En el planeta existen tantos tipos de personas como modos de gestionar las finanzas personales. Mientras algunos diseñan planes de ahorro a largo plazo, otros ven el dinero como un medio para un fin; o incluso le dan mínima importancia a sus finanzas. No hay una única interpretación de lo que significa el bienestar financiero, y esta variedad de perspectivas nos lleva a preguntarnos cómo se conforman nuestros hábitos financieros, a qué responden, si se trata de conductas heredadas o aprendidas y cómo podemos trabajarlas para hacer una mejor gestión de nuestro dinero.
Para profundizar en todas estas cuestiones, el banco online N26 ha trabajado de la mano con la experta en economía del comportamiento Alice Tapper con el objetivo de explicar y comprender cómo los seres humanos gestionamos nuestro dinero. Tapper es activista financiera, periodista y creadora de la plataforma online de noticias y educación financiera Go Fund Yourself.
A partir de la investigación, durante la cual se entrevistó a más de 1.000 personas a nivel europeo para hablar sobre sus hábitos, necesidades y miedos para con la gestión de su economía personal; se han definido seis personalidades financieras predominantes en las cuales se podría clasificar a la mayoría de las personas teniendo en cuenta su relación con las finanzas. El estudio ha definido hasta seis perfiles financieros.
El estratega
Se trata de personas muy pragmáticas cuando se trata de dinero. Les gusta tener todo bajo control y organizarse con la mirada puesta siempre en el futuro. El estratega tiene la habilidad de gastar de forma intuitiva y responsable y estar siempre al día cuando se trata de conocer nuevas formas de ganar dinero. Sería sin duda la persona que te diría que existen apps en las que te pagan por caminar, por ejemplo.
Sin embargo, para este tipo de personalidad puede suponer un reto el lidiar con problemas personales o preocupaciones económicas inesperadas que puedan impactar en su plan a largo plazo.
El austero
Los austeros tienen una capacidad especial cuando se trata de ahorrar dinero, aunque asumir riesgos financieros o hacer frente a ciertos gastos puede ser un problema para ellos.
Son excelentes ejerciendo el autocontrol, ya que son capaces de ver más allá de la satisfacción inmediata. Pero hay más: a los austeros no sólo se les da bien ahorrar, sino que siempre son los que conocen las mejores opciones relación calidad-precio, y los que se saben todos los trucos para rascar unos céntimos en tus facturas.
El hedonista
Este tipo de personas conciben el disfrute de la vida como algo directamente proporcional a sus gastos. Es por eso que suelen llevar su bolsillo al límite, o incluso vivir por encima de sus posibilidades económicas bajo el lema de carpe diem. El espíritu del hedonista nos recuerda que el dinero, al menos en parte, es para disfrutarlo.
Para los que se identifiquen con este personaje, Alice Tapper recomienda evitar las deudas en la medida de lo posible y trazar un buen plan de ahorro que permita que su estilo de vida no acabe con sus cuentas.
El independiente
Este tipo de personalidad concibe el dinero como sinónimo de libertad, y por eso prefieren invertir en su futuro antes que gastar en sí mismos. Para los independientes el éxito reside en emprender su propio negocio, sentirse dueños de su tiempo y de sus decisiones y la riqueza es un billete para lograr esta independencia. Aunque, a veces, pecan de idealistas soñando, por ejemplo, con una jubilación anticipada, su curiosidad y ganas de aprender son su mayor activo.
El indiferente
Lo más probable es que la gestión de sus finanzas no figure entre sus prioridades, sino que vean el dinero como un medio para un fin: son conscientes de que lo necesitan, pero no es lo que les motiva. Hallan su motivación en vivir experiencias que vayan acordes con sus valores. Los indiferentes nos recuerdan que el dinero no lo es todo. Su actitud despreocupada y desenfadada les dificulta planificar sus finanzas a largo plazo y pensar en cuestiones como su jubilación. Eso sí, son los mejores a la hora de alcanzar una verdadera conciliación familiar-laboral.
El pez gordo
Este último es ambicioso por naturaleza, y entiende el dinero como un sinónimo de estatus. Para ellos, el éxito financiero es motivo de orgullo; significa que han triunfado, que pueden permitirte lujos y agasajar a sus seres queridos para compartirlo con ellos. Si se orienta en la buena dirección, la ambición, motivación y ética de trabajo del pez gordo te permitirán alcanzar grandes logros e inspirar a los demás.
Las razones de la concepción del éxito y amor por el dinero que tiene esta personalidad suelen venir de haber experimentado algún tipo de inseguridad financiera durante su infancia.
La fuerza de los genes
Además de agrupar los tipos de personalidad financiera, con esta investigación también estudiaron si los rasgos de la personalidad financiera se heredan. Desde N26 creen que los genes influyen en nuestra forma de gestionar el dinero.
Lo cierto es que los comportamientos financieros de las personas son producto de una compleja mezcla de influencias. En la mayoría de los casos, los hábitos financieros de cada cual son el resultado de la cultura y educación, la gente de la que cada persona se rodea, las creencias y los medios de comunicación que consume.
Pero, al mismo tiempo, como señala Alice Tapper, nuestros genes desempeñan un papel fundamental en nuestra relación con el dinero: «Investigaciones recientes han descubierto que cada individuo nace con una predisposición genética a un comportamiento de ahorro específico, que influye y moldea fuertemente nuestros hábitos financieros a lo largo de la vida». Además, otros de los factores determinantes que apunta son la alfabetización y el estatus socioeconómico de cada familia, que también pueden estar correlacionadas.
Si bien es verdad que la gestión de la economía personal de cada cual va evolucionando a lo largo de la vida conforme lo hacen sus prioridades, Tapper asegura que se pueden observar diferencias significativas en la forma en la que las distintas generaciones se relacionan con su dinero.
Según la experta financiera, los millennials de más edad suelen tener una mentalidad, más ahorradora o estratégica, mientras que las personas de la llamada Generación Z suelen estar más motivadas por la independencia y la riqueza, ya que observamos una tendencia por la cual el foco en el desarrollo profesional se deja de lado para favorecer el bienestar personal.
Además, aunque cualquier tipo de personalidad puede aprender a mejorar sus habilidades financieras de forma consciente, inteligente y satisfactoria, la experta explica que puede que a algunas personas les resulte más fácil que a otras. Es posible que arquetipos como el estratega o el ahorrador tengan una mayor conciencia de la importancia de la educación financiera y del valor de conocer las finanzas en profundidad. Otros tipos, como el hedonista, pueden considerar que aprender sobre finanzas es complicado, agotador o incluso aburrido.
Sin embargo, una vez se aplican algunos aprendizajes acerca de la gestión del dinero, puede resultar más fácil para cualquier tipo de personalidad ver el beneficio de la educación financiera y cómo puede ser útil para evitar posibles deudas o gastos inesperados, crear hábitos de gasto saludables y así reducir la preocupación en torno al bienestar financiero.
Y es que, muchas decisiones inteligentes, desde el punto de vista financiero, conllevan cierto nivel de riesgo, por lo que si asumir este riesgo provoca excesiva preocupación, esta puede convertirse en un peligro aún mayor que dicho riesgo, tal y como sostiene Tapper. Para ello, la experta sugiere seguir cuatro pasos: comprensión, profundizando en los hábitos que se quieren cambiar; fijar objetivos alcanzables que se alejen de viejos patrones; realizar un seguimiento y celebrar los éxitos, aunque sean pequeños pasos, además de compartir los planes con personas de confianza y hablar del proceso y los progresos; y tener compasión, siendo amable con uno mismo aunque no se consigan todos los objetivos.
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