Cuando el heredero de una gran fortuna, el que tiene el sambenito de ser hijo de… y de llevar el peso de tener que demostrar 24/7 su propia valía personal no sale adelante por falta de confianza o porque desde muy joven trabaja en el negocio familiar y no dispone del tiempo necesario para enrolarse en un master tradicional, tiene la salida de apostar por un máster a medida y especialmente diseñado para ricos.
Es aquí donde aparece Leopoldo Abadía Junior, que también lleva el sambenito de ser hijo de Leopoldo Abadía, que estuvo en el equipo fundador del IESE, profesor y escritor español que se hizo famoso por la Teoría Ninja en España y que a buen seguro está cansado de que le pregunten si es hijo de… Al hacerle esta entrevista ni le preguntamos por el tema, pero para aquellos de nuestros lectores que no sepan qué es la teoría Ninja, les explicamos que se trata de un análisis que con un lenguaje claro y llano buscó explicar a principios de 2008 lo que supuso la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos y su repercusión en el resto del mundo. El eco de aquel artículo, que de forma personal Leopoldo Abadía padre compartió inicialmente con sus hijos, empleados y amigos, se convirtió en todo un fenómeno mediático y su repercusión traspasó fronteras, convirtiéndose en la mejor explicación de la crisis en habla hispana.
Presume de que desde 1987 han pasado por sus manos más de 210 alumnos y que no acepta más de 7/10 casos al año
Pero dejando de lado los méritos del padre, centrémonos en los méritos de Abadía junior. Éste lleva 25 años dedicándose al negocio de la docencia a medida, y es un experto como pocos en la resolución de conflictos familiares en el terreno de los grandes patrimonios y de las empresas familiares. Presume de que desde 1987 han pasado por sus manos más de 210 alumnos y que no acepta más de 7/10 casos al año, además de que los candidatos no siempre son admitidos bien porque no lo necesitan, porque el caso no tenga solución o porque el conflicto familiar sea tan especial que el master no tendrá éxito. Actualmente imparte el curso a medida a dos alumnos en España, cuatro alumnos de América Latina y en lista de espera tiene a otras ocho personas.
Por sus manos han pasado herederos de grandes fortunas de España, Francia, México, Portugal y Rusia por citar algunos ejemplos, pero solo habla de uno de ellos y es porque el propio alumno ha contado en más de una ocasión su experiencia. Se trata de Manuel Lao Gorina, que al final de la década de los 80 recibió un master a medida por parte de Abadía. Pese a no haber recibido una educación superior, Lao Gorina, hijo de Manuel Lao Hernández, fundador de varias empresas, aunque la más conocida es la multinacional del juego y ocio Cirsa, se ha convertido en un directivo de éxito y se encuentra al frente de la dirección de Cirsa.
Durante sus más de 20 años sobre el terreno, Abadía se ha encontrado de todo, pero explica que en lo que siempre coinciden sus alumnos es que son muy brillantes pero llegan con una completa falta de confianza porque desde que nacieron han sido comparados con sus padres, gente de éxito que han montado o heredado un emporio. Al ser comparados una y otra vez y al sentirse en la obligación de responder a las exigencias que les impone el guión “se meten en una dinámica perversa. Quieren ser como su padre, se creen con la obligación de ser como ellos y no saben cómo salir de ahí”.
Un programa de dirección de empresas similar al de las principales escuelas de negocios del mundo, y sus profesores son altos directivos de empresas en activo
“Siempre es el mismo perfil, falta de autoestima y cariño”, apunta Abadía. Generalmente son gente que no están en el día a día, que se han criado solos y que para muchos la nana ha sido la única figura adulta presente durante su desarrollo. Según Abadía cuando toma un caso y lo analiza lo que hace es focalizarse en la persona. “En muchas ocasiones me llegan cuando su paso por el psiquiatra también ha fallado, ya que lo que el psiquiatra busca es entender por qué no es como el padre. Están tan obcecados en que tienen que hacer lo que hace el papá que pierden el norte”, cuando lo que hay que hacer es centrarse en la persona, evaluar su capacidades y a partir de ahí sentar las bases para que recuperen su autoestima y sean capaces de tomar sus propias decisiones. Abadía trabaja como si armara un puzle, una vez ubicadas las piezas el alumno está listo para sacar lo mejor de sus cualidades.
Abadía añade que antes de tomar un caso, conoce al alumno. “Parto de la base de que si los conozco los puedo querer y si los quiero les puedo ayudar… Cuando se encuentran conmigo soy el circo número 49 que les han montado sus padres, son unos tipos hiperprotegidos, pero cuando les rodeas de exigencia, cariño y les generas autoestima funcionan siempre”. En este sentido, explica que al estar tan cerca de ellos, ya que no solo los hijos hablan sino también los padres, al final conoce también la situación familiar, por lo que muchas veces se acaba resolviendo conflictos familiares derivados de la falta de comunicación.
Una vez aceptado el caso, la maquinaria se pone a andar y tras una o las consultas necesarias en la primera fase del programa se imparte el curso con los profesores adecuados, pero siempre bajo la supervisión de Abadía. Muchos de los alumnos que toman este master a medida son licenciados de las mejores universidades del mundo (son brillantes y tienen recursos), mientras que otros no han pasado por la universidad.
En cuanto a la metodología del master, Abadía explica que cuenta con un programa de dirección de empresas similar al de las principales escuelas de negocios del mundo, y sus profesores son altos directivos de empresas en activo que son antiguos alumnos de esas escuelas de negocios que imparten sus lecciones en el área o áreas de las que son especialistas.
Máster individual y local
El máster siempre es individual y local y se lleva a cabo a la velocidad del alumno y donde se encuentre más cómodo. Generalmente el programa se prolonga durante un periodo que está entre el año y el año y medio (dependiendo de las capacidades del alumno) hasta el momento en que se comprueba que el alumno ha superado todos sus miedos y ha resuelto con éxito su problema de confianza.
Abadía, que no quiso revelar el importe del curso porque depende mucho del tiempo que se prolongue y de cada caso, dice que el master se paga por adelantado y que si el alumno abandona no se devuelve un centavo, pero que si el alumno decide regresar pasado un tiempo tampoco se cobra un centavo de más. Lo que si avanzó es que «el máster cuesta mucho dinero pero acaba siendo muy barato». “Los padres pagan, pero el cliente es el hijo. Les ayudamos a aprender a tomar sus propias decisiones. En el momento en que tienen confianza, recursos y capacidad, yo sobro y es cuando ha terminado el proceso”, concluye Abadía.