Altamar Capital Partners ha anunciado que ha superado el tamaño objetivo previsto de su fondo Altamar Infrastructure Income II FCR tras su cierre definitivo en 430 millones de euros. El fondo formalizó los últimos compromisos de inversores recientemente alcanzando una cifra por encima del objetivo inicial de 350 millones de euros, tras un complicado año de confinamiento por la pandemia.
La base de inversores del fondo se distribuye entre España, Latinoamérica y otros países europeos y está formada tanto por inversores institucionales como family offices y bancas privadas. Un porcentaje muy elevado de las instituciones que invirtieron en el primer fondo de infraestructuras han mantenido la confianza en la entidad y han vuelto a realizar compromisos de inversión en este segundo vehículo.
Todo esto se ha logrado gracias al excelente comportamiento del fondo predecesor, compuesto por una cartera sólida, diversificada por estrategia, sector y tamaño de operación y de la mano de diferentes gestores con un excelente track record que han sido seleccionados por la firma tras un riguroso proceso de due dilligence.
Respecto al fondo Altamar Infrastructure Income II FCR, la mayoría de los activos que lo componen pertenecen a sectores que van a ser motores de la recuperación económica donde son necesarios grandes volúmenes de inversión, como el de las telecomunicaciones, la transición energética o la infraestructura social. La adecuada construcción de esta cartera por añadas y ya comprometida en un 50% (que incluye secundarios y coinversiones) está permitiendo ofrecer muy buenos resultados.
Así, y aun a pesar de la juventud del fondo y de la devastadora pandemia que ha obligado a los gestores aplicar por prudencia restricciones de caja, el fondo ha recibido distribuciones en concepto de yield, que han permitido entregar a los inversores con cargo al año 2020, un dividendo del 3,2%.
Altamar Infrastructure Income II mantiene una política de inversión similar a la del fondo I: filosofía de inversión basada en la preservación del capital, con enfoque principalmente en activos en explotación, geografías OCDE (principalmente Europa y Norteamérica) y con enfoque operacional como eje principal de la creación de valor. La cartera estará compuesta por una combinación de inversión en fondos primarios (mínimo del 60% del tamaño del fondo) y operaciones de coinversión y en el mercado secundario (hasta un máximo del 40% del tamaño del fondo), durante un periodo de inversión de 3-4 años, dando lugar a una cartera final compuesta por 180-200 inversiones subyacentes.
El sector de las infraestructuras cuenta con gran atractivo a la hora de construir carteras de inversión, gracias a sus modelos de negocio que ofrecen predictibilidad y estabilidad de los flujos de caja, generación de yield, y elevada protección a la inflación y a las subidas de tipos. Lo anterior ha quedado ampliamente probado en esta pandemia, no solo por el dividendo entregado, sino por la mínima afectación del valor de la cartera.
En solo dos trimestres, el pequeño efecto negativo (inferior al 4% de NAV) ha quedado absorbido. “Sin embargo, para conseguir esa resiliencia, y para evitar los riesgos que conlleva una mala gestión de las infraestructuras, es crítico realizar una selección de los diferentes gestores orientada a que se cumplan los objetivos comunicados al inversor», ha comentado Ignacio Antoñanzas, Managing Partner y socio fundador de Altamar infraestructuras.