La economía mundial está pasando por un período de incertidumbre al que América Latina no es inmune. Después de haberse recuperado con fuerza de la crisis financiera global de 2009, la economía de la región se ha ralentizado -desde 2012-, creciendo apenas un 1% en 2014 y con unas expectativas para este año inferiores al 2%. El actual y desfavorable contexto externo ha puesto en evidencia, una vez más, las deficiencias macroeconómicas históricas de Latinoamérica y como en los períodos de bonanza se ha prestado poca atención a la baja productividad y las lagunas en la inversión en infraestructura.
El World Strategic Forum, que se celebra ayer y hoy en Miami, debate–entre otros temas- los desafíos a los que se enfrenta América Latina: “Ahora más que nunca es necesario promover la transformación productiva destinada a la inserción de nuestras economías en las cadenas globales de producción para lograr un crecimiento sostenible con inclusión social», declaró Enrique García, presidente ejecutivo de CAF, Banco de Desarrollo de América Latina.
Esta transformación implica adoptar dos estrategias importantes: la captación de más capital, innovación y tecnología, junto con la asignación más eficiente de los recursos productivos, con el fin de pasar de economías basadas en ventajas competitivas tradicionales a modelos diversificados con valor añadido.
Uno de los principales caminos hacia esta transformación es comenzar por el cierre de la brecha, crónica en la región, de inversión en infraestructura, uno de los temas de discusión en el foro de estos días. América Latina ha logrado grandes avances en el desarrollo de infraestructura, aunque el progreso no ha sido uniforme entre los diferentes países y sectores, dice García. Las cifras más recientes revelan que estos avances han tenido lugar a un ritmo considerablemente inferior al requerido: el crecimiento del 3% del PIB es inferior al 5% necesario para cerrar la brecha y al porcentaje del 6% alcanzado en Asia, por ejemplo.
El desafío es cómo financiar estas obras: un reto que implica dar con métodos de financiación innovadores para reducir la dependencia de los fondos públicos, especialmente en un momento en el que las arcas de los gobiernos regionales no cuentan con recursos adicionales disponibles.
«Los bancos comerciales, después de la Convención de Basilea, están limitados y la atención se dirige ahora a la obtención de apoyo financiero de otros fondos institucionales, como los fondos de pensiones«, declaró Jorge Kogan, asesor del vicepresidente de Infraestructura del CAF. «El papel de estos inversores es crucial. Sin fondos no será posible cerrar la brecha de inversión en infraestructura de la región».
Los bancos multilaterales de desarrollo desempeñan un papel importante en la atracción de capital pues, gracias a los acuerdos que tienen con los gobiernos, gozan de protecciones y garantías que proporcionan confianza a los fondos, que tienden a ser conservadores.
En el caso de la CAF, el banco también trabaja en la promoción de soluciones innovadoras que multipliquen los fondos disponibles para proyectos de infraestructura en América Latina. La creación de CAF Asset Management para promover fideicomisos de deuda preferente que generen mayor demanda en el sector privado, en especial por parte de inversores institucionales como pudieran ser los administradores de fondos de pensiones, es un ejemplo de esto.
«Se trata de mecanismos para atraer el capital que está disponible en el mundo, con el fin de redirigir el capital que actualmente está en otras inversiones hacia la infraestructura», explica Kogan. «Los fondos están en el mercado y están buscando proyectos. Los países tienen que trabajar para mejorar la calidad de sus instituciones y de su regulación y necesitan tener buenos proyectos para atraer estos fondos «, dice Kogan.