Las gestoras coinciden en señalar que hemos entrado en la parte final del ciclo. En este contexto y en opinión de Legg Mason, uno de los activos con más atractivo son las infraestructuras. Una idea de inversión que la gestora canaliza a través de Rare Infrastructure, su filial especializada en infraestructuras cotizas.
“En esta clase de activos, y en particular en aquellos que están en áreas reguladas, encontramos numerosas compañías que son capaces de ofrecer un rendimiento constante y aumentar sus activos. Además, la previsibilidad de sus ganancias refuerzan a estas compañías generando crecimiento, importante flujos efectivos y dividendos. Consideramos que estas firmas, incluso si vamos hacia un entorno más volátil, son capaces de seguir aumentando sus ganancias y, como consecuencia, atrayendo capital”, explica Shane Hurst, gestor del fondo Legg Mason Rare Infrastructure Value.
Este fondo que gestiona Hurst es un claro ejemplo de cómo desde Rare Infrastructure enfocan la inversión en esta clase de activos. “La gestora apuesta por crear carteras de alta calidad invirtiendo en infraestructuras cotizadas a nivel global. El equilibrio entre el potencial de inversión y la gestión de riesgos son parte integral de nuestro enfoque”, explica el gestor.
Además de defender un enfoque a largo plazo para esta clase de inversión, propone una interpretación diferente sobre esta clase de activos. “Consideramos una infraestructura pura como aquellos activos con características monopolísticas, basados en contratos de larga duración y con unos flujos de caja relativamente estables y predecibles. Con esta visión, nuestro universo de inversión está claramente definido y formado por compañías con activos reales y que están dentro de un sector regulado”, añade.
Entre los activos que encuentra más atractivos, Hurst destaca a aquellos relacionados con la actividad de transporte y distribución del agua, la electricidad y el gas, dentro de la categoría de activos o sectores regulados. “La demandan de esta clase de activos son constantes y al estar regulado, el regulador determina los ingresos al establecer el precio, que en ocasiones se ajusta a la inflación. Además, las valoraciones a largo plazo son relativamente inmunes a los cambios en los rendimientos de los bonos”, sostiene.
Respecto a lo que la gestora llama “los activos que dependen del pago de los consumidores” y que “pese a tener su precio regulado depende del volumen que se consumo”, como por ejemplo los ferrocarriles, los aeropuertos, las carreteras y las torres de telecomunicaciones. Pero el gestor se muestra más prudente: “A medida que una economía crece, se desarrolla y prospera, la demanda de estos activos también suele crecer. Por ejemplo, a medida que más personas usan, y hasta cierto punto dependen de los datos de los teléfonos móviles, vemos que las torres de comunicaciones móviles agregan capacidad adicional a las torres físicas para satisfacer esta demanda”.
Por último, Hurst considera que esta clase de activos pueden aportar a una cartera liquidez, diversificación, protección frente a la inflación y, en particular, baja volatilidad. “Como parte esencial de la naturaleza de los activos de infraestructuras, están sujetos a una demanda más estable que les dota de menor volatilidad que la renta variable tradicional y más resiliencia en sus ingresos durante las diferentes etapas del ciclo económico. Incluso cuando la economía se debilita, los consumidores continúan usando agua, electricidad o gas, conduciendo por carreteras o usando el sistema de infraestructuras de los servicios básicos”, argumenta el gestor.
En este sentido, también destaca el potencial diversificador que tienen las infraestructuras. Según el gestor, “ofrecen una baja correlación respecto a muchas clases de activos, incluidos los bonos y la renta variable”. Esto se debe, en su opinión, a que “los flujos de rendimiento subyacentes están fuertemente vinculados a los marcos regulatorios o contractuales, en lugar de los impulsores típicos de los rendimientos de acciones y bonos. Este beneficio de diversificación aumenta cuando el mercado está estresado, lo que significa que los activos de infraestructuras brindan protección exactamente cuando más se necesita”.
Rare Infrastructure, con sede en Sydney, cuenta con cuatro millones de clientes en el mundo. Durante los últimos 13 años ha desarrollado tres estrategias orientadas a invertir en infraestructuras: Global Value, Global Income y Global Emerging. “Son soluciones de inversión con liquidez diaria que permiten a cualquier cliente invertir en esta clase de activos”, concluye Hurst.