Banca Ética Latinoamericana, la firma dedicada al financiamiento con impacto, empezó el año 2024 con bombos y platillos, dando un salto relevante al abrirse al mercado. La compañía eligió una fórmula a través de un fondo de capital de riesgo que fue lanzado recientemente y aspira colocar 5 millones de dólares adicionales en cuotas.
La compañía nació en 2017, al alero de la Fundación Dinero y Conciencia y se ha expandido por distintos mercados regionales. A la fecha, han gestionado financiamientos por más de 100 millones de dólares a empresas con un impacto positivo.
Ahora, abriéndose al mercado público, están dando un salto más en su desarrollo. “Es un gran paso, porque nos permite capitalizar la organización y darle una estabilidad y una solidez”, indica Sebastián Cantuarias, director ejecutivo de la Fundación Dinero y Conciencia, a Funds Society.
La fórmula que eligieron es la de un fondo de inversión público, estructurado por la gestora Ameris Capital y llamado Fondo de Inversión Dinero y Conciencia. El vehículo capitalizó las rondas anteriores de Banca Ética, equivalente a 20 millones de dólares a través de la emisión de instrumentos convertibles en mercados privados.
Además, quedan un remanente de 5 millones de dólares que esperan colocar a través de cuotas del vehículo nuevo. Esto esperan conseguirlo durante este año, idealmente en los primeros seis meses del año.
IPO vía fondo
¿Por qué no hacer una IPO directa tradicional? Según Amaia Redondo, gerente de Inversiones de Banca Ética, la estructura del fondo les permite mantener el propósito de impacto en el centro.
El objetivo de la operación, explica, “es resguardar una gobernanza donde sea la fundación la que lidera el proyecta y, por el otro lado, los inversionistas están al servicio de que este proyecto ocurra y tomar los derechos económicos y participan de la rentabilidad financiera del proyecto”.
El activo subyacente de la estrategia son las acciones serie B de la matriz de la compañía, Belat SpA. Estos títulos, según detalla el reglamento del vehículo, otorgan a los inversionistas sólo los derechos económicos asociados, sin derecho a voto dentro de la firma.
Este proceso – que contó con la asesoría de EY– también agrega la posibilidad de ampliar la base de inversionistas. Anteriormente, operaban a través de un fondo de inversión privado, mientras que el vehículo público abre la puerta a más posibilidad. Incluyendo las mayores billeteras del mercado chileno: los institucionales.
“Estamos buscando, a través de otros mecanismos, cómo incorporar al resto de los inversionistas. Hasta hoy, tenemos 500 inversionistas de todos los perfiles, incluyendo inversionistas retail con inversiones desde 1.000 dólares, family offices e institucionales”, comenta la ejecutiva.
Capital para crecer
El activo principal que Banca Ética ofrece a los inversionistas son créditos estructurados a empresas con componentes de impacto en distintos sectores. Con todo, tienen verticales de interés, incluyendo educación, industria creativa, turismo, hábitat, inclusión, salud, sistemas alimentarios, energías renovables y producción-consumo sostenible.
Cantuarias describe los préstamos como “créditos a medida”, con equipos de riesgo especializados en distintos sectores.
Ahora, los nuevos recursos se utilizarán para llevar a cabo los planes de crecimiento de Banca Ética Latinoamericana para 2024: financiar 50 millones de dólares en créditos de impacto y consolidar las operaciones de Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.
Después de tres años viendo el funcionamiento del prototipo de banco ético en el país andino, en 2020 crearon su estructura regional, mirando Sao Paulo con especial interés, según relata Cantuarias. “Lo que hicimos en Chile tenía sentido a escala latinoamericana”, indica.
Hacia delante, la mira está puesta en otro gigante de América Latina: “Próximamente queremos estar en México”, adelanta el ejecutivo de la fundación.
Otra área de interés a futuro son las posibilidades de integrar más su red regional, por ejemplo, lanzando un fondo de inversión de impacto a nivel latinoamericano. De momento, funcionan con instrumentos locales en los países donde operan, conectando a inversionistas y empresas del mismo mercado a través de fórmulas en moneda local.
“Es una iniciativa muy potente, pero sabemos que, a nivel de escala, es todavía una semilla. Muchas de esas cosas se van a poder hacer cuando tengamos cierta escala”, comenta el profesional.
El encanto de los fondos
Una herramienta que les interesa seguir apalancando es la industria de los fondos de inversión. Recientemente lanzaron una estrategia de deuda de impacto en Chile junto con la gestora Sigma, que contó con el apoyo de la administradora de fondos del banco estatal BancoEstado como aportante.
Según detalla Redondo, ese vehículo en particular –llamado Sigma Doble Impacto– apunta a complementar el financiamiento que entregan a través de su plataforma de crowdfunding.
Hacia delante, agrega, esperan seguir desarrollando distintas fórmulas. “Esperamos seguir abriendo y ampliando otros instrumentos, ya sea fondos de inversión u otros productos, para poder ir generando cada vez más vehículos que permitan canalizar esta inversión de impacto y llevar los recursos a esas empresas que lo requieren”, indica.
Por el lado de los inversionistas, los representantes de Banca Ética destacan la calidad de la cartera que gestionan, que está compuesta completamente de activos reales. “Cuando tenemos una cartera de crédito, está construida con un apetito de riesgo como si esto fuera un banco. Tenemos el 75% de nuestra cartera con garantía real, financiamos siempre con un colateral, evaluamos estados financieros”, explica Cautarias.
Esta combinación –activos reales y un apetito de riesgo de calibre bancario– “permite que la resiliencia de la cartera sea muy importante”, según describe.
A esto se suma la evaluación integrada de riesgo e impacto que realizan a las compañías que financian, sumándole elementos de resiliencia adicionales a sus portafolios de créditos.