Año tras año, las ciudades de todo el mundo experimentan un crecimiento exponencial sin igual, 1 millón y medio de personas se traslada semanalmente de entornos rurales a urbanos. Según el Informe de Perspectivas de Urbanización en el mundo elaborado por la ONU, se prevé que este continuo crecimiento concentre al 66% de la población mundial en entornos urbanos antes del año 2050, lo que representa un total de 2,5 billones de personas. Se prevé que el 90% de este crecimiento provendrá de los países emergentes (el porcentaje de población que vive en ciudades es del 57% en China y del 45% en India, frente al 80% de EE.UU.).
Una población que crece progresivamente plantea nuevos retos de futuro que se deberán afrontar a corto plazo, para permitir que se sigan desarrollando. En este sentido, el 70% de los gases de efecto invernadero se genera en las ciudades y el volumen de desperdicios puede triplicarse las próximas décadas, mientras la calidad del aire, sobre todo en los países emergentes, es pobre y tiene devastadores efectos para la salud. “Con una población urbana que no deja de crecer, necesitamos encontrar formas de acomodar a todos los habitantes de nuestras ciudades de una manera que no condicione su salud y bienestar”, afirma Pedro-Luis Fernández-Cano, Business Unit Director de ROCKWOOL Peninsular. “Actualmente, las personas que viven en ciudades pasan el 90% de su tiempo en espacios interiores. Por eso, nuestro bienestar va unido a la comodidad del entorno en el que trabajamos, vivimos, aprendemos, jugamos…”, añade.
El desarrollo de “ciudades inteligentes” es fundamental para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, con un especial llamamiento a la inversión para “lograr que las ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”. Según Citigroup estos objetivos requieren una inversión anual de 2,1 billones de dólares en infraestructuras, viviendas, educación, sanidad, ocio y edificios. En opinión de Ivo Weinoehrl, gestor de Pictet SmartCity, esto es una buena noticia tanto para el planeta como para los inversores, pues crea oportunidades de negocio en gran variedad de empresas que contribuyen al desarrollo urbano.
La “ciudad inteligente” puede afectar a la calidad de vida
Según McKinsey la ciudad inteligente puede afectar a indicadores de calidad de vida de manera significativa. Por una parte, las emisiones de gases de efecto invernadero pueden reducirse un 10%, el consumo de agua hasta un 40%, los desperdicios no reciclados un 35% y las enfermedades hasta un 15%. Además, puede facilitar la conectividad y la participación local, favorecer el empleo, reducir el coste de la vida, limitar el tiempo en desplazamientos y relaciones con las administraciones, aumentar la seguridad y reducir la delincuencia hasta en un 40%. Mientras la economía mundial crece a un ritmo del 3% anual, las empresas relacionadas con la urbanización pueden aumentar sus ingresos más de 15%. Una estrategia como la del fondo Pictet SmartCity identifica a empresas en tres grandes áreas: construir la ciudad, gestionarla y vivir en ella.
Edificios sostenibles
En 2030 existirán más de 41 megaciudades con 10 millones de habitantes y los edificios que les albergarán juegan un papel fundamental en el desarrollo de las ciudades. El 33% de las construcciones actuales acumulan más de un tercio de la energía utilizada a nivel global. El 66% del consumo energético de los edificios se emplea en la calefacción, la refrigeración y la ventilación.
La construcción eficiente y sostenible es, por lo tanto, una de las áreas de inversión predominante. Sólo en China e India se requieren 2.800 millones de metros cuadrados de nuevos espacios residenciales y comerciales cada año. El reto es diseñar, planificar, construir y financiar de forma eficiente y sostenible. En este sentido aunque unos edificios más altos ahorran espacio y reducen el crecimiento urbano incontrolado, suelen ser poco respetuosos con el medio ambiente en construcción y funcionamiento, lo que los encarece. Sin embargo el auge del “Internet de las cosas” –25.000 millones de dispositivos conectados en 20206– impulsará la demanda de super banda ancha y, a medida que la población mundial envejece y la densidad urbana aumenta se incrementa la demanda de ascensores y productos para la accesibilidad -el mercado de ascensores puede crecer hasta 125.000 millones de dólares en 2021, frente a 89.000 en 2015-.
Además, el 60% del crecimiento económico de las ciudades procede del aumento de población y el 40% de mejora de la productividad. En este sentido, para funcionar de manera eficiente hay que mejorar las infraestructuras de transporte, agua, energía, instalaciones logísticas y servicios públicos, desde la asistencia sanitaria hasta la educación, así como la gestión de residuos. De los 81.000 millones de dólares que se gastarán este año en tecnología para ciudades inteligentes la cuarta parte se destinará a vigilancia visual fija, iluminación exterior inteligente y transporte público avanzado, según International Data Corporation. «Con el tiempo es probable que se traduzca en trenes de alta velocidad y coches sin conductor», señala Weinoehrl. De hecho, según McKinsey hasta un 15% de los vehículos de pasajeros vendidos en 2030 será totalmente autónomos y los ingresos del sector casi se duplicarán hasta los 6.700 millones de dólares mediante el uso compartido de automóviles, la petición electrónica de transporte y la conectividad.
La evolución de los gustos exige nueva infraestructura
A ello se añade que la evolución de los gustos también exige nuevos tipos de infraestructura tradicionales y digitales que facilitan el funcionamiento sostenible de las ciudades. Así, los ciudadanos compran cada vez más por Internet y esperan plazos más rápidos De manera que las zonas urbanas modernas necesitan centros de distribución para pedidos de última hora, respaldados por almacenes fuera de las ciudades.
Un informe de la Comisión Global sobre Economía y Clima revela que la inversión en transporte público de bajas emisiones, energías renovables y eficiencia en edificios comerciales y gestión de residuos puede disminuir los costes energéticos de las ciudades en el mundo en 17.000 millones de dólares para 2050, así como el tiempo empleado en transporte y mejora de la calidad de vida. Un ejemplo de ello es Los Ángeles donde ya se ha reducido el consumo energético un 63% mediante 173.000 unidades LED, diez millones de dólares al año en electricidad y mantenimiento.
Nuevas y mejores formas de vivir y trabajar en las ciudades
El objetivo es encontrar nuevas y mejores formas de vivir y trabajar en las ciudades. Así, el sector de alimentos precocinados sanos representa una oportunidad. Solo en EE.UU. los hogares consumen 730.000 millones de dólares en comida para llevar y comer fuera de casa, lo que representa el 43% del presupuesto de alimentación.
Las oficinas polivalentes son otro sector de crecimiento. Las personas que utilizan espacios de trabajo compartidos en el mundo se ha triplicado en dos años hasta 1,74 millones y las previsiones indican que alcanzará los 5,1 millones en 2022. Además, crece el número de personas solteras que desean mayor variedad de vivienda residencial (más pequeña y pisos compartidos) y está surgiendo un mercado de almacén en autoservicio, estacionamiento e iniciativas de economía compartida. Por otra parte, con más padres trabajando, aumenta la necesidad de asistencia para el cuidado de los niños.