La Asociación Europea de Fondos y Gestión de Activos (Efama, por sus siglas en inglés) ha respondido a una consulta pública de la Plataforma de Finanzas Sostenibles sobre las opciones de ampliación de la taxonomía vinculada a los objetivos medioambientales.
Según ha explicado Tanguy van de Werve, director general de Efama, “un ecosistema de financiación sostenible eficaz debe tener como objetivo recompensar a las empresas con los mejores resultados medioambientales, así como atraer financiación para las empresas con planes de transición creíbles y ambiciosos. La propuesta de ampliar la taxonomía e incluir actividades significativamente perjudiciales que necesitan urgentemente una transición permitiría a los gestores de activos sacar al mercado productos financieros que ayuden a los sectores difíciles de descarbonizar a afrontar el cambio climático y acelerar su necesaria transformación”.
En este sentido, la organización recomienda apoyar a las empresas en su transición para abandonar las actividades significativamente perjudiciales. “Al distinguir las actividades significativamente perjudiciales que tienen el potencial de transformarse y dejar de causar daño, los gestores de activos podrán diseñar productos financieros de descarbonización mejores, más grandes y más seguros. La ampliación del universo invertible alineado con la taxonomía disminuiría los riesgos asociados a la actual taxonomía medioambiental, como la sobreponderación de los activos altamente verdes o la aparición de burbujas de activos verdes. Las empresas participadas se beneficiarían de una mayor claridad sobre los niveles de rendimiento medioambiental que ya no son aceptables, mejorando así la credibilidad de sus planes de descarbonización”, explican.
Pero esta no es la única recomendación Efama hace a la Plataforma de Finanzas Sostenibles, también propone “evitar un enfoque basado en una lista negra de la taxonomía ampliada”. La organización profesional defiende que si se pide a los inversores que dejen de invertir en algunas empresas, desincentivará sus actuales esfuerzos de transición e ignorará los beneficios del compromiso. Además, argumenta que una lista negra no sólo puede conducir al abandono de actividades y empresas significativamente perjudiciales, sino que también “puede impulsar su venta a inversores no europeos o menos conscientes del clima, potencialmente por debajo del valor, sin ningún impacto positivo en el clima”.
La tercera sugerencia que realizan es desarrollar trayectorias de referencia alineadas con el Acuerdo París para cada sector relevante, con el fin de que las estrategias de reducción de emisiones de las empresas sean creíbles, comparables y con base científica. Según señalan, la ampliación de la taxonomía también debería servir de vehículo para introducir normas de calidad y procedimientos de verificación en esos planes de transición orientados al futuro.
Por último, recomiendan establecer un “ratio de activos de transición” junto con el “ratio de activos verdes” ya existente, para recompensar a las empresas que entran en la transición e incentivar su acceso a la financiación sin tergiversar las actividades de transición como verdes. Así como “evitar centrarse en una taxonomía jurídicamente vinculante de impacto no significativo» (NSI) en esta fase, dada la importancia marginal de dichas empresas para la transición a nivel macro”. “Las actividades sin impacto significativo podrían incluirse en una guía no vinculante, dando a los inversores claridad sobre qué actividades se consideran «no críticas» en términos de impacto ambiental”, concluyen desde Efama.