Para el escritor de ciencia ficción Douglas Adams, existen tres reglas que rigen la forma en que las personas responden a las nuevas tecnologías: 1) Todo lo que hay en el mundo cuando nacemos es normal y forma parte del funcionamiento natural del mundo, 2) Todo lo que se inventa cuando se tiene entre 15 y 35 años es nuevo, emocionante y revolucionario, lo que facilita nuestra adpatación. 3) Cualquier cosa inventada después de los 35 años está en contra del orden natural de las cosas.
Durante la reciente conferencia de inversores de BNY Mellon en Londres, April LaRusse, gestora de Insight, destacó cómo las tres leyes de Adams son una piedra de toque para entender la respuesta popular actual a la inteligencia artificial. «A menudo se dice que la IA tiene el potencial revolucionar todos los aspectos de nuestra vida cotidiana desde el trabajo hasta el tiempo libre; desde el desplazamiento hasta la salud. Sin embargo, hay voces menos optimistas como la de Elon Musk que han llamado la atención sobre sus posibles peligros ya que al crear la singularidad nos arriesgamos a ‘convocar a un demonio’ que finalmente sentencia a la humanidad al olvido», afirma.
Desde el punto de vista de la inversión, LaRusse destaca que algunos sectores industriales tradicionales, en particular medios de comunicación y automóviles, experimentarán cambios profundos a medida que la IA se vuelva más convencional.
Pero, en su opinión, igualmente interesantes son las industrias que probablemente se resistirán al cambio con el sector de viajes como buen ejemplo. LaRusse destaca los «complejos algoritmos que predicen qué tipo de vacaciones deseeamos y cómo reservarlas», pero que hasta la fecha han sido de poca ayuda en los casos en que las cosas fallan. «Si su equipaje falta o su hotel está en reformas, necesitamos recurrir a un ser humano».
Esto no significa, en su opinión, que todos los logros de la inteligencia artificial hayan sido sobrevalorados. La salud, particularmente en el campo de los diagnósticos, ofrece la evidencia más clara de aprendizaje informático efectivo. Las recetas médicas o la anestesia son otras áreas donde los ordenadores han superado a los humanos. Fuera del sector salud, la aviación también ha sido otro claro beneficiario de la IA. «Los pilotos controlan de media siete minutos de cada vuelo», afirma LaRusse.
A su juicio, la magia de la IA es que cada vez más los ordenadores están aprendiendo a sacar lo mejor de nosotros mismos. «Desde mi perspectiva, es probable que la inteligencia artificial brinde a las empresas un segundo impulso cuando se trata de productividad ya que les permitirá ser más eficientes, mejores, más rápidos y realmente bastante creativos. Esto a su vez debería mejorar el crecimiento y por lo tanto, con suerte, generar nuevos tipos de empleos. Lejos de crear una apocalipsis tecnológica, creo que la IA tiene el poder de transformar el mundo para mejor y no para peor», concluye.