Ricardo Cavilliotti, experto en inversiones de impacto en renta fija no cotizada y gestor de deuda corporativa de Allianz Global Investors, prepara una estrategia de impacto que busca obtener rendimientos atractivos a la vez que se genera un impacto medible con crédito privado de compañías pequeñas dentro del segmento midmarket con ebitda de 5 a 20 millones de euros. Esta estrategia se centra en tres principales áreas -cambio climático, límites planetarios y capitalismo inclusivo- para configurar una cartera diversificada en sectores y en zonas geográficas. Se centrará en Europa, pero también permite que el 20% de la cartera incluya compañías de países OCDE, como EE. UU., Canadá o Australia. El diseño de la cartera se apoyará en la capilaridad territorial de Allianz Global Investors.
¿Por qué hay que incluir la inversión de impacto en las carteras?
La inversión de impacto supone una oportunidad interesante para inversores, tanto de deuda como de renta variable, que además de buscar una rentabilidad financiera, intentan generar un impacto positivo ambiental y social de forma medible. Por tanto, es una buena manera de combinar retornos e impacto.
Y más concretamente, ¿por qué crédito de impacto? Lo más habitual es obtener rentabilidades con renta variable de impacto. ¿Qué ventajas tiene de cara al inversor?
En realidad, el crédito de impacto representa una propuesta diferente en términos de riesgo-rentabilidad comparado con la renta variable de impacto. Naturalmente, invirtiendo con un producto de crédito, existen mayores protecciones para el inversor ante cualquier posibilidad de que la compañía o el proyecto tengan problemas. No hay que olvidar que la deuda privada suele contar con protecciones más robustas, incluso, que la renta fija tradicional, por poner un ejemplo, ya que los covenants o el colateral como respaldo para los inversores no son tan frecuentes en bonos similares que cotizan en mercados organizados. También hay que verlo desde el lado del inversor, porque con una estrategia de impacto, al menos en nuestro caso, se trata de apoyar y acompañar a compañías que generan impacto medible a través de los productos y servicios que ofrecen. Se trata de generar retornos en línea con el mercado y al mismo tiempo, generar impacto apoyando a este tipo de negocios y compañías.
Esta estrategia, ¿cuenta con algún objetivo de rentabilidad?
Apuntamos a rentabilidades entre el 11% y el 12% en euros con las condiciones actuales del mercado. Puede parecer elevado, teniendo en cuenta los retornos de otros activos, pero tiene su justificación. Estos porcentajes tienen que ver con el tipo de compañías a las que nos enfocamos: el segmento midmarket, y, dentro de él, las más pequeñas. Nos centramos en estas compañías porque vemos una oportunidad. Hay que tener en cuenta que el sector del crédito ha crecido y la mayoría de los fondos de crédito que operan en este segmento de midmarket también lo han hecho, lo que implica que tienen que invertir en compañías más grandes dentro del segmento.
Las compañías de midmarket comprenden empresas con ebitda desde cinco millones de dólares a un máximo de 100 millones. Es un rango amplio. Nosotros miramos las compañías que se mueven en el rango de entre 5 y 20 millones de euros, ya que es una horquilla que se ha quedado un tanto desatendida por parte de los grandes fondos.
También se justifican estas rentabilidades objetivo por el tipo de producto que estamos trabajando. La cantidad de deuda que este tipo de compañías puede sostener, para que sea una deuda financieramente asumible para el emisor, nos permite frecuentemente ser el único proveedor de crédito de la compañía, por lo que se trata mayormente de deuda “unitranche”. Es decir, apuntamos a ser la única posición en la estructura de capital de estas compañías. Dicha situación puede conllevar beneficios en la negociación, tanto de los términos, como de las condiciones de la financiación. No entramos en la gestión de la compañía, pero, como proveedor de crédito, se suele tener un puesto de observador, lo que se denomina “observer seat” en la junta, que es algo que se ve mucho en las compañías pequeñas con “unitranche”.
La estrategia invierte principalmente en Europa. ¿Por qué?
