«Si a Wall Street le da gripe, a la BMV le da pulmonía; pero cuando hay bonanza en Nueva York, la BMV está de fiesta«. «La BMV está irremediablemente atada a Wall Street, para bien y para mal». Estos y varios dichos más eran usuales en los mercados bursátiles de México y Estados Unidos para referirse al desempeño de la bolsa mexicana, atada en efecto a lo que sucediera en la influyente rueda de Nueva York.
Hasta que llegó 2024 y, entre las muchas cosas inéditas que sucedieron, se registró un desempeño totalmente distinto en ambos mercados. Las cifras son contundentes: Wall Street se fue al cielo durante 2024 y la BMV se quedó en la tierra, si no es que incluso visitó el subsuelo en su desempeño durante el año que acaba de finalizar.
En Wall Street, el índice S&P500 –el de mayor referencia en todo el mundo– reportó una ganancia de 24,5% durante 2024. El Nasdaq registró, por su parte, el avance más importante de este mercado con 31,9%, reflejo del impulso en el sector tecnológico en todo el planeta. Además, el icónico Dow Jones terminó el año con la ganancia más modesta al avanzar 12,9% a lo largo del año. En promedio, el influyente mercado accionario estadounidense tuvo una ganancia 23,1% en 2024.
En otras épocas, este desempeño hubiera impulsado al mercado mexicano invariablemente. De hecho eso se pensaba al inicio de 2024, cuando Wall Street mostraba signos de que sería un año positivo, pero no se concretó. Si bien no es la primera ocasión que esto sucede, sí es la primera vez en la historia moderna que este desempeño es más notorio por las ganancias en Nueva York y las pérdidas en la bolsa de México.
La BMV terminó el año con una caída de 14,2%, que refleja las difíciles condiciones en la que operó el mercado mexicano el año pasado. La otra bolsa de valores en México no tuvo un mejor desempeño: el balance del año 2024 refleja una caída de 16,21%, también muy lejos de lo que sucedió en Nueva York.
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Las miradas en las reformas
A lo largo del año diversos análisis señalaban los riesgos que significaban para México tres factores y, por el desempeño de su bolsa de valores, parece que los inversionistas así lo han validado.
Junto con una gran cantidad de países, México tuvo elecciones presidenciales el año pasado. El proceso fue histórico, no solo porque por primera ocasión una mujer llegó al máximo cargo político en el país, sino por la copiosa y contundente elección que la respaldó. En ese sentido, los mercados no mostraron temores. De hecho, la mayor parte de las casas de análisis y analistas independientes prácticamente daban como un hecho la victoria de Claudia Sheinbaum, tal como sucedió.
En este punto el factor político no representaba riesgo alguno para los inversionistas, excepto por un tema: las reformas impulsadas por el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) –y que fueron respaldadas por la presidenta–, así como por la contundente mayoría legislativa que obtuvo el partido en el poder. Especialmente a los mercados e inversionistas les preocupaba, y les preocupa, la reforma al poder judicial, la elección de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de la Nación, ante los temores de que en realidad sean impuestos funcionarios afines al gobierno.
La reforma al poder judicial se impuso y en junio próximo se llevará a cabo el proceso electoral inédito en el país, pero del que existen muchas dudas. Así, los temores en el mercado mexicano se profundizaron durante el segundo semestre del año. La BMV reflejó una caída de 6,87% en dicho periodo.
El dilema de la inseguridad
Otro factor negativo para el país es la creciente inseguridad pública, donde las noticias no son nada favorables. De hecho, las encuestas de analistas financieros ya ubican a la inseguridad como el principal factor de riesgo interno para el país. Esto no sucedía en las últimas tres décadas, desde aquellos lejanos años de la gran devaluación del peso, el «efecto tequila», que sumió al país en su peor crisis económica hasta ahora.
Los riesgos de la inseguridad están asociados a las inversiones en un momento crucial para México por el nearshoring, especialmente porque muchas de esas inversiones pueden realizarse en la parte norte del país. Es aquí justo en donde, en este momento, se viven crisis de inseguridad relevantes, como el estado de Sinaloa.
Tras la captura del histórico narcotraficante Ismael «Mayo» Zambada, se teme que esta crisis pueda contaminar a estados como Nuevo León, Sonora o Baja California Sur y Norte, entidades receptoras de importantes inversiones y cercanas a Sinaloa.
Factores externos
Finalmente otro elemento que determinó un camino diferente para la BMV respecto a Wall Street en 2024 fueron los riesgos externos, uno de ellos fue la eventual victoria del republicano Donald Trump en la elección de noviembre en Estados Unidos. La historia ya la conocemos.
Lamentablemente, el inicio de 2025 podría no ser positivo para la BMV, dado que el 20 de enero Trump toma el mando. Desde antes ha amenazado a México con imponer aranceles a sus exportaciones hacia Estados Unidos, algo que, si llega a suceder y se mantiene por un tiempo prolongado, sin duda impactará a la economía mexicana.
Así, los dichos siempre vigentes que relacionaban la casi irremediable trayectoria de la BMV con Wall Street, tendrán que modificarse un poco. Después de todo, 2024 fue un año entre el cielo y la tierra para ambos mercados.