Desde la perspectiva de la construcción de carteras, la necesidad de efectivo depende de las circunstancias y la mentalidad del inversionista, señala un análisis de Vanguard.
En el documento, elaborado por sus especialistas Roger A. Aliaga-Díaz, Anatoly Shtekhman, Garrett Harbron, Daniel Jacobs y Warwick Bloore, la institución señala que si bien la mayoría de los inversores encontrarán que sus objetivos se cumplen mejor sin efectivo en su cartera, otros (especialmente los inversores muy conservadores) pueden sentirse cómodos con cierta asignación de efectivo.
Existen dos preguntas clave que todo inversionista debe hacerse en algún momento, estas son: ¿Cuánto efectivo debería tener un inversor en particular y dónde debería tenerlo?
Para responder a las preguntas es necesario analizar la relevancia de tres aspectos clave del efectivo: su rendimiento, su relación con la inflación y su nivel de volatilidad.
Los inversores se sienten atraídos por el efectivo por muchas razones: su baja volatilidad, por ejemplo, o la percepción que tienen de él como una forma de preservar la riqueza. Pero la inclusión de efectivo no siempre es apropiada y, cuando no lo es, su presencia en una cartera puede reducir las posibilidades de alcanzar objetivos financieros a largo plazo.
Rentabilidad: ¿dónde se sitúa el efectivo en el espectro de la prima de riesgo? En su nivel más básico, la prima de riesgo es simplemente el rendimiento adicional que los inversores necesitan para asumir riesgos adicionales. Es importante señalar que los riesgos asociados con los bonos y las acciones como los riesgos de crédito y de tasas de interés de los bonos o los riesgos de factor o de mercado de las acciones, no los enfrenta el efectivo, pero este determinante del riesgo está asociado con la rentabilidad; las cifras de los especialistas señalan que entre 1901 y 2022 las acciones globales tuvieron una prima anual de alrededor del 6% sobre el efectivo, mientras que la prima anual promedio de los bonos en comparación con el efectivo fue de alrededor del 1,6%.
Inflación: la inflación es un factor crucial a considerar al evaluar las oportunidades de inversión porque erosiona el valor real del dinero, o su poder adquisitivo, con el tiempo, y porque esta erosión se vuelve más perjudicial a medida que se expande el horizonte de inversión. Históricamente, una deficiencia clave del efectivo ha sido que su capacidad limitada para mantenerse al día con la inflación significa que no protege la riqueza real.
Volatilidad: muchos inversores ven el efectivo como un refugio seguro debido a su baja volatilidad. Sin embargo, si se analiza la baja volatilidad de forma aislada, se ignoran otras consideraciones importantes. Si bien el efectivo puede parecer una inversión segura, mantener un exceso de efectivo y/o intentar sincronizar el mercado puede tener un impacto perjudicial y permanente en los resultados financieros de un inversionista.
Al final los especialistas señalan que la tolerancia al riesgo, el horizonte de tiempo de la inversión y el nivel de financiación de cada inversionista son los elementos que deben considerarse para determinar cuánto es el porcentaje de efectivo que debe o puede incluirse en las carteras de los clientes, si asi lo deciden.