Dadas las valoraciones actuales, los inversores en clases de activos tradicionales afrontan un entorno desafiante para los retornos a medio plazo y la rentabilidad disponible. Además, lo más probable es que la volatilidad y los periodos de estrés que experimentó el mercado en 2018 se extiendan durante este año. Esta es la visión de Aberdeen Standard Investments (ASI), que, en este contexto, apuesta por una solución multiactivos flexible que “sume valor” a través de la diversificación.
Esta estrategia está articulada a través del Aberdeen Standard SICAV I – Diversified Income Fund, un fondo que invierte en deuda emergente (27,5%), acciones que cotizan en bolsa (20%), infraestructuras (11,2%) propiedades (9,2%), bonos high yield, préstamos y litigios, entre otras clases de activos. “La amplitud del universo nos permite aprovechar los beneficios de la diversificación y genera una base sólida para alcanzar los objetivos de la estrategia”, señala Becky Nichols, especialista multiactivos de la gestora, en una entrevista a Funds Society.
Al no estar atados a un índice concreto ni forzados a mantener inversiones que no ven atractivas, el fondo permite asignar activos de manera “flexible y libre”. Esa flexibilidad les permite “sumar valor rotando la asignación de activos”, aumentando la exposición a los ofrecen mejores retornos y reduciendo o vendiendo aquellos que están peor valorados. Además, de esta forma, buscan obtener algo de protección ante las caídas en épocas de estrés.
El fondo está dirigido a hallar inversiones a largo plazo atractivas a nivel de los fundamentales a través de la exposición a una amplia variedad de productos, ya que, mientras que el atractivo de un activo pueda variar dependiendo del momento del ciclo del mercado, el interés de la diversificación es “constante”.
Con ello en mente, la gestora realiza estimaciones de retorno y riesgo a cinco años, después las afina con las asignaciones específicas del fondo y, por último, las combina con las evaluaciones de volatilidad y correlación.
Todo ello incorpora una valoración cualitativa que incluye capturar riesgos prospectivos y temas pragmáticos que el proceso no puede incorporar (como el riesgo de liquidez) y abordar oportunidades de nicho. “Al final del proceso, contamos con una visión básica de a dónde creemos que está yendo el mundo, las implicaciones para los retornos de inversión de un amplio rango de activos y las carteras indicativas que resultan para alcanzar el objetivo del fondo”, asegura Nichols.
Su creencia fundamental es que existen varias clases de activos con perspectivas de retorno atractivas, pero distintos motores de retorno, por lo que, combinándolos puede haber retornos más atractivos que apostando por un activo aislado. “Es un enfoque resistente en distintas condiciones del mercado”, afirma antes de destacar que un aspecto central de esta filosofía es la habilidad de la gestora para “identificar y acceder a distintos tipos de activos de forma líquida”.
Con todo, se trata de una solución multiactivos para inversores a largo plazo que buscan obtener una alta, pero sostenible, rentabilidad anual combinada con crecimiento del capital. El objetivo es obtener una volatilidad muy por debajo de la de la renta variable y un rendimiento del 4,5% anual, una cifra que alcanzaron en 2018.
La cartera es completamente global, pero actualmente están encontrando oportunidades en bonos de mercados emergentes en divisa local, principalmente debido a los atractivos rendimientos nominales y reales que ofrecen en comparación a los países desarrollados. Esto se apoya en las baratas valoraciones de las divisas y a unos fundamentales subyacentes “decentes”.
Para Nichols, las perspectivas económicas de los emergentes son buenas en general, ya que la mayoría están creciendo a un ritmo sólido pero no exagerado y la inflación está bajo control, lo que sostiene el optimismo de los inversores. “Uno de los riesgos es que la economía china se ralentice de forma significativa durante los próximos años, lo que generaría estrés para los gobiernos emergentes más expuestos a este país”.
Otra fuente potencial de riesgo es, a su juicio, la administración y la política económica de Donald Trump, tanto por las posibles medidas proteccionistas como por el hecho de que sus políticas fiscales y migratorias pueden resultar en un dólar más fuerte, lo que llevaría a una depreciación de la moneda emergente.