Somos una casa muy consolidada en Europa, con un buen track record y de muchos años en el Viejo Continente, con oficinas locales y equipos de inversión en París, Londres, Zúrich o Múnich. Creemos que tener una presencia local es importante desde un punto de vista de originación y del “underwriting”; es necesario conocer los mercados a la hora de entender un negocio. La mayor parte de las empresas que analizamos tienen una fuerte presencia local. Por lo tanto, empezar en Europa tiene sentido. Pero no hay que olvidar que Allianz GI tiene carácter global, por lo que la estrategia se reserva un 20% para invertir en otros países, siempre que sean OCDE. En este sentido, miraremos Estados Unidos, Canadá, Australia o los países desarrollados del Sudeste asiático. Incluimos esta última zona porque tenemos un equipo muy potente de deuda privada en Singapur, centrado en deuda de Asia y que también cubre Australia.
¿Qué rating tendrá la deuda en cartera de esta estrategia de impacto?
No habrá calificaciones de deuda, ya que, al ser compañías muy pequeñas y emisiones no cotizadas, no suelen requerir una calificación pública de deuda. No obstante, el equipo de inversión realiza su propia calificación crediticia que luego es validada por el equipo de control interno y de riesgo crediticio. Para hacer un equivalente del perfil crediticio de las empresas en las que vamos a invertir, estarían dentro del rango de un rating B, es decir, un par de niveles por debajo de la categoría de grado de inversión.
¿Qué tipo de compañías entrarán en la cartera?
Queremos tener una cartera diversificada por sectores e industrias, sin centrarnos en ningún sector en particular, y poder invertir así en compañías atractivas desde el punto de vista crediticio que generen impacto positivo y medible. En Allianz Global Investors hemos identificado tres áreas de impacto en las que esta estrategia tratará de identificar oportunidades.
Una, el cambio climático, a la que se une el área que denominamos como “límites planetarios” (que promueve una explotación racional de los recursos) y, finalmente, el capitalismo inclusivo, que sería el componente eminentemente social de la estrategia. Dentro de estas temáticas, hay sectores interesantes, como por ejemplo las energías renovables, incluyendo empresas innovadoras en ámbitos que van más allá de la producción o generación de energía. Así, se puede obtener rentabilidad con impacto en toda la cadena de valor de este sector, porque las compañías que generan energía requieren distintos tipos de empresas que las apoyen, desde manufacturas, hasta servicios o tecnologías.
También dentro de la temática del cambio climático, vemos oportunidades relacionadas con la movilidad sostenible, como empresas de bicicletas en Europa que han sustituido el transporte tradicional, o todo lo que tiene que ver con la economía circular. Por último, dentro del área del capitalismo inclusivo, hay oportunidades en educación, salud o infraestructura social.
¿Cómo va a ser el tamaño de la cartera de esta estrategia?
Estamos pensando en una selección de entre 15 y 20 compañías. La estrategia apunta a un tamaño de unos 500 millones de euros, por lo que lograríamos una diversificación adecuada. También habrá límite crediticio, ya que no se podrá invertir más del 10% en una única posición.
¿Cómo se seleccionarán los valores de deuda de la cartera?
Es un único proceso, pero con dos pilares que van en paralelo. En primer lugar, está el análisis crediticio y todo el trabajo de estructuración del equipo de inversión, algo habitual en este tipo de inversiones. Hay que resaltar que un factor importante de esta estrategia es originar préstamos a compañías que pertenecen a fondos private equity de impacto. Así se generan eficiencias desde nuestro punto de vista. La selección sigue el típico proceso desde el punto de vista de ejecución, con comités de inversión, due diligence de crédito, negociación de créditos y condiciones y seguimiento durante el tiempo que dura la financiación. En segundo lugar, se hace un análisis de impacto. Tenemos un equipo independiente, llamado “Impact Measurement and Management”, que trabaja junto al de inversión. Por tanto, esta estrategia aúna retorno e impacto, que van de la mano.
¿A qué tipo de inversor va dirigida esta estrategia?
Fundamentalmente, está dirigida a inversores institucionales. Es decir, entrará en grandes fondos de pensiones, en los balances de las compañías de seguros, en unidades de gestión patrimonial, por ejemplo. Esto se debe a que se trata de estrategias ilíquidas, de largo plazo. Los préstamos tendrán una duración legal de entre cinco y siete años, aunque en realidad, suelen tener una duración efectiva más corta, porque hay un elevado porcentaje de prepago en este tipo de compañías por muchas razones. Una de ellas es que, generalmente, suelen tener un fondo de private equity que, frecuentemente, promueve el prepago del crédito. También porque las compañías se desapalancan y en ocasiones deciden refinanciar su deuda.