El sistema público de pensiones de la Seguridad Social es actualmente deficitario y su evolución, desde el superávit observado antes de la crisis económica, del 2,2 % del PIB en 2007, es, según destaca en su informe el IEE «El marco fiscal de los planes de pensiones», “ciertamente preocupante”. Los expertos consideran que este deterioro se debe, sobre todo, a un incremento del gasto en pensiones contributivas (en % del PIB), como resultado del incremento de la tasa de dependencia, el aumento de la tasa de sustitución de las pensiones y la caída de la tasa de empleo.
Sin embargo, cabe resaltar que el problema no es solo coyuntural, ya que el sistema público de pensiones español se enfrenta, como los del resto de los países desarrollados, a un aumento significativo de la longevidad, lo que está teniendo un impacto directo en el sistema de pensiones, el cual se intensificará a medida que pasen los años.
En este sentido, las previsiones de distintas instituciones internacionales concluyen que el sistema público no será capaz de mantener la actual tasa de sustitución sin recurrir a otras medidas de reforma que no supongan, a medio y largo plazo, una disminución del crecimiento económico y de la creación de empleo, o el desincentivo de inversiones tanto nacionales como, sobre todo, extranjeras.
Según el informe, la reforma del sistema de pensiones planteadas por estos organismos debe aportar cambios significativos dirigidos a obtener un sistema equilibrado, sostenible e incentivador del empleo. En este sentido, las reformas planteadas van encaminadas a la sostenibilidad del sistema público de pensiones, resultando fundamental el principio de contribución. Es decir, se refuerza la relación entre la contribución realizada y la prestación recibida. De igual forma, señalan, como factores importantes, la racionalización de los procesos de gestión, control y seguimiento de prestaciones de la seguridad social y el aumento de la colaboración público-privada, así como el desarrollo e incentivación de los planes privados de pensiones como complementarios al sistema público.
Los números que no cuadran
El sistema español de pensiones tiene una singularidad: su elevada tasa interna de retorno (TIR). Según aclara el informe, esto quiere decir que, contemplada la carrera del trabajador y jubilado en su totalidad, el sistema tiende, por el efecto combinado de su falta de proporción actuarial y el desplazamiento de la esperanza de vida, a dar prestaciones cuyo valor actual superan a las aportaciones. Una de las características del sistema español, además, es que esta circunstancia se presenta en la práctica totalidad de los perfiles de beneficiarios. Así, la TIR obtenida por un beneficiario se sitúa entre el 3 % y el 3,7 % en función de los años cotizados y la edad de jubilación, niveles muy superiores a los de nuestro crecimiento potencial (que podría estar en torno al 1,5 %-2 %) y a los de la TIR de los bonos soberanos (por ejemplo, el bono español a 30 años ofrece una rentabilidad del 1,1 %).
“Como consecuencia de este fenómeno, surgen las tensiones en el sistema de pensiones en materia de sostenibilidad”, advierten los autores. El denominado indicador E10, que delimita el crecimiento promedio del PIB necesario para que el sistema termine un periodo medio (diez años) con equilibrio en su fondo de reserva, ha ido creciendo progresivamente, y muy deprisa, en los últimos años. Tan es así que, en 2018, se situaba en el 5,5 %, esto es, que la economía debería crecer en términos reales un 5,5 % de forma sostenida durante diez años para conseguir el equilibrio del sistema. Un supuesto del todo punto “irrealizable e incompatible” con la verdadera capacidad de crecimiento real de la economía española, que podría situarse, tal y como se prevé desde el informe, en torno al 1,5 %-2 %.
Refuerzo del segundo y tercer pilar para repartir el peso de las pensiones
Actualmente, el sistema público de pensiones español tiene una de las tasas de sustitución más elevadas de toda la OCDE. Incluso aunque se incorporen en el cálculo el resto de los pilares de previsión social en aquellos países donde están plenamente desarrollados, España, donde, a diferencia de otros países, estos pilares tienen un alcance limitado, sigue apareciendo como uno de los sistemas más generosos en términos relativos.
Sin embargo, la propia Comisión Europea estima que la tasa de sustitución (relación entre la pensión y el último salario) del sistema público de pensiones español será una de las que más se reduzca de aquí al 2070, año en el que esta se situaría en torno al 45% (desde el 78% de 2016). “Por tanto, para poder mantener el nivel de vida previo a la jubilación, se debería favorecer un mayor desarrollo, tal y como sucede en la mayoría de los países de nuestro entorno, del segundo y tercer pilar de la previsión social complementaria”, aconsejan desde el estudio.
En este sentido, desde el informe concluyen que parece razonable buscar otras fuentes de financiación, incentivando el ahorro privado, para lo que el tratamiento fiscal de los planes y fondos de pensiones es crítico, de cara a realizar o potenciar el cambio desde un sistema de pensiones basado en el primer pilar, o pensiones públicas del sistema de la Seguridad Social, a otro en el que el segundo y tercer pilar (pensiones privadas de planes de empresa o individuales) tengan también protagonismo.
“No se trata de realizar una crítica al sistema público de pensiones, que cumple una función esencial en nuestra sociedad de bienestar, sino de poner de relieve la importancia de configurar soluciones que puedan complementarlo, precisamente para favorecer su sostenibilidad, suficiencia y resiliencia ante el nuevo escenario. Un ejercicio que, de un modo u otro, han venido haciendo distintos organismos tanto nacionales como internacionales”, añaden los autores.
¿Qué opinan los organismos?
Según recoge el informe, el Banco de España llama a explorar, en un contexto como el descrito, la posibilidad de extender el papel del ahorro privado para la jubilación, que complemente las prestaciones del actual sistema público de pensiones, al tiempo que señala el reducido peso que tienen en la actualidad el pilar voluntario que complementa al sistema público de pensiones en España.
De igual modo, la OCDE insiste en la importancia de los planes privados de pensiones, tanto de empleo como individuales, como parte de la configuración de un sistema de pensiones que asegure el bienestar de todos en la etapa de jubilación.
A su vez, la Comisión Europea en el Libro Blanco titulado “Agenda para unas pensiones adecuadas, seguras y sostenibles” pone de manifiesto el importante papel de complementariedad que puede ejercer el tercer pilar de planes individuales en el sistema de pensiones.