La subida de tipos en Estados Unidos ha marcado un importante punto de inflexión en el actual ciclo económico, pero no debería preocupar injustificadamente a los inversores, estima Andrew Burrell, responsable de previsiones de JLL para la región EMEA. No en vano, la Fed ha sido clara al afirmar que éste no será el inicio de un agresivo programa de endurecimiento de la política monetaria, sino que los próximos movimientos de tipos serán graduales y prudentes, y en eso confía gran parte del mercado.
“La recuperación económica en Europa a lo largo de los 12 últimos meses ha sido generalizada y esto va a contribuir a apuntalar el repunte de la demanda de ocupación y de la contratación de espacios de oficinas registrado en los últimos trimestres. Los activos inmobiliarios seguirán ofreciendo un mayor atractivo en comparación con otras clases de inversión porque la demanda es superior a la oferta, lo que se refleja en un incremento de los alquileres”, explica Burrell.
Es cierto que en el plano económico, Estados Unidos va muy por delante del resto del mundo y ha sido su evolución económica lo que ha motivado la decisión de subir los tipos. En el caso de los inversores inmobiliarios su interés se centra en saber cuál será la frecuencia y la envergadura de cualquier alza futura, a lo largo de 2016.
“Esta primera medida reviste un carácter tan psicológico como financiero y debería interpretarse como un indicio de fortaleza y confianza en la economía estadounidense. A medida que nos acercamos al final de este ciclo crediticio ultraexpansivo en Estados Unidos, nos adentramos en un periodo en el que las expectativas de mercado han de ajustarse”, cuenta David Green Morgan, director de análisis de mercados de capitales mundiales de JLL.
El experto recuerda que en los últimos cinco años, hemos disfrutado de un abaratamiento de los costes de financiación, por lo que cualquier subida parecerá importante, aunque, en realidad, este incremento ya se refleja en gran parte de la financiación disponible en el mercado, y no debería tener un efecto sustancial en el coste actual del crédito en Estados Unidos.