras que solo el 21% de los padres y madres mayores de 45 años destacan este aspecto.
XPLORA, junto con la experta en familia y tecnología María Zabala, han elaborado el I Decálogo XPLORA sobre niños y móviles, una serie de recomendaciones para padres y madres que educan en tiempos de Internet:
1. Definir el propósito
Cada familia es diferente y tiene costumbres, convicciones o necesidades distintas. Si estás pensando en que tus hij@s tengan móvil, reflexiona sobre si ellos lo necesitan o lo necesitas tú. Pensad en el propósito de ese dispositivo y en las ventajas o los inconvenientes reales.
Quizá existan circunstancias familiares que hagan necesaria esa comunicación o necesidad de localización. Quizá simplemente quieres que exista una opción de aprendizaje progresivo para cuando, más adelante, sí haya un móvil en sus manos.
En función de las variables, piensa en la familia y en por qué hace falta ese dispositivo. Hazlo con coherencia, no solo teniendo en cuenta opiniones ajenas, sino también pensando en vuestras necesidades o intereses como familia.
2. Pensar en los niños
Piensa en cómo es tu hij@ y en vuestra relación, en su edad e incluso en sus aficiones. Todo eso influirá en cómo use un móvil y en los conflictos que puedan surgir. Piensa en tu propio perfil digital, porque lo que el menor vea en casa influirá sobre su propia vida tecnológica. que te cuente sobre ese uso. Porque no es lo mismo que tu hij@ sea sedentari@ y tímid@ a que sea activ@ y extrovertid@. No es lo mismo que tenga 5, 8 ó 13 años.
No es lo mismo que tenga muchas aficiones distintas a que lo único que le guste sea ver la tele. No es lo mismo que pase mucho tiempo solo en casa a que siempre esté contigo. No es lo mismo si tú miras siempre tu móvil o si no quieres ni oír hablar se videojuegos o redes. Los niños no van a pensar en todo esto; los adultos somos nosotros y es nuestra responsa
dar a nuestros hijos las experiencias que realmente necesitan.
3. Potenciar un acceso gradual
Antes de tomar la decisión de poner un dispositivo móvil en las manos de tus hijos, piensa en qué relación tiene –si la hay- con otros aspectos de la tecnología. Hay niños sin móvil a los que ya les cuesta dejar la consola y niños sin móvil que pasan horas viendo vídeos. Hay niños que respetan las normas de casa y otros que se las saltan en cuanto pueden. Si el primer contacto de tu hijo con dispositivos con la posibilidad de comunicarse es ya un smartphone, las opciones serán infinitas y no sabrá gestionarlas.
Piensa en si ya hay hermanos con móvil en casa, o en si tú le dejas el tuyo cada vez que te lo pide. La tecnología llega a la vida de nuestros hijos, en la mayoría de los casos, porque nosotros lo decidimos, así que ir abriendo la experiencia poco a poco, con otros dispositivos más adecuados para su edad, como en todo, es fundamental.
4. Tomar la decisión
Los niños aprenden a pedir muy pronto. Y somos los educadores quienes vamos decidiendo cómo gestionar su acceso a distintas experiencias o cosas en función de múltiples variables. Seamos los padres y madres quienes tomemos la decisión de incorporar un móvil a sus vidas. Eligiendo el momento, evitando que sea la respuesta a una rabieta o a un capricho, no asociando la entrega del dispositivo a un regalo.
Y muy importante: formar parte nosotros, con claridad, del cómo nos gustaría que nuestros hijos utilizaran el dispositivo.
5. Conocer las alternativas
El 50% de los niños españoles de 11 años tiene un smartphone propio, según datos del INE. Y sí, parece que cuando se decide que el niño tenga móvil, la primera opción es siempre un teléfono inteligente. Pero hay más.
En función de tus necesidades o intereses, infórmate, porque puedes estar en contacto con tu hijo o saber dónde está o responder a sus peticiones de muy distintas maneras. Cuando son pequeños, una opción interesante pueden ser los relojes inteligentes con tarjeta SIM y, conforme crecen, el mercado nos ofrece distintas alternativas en cuanto a dispositivos (de nuevo los smartwatches y también otras posibilidades), y no todas son lo mismo ni llevan implícito un mensaje de autonomía total y conectividad abierta.
6. Compartir unas normas
La educación se basa en muchas cosas. El ejemplo, el diálogo, la escucha… y también las normas y los límites. Si, igual que con otros aspectos de la vida familia, somos coherentes desde el principio en cuanto a la relación con la tecnología, tendremos más posibilidades de que el uso de ésta –especialmente por parte de los más pequeños- sea equilibrado y positivo, basado en unos hábitos saludables.
Cuando los padres introducimos tecnología en la vida infantil, ya sea a través de contenidos o de dispositivos, es fundamental hablar con ellos de unas normas que les hagan sentir implicados, que sean sencillas de recordar y asumir y que sean consistentes con lo que ven en casa.
7. Favorecer una autonomía progresiva
¿Qué es lo que va a hacer el menor con el dispositivo? ¿Qué decisiones tendrá que tomar y cuáles son las normas que habéis consensuado? No es lo mismo que solo pueda mirar una pantalla a que solo pueda enviarte mensajes o llamarte a que también pueda navegar por Internet o acceder a redes sociales y plataformas de streaming por su cuenta. Haz que tus hijos vayan ganando autonomía digital en línea con la autonomía que ya les concedas en su vida analógica.
8. Elegir los entornos
En función de la edad y del carácter de los niños y de cómo seáis como familia, decidir en qué entornos digitales se va a mover el menor es fundamental. La constante disponibilidad de pantallas hace que salgamos menos, nos movamos menos o incluso nos relacionemos peor. De ahí la importancia de buscar contenidos y actividades que sean compatibles con lo que nuestros hijos realmente necesitan.
El aprendizaje en el uso de la tecnología, como en todo lo demás, es un camino repleto de experiencias y de toma de decisiones. No todas las actividades digitales están pensadas para niños y adolescentes y no todos los contenidos o dispositivos son inocuos, aunque pueda perecer lo contrario.
9. Abrir conversación
Niños y adolescentes no temen a la tecnología porque no temen probar experiencias nuevas. Les atrae porque forma parte del mundo que les rodea. Pero realmente no saben más de tecnología que padres y madres. Necesitan que demos contexto a lo que ven o leen, que aportemos valores y ayudemos a gestionar emociones, que estemos dispuestos a escuchar y enseñar, sin prejuicios.
10. Prepararse para ser mayor
A las puertas de la adolescencia o ya en plena pubertad, cuando la familia esté preparada para que el menor tenga un smartphone, de nuevo es muy importante elegir el momento de entrega y el modelo. No traslada el mismo mensaje que ese smartphone sea nuevo y de última generación a que sea heredado o liberado.
Ni es lo mismo que tenga datos móviles ilimitados a que la conectividad sin wifi sea más limitada. No es lo mismo que en casa haya barra libre de Internet y ausencia de normas básicas a que haya cierta cultura digital familiar que ayude al adolescente a tomar decisiones sobre cuánto, cuándo, cómo o dónde utiliza el dispositivo.
Finalmente, no es lo mismo que ese móvil esté configurado para un menor de edad que para un adulto. Y por supuesto, llegados a este punto, sea cual sea el dispositivo, entorno y formato de tecnología que usen nuestros hijos, la importancia de seguir hablando y escuchando sigue siendo incuestionable, apoyando previamente esa comunicación en dispositivos enfocados a las primeras edades, como un reloj con tarjeta SIM/ reloj teléfono u otros dispositivos disponibles.