El Viejo Continente está revuelto. La elevada inflación, la subida de tipos que realizará el BCE la próxima semana, la crisis energética, el fin de una pandemia que no llega y la guerra en Ucrania desgastan y agitan los gobiernos más débiles y populistas de Europa. En esta ocasión, el foco está en Italia, donde Mario Draghi, primer ministro del país, presentó ayer su dimisión que, por otra parte, no ha sido aceptada por el presidente del país, Sergio Mattarella.
En este sentido, Draghi ha demostrado que su frase “whether it takes” tiene más resistencia en términos de política monetaria que dentro de la política nacional italiana. El equilibrio del gobierno de coalición, que preside desde febrero de 2021, se rompió este jueves. Durante la votación en el Senado sobre la confianza depositada para el proyecto de ley oficial de ayudas frente a la crisis económica que vive el país, Draghi perdió el apoyo de la coalición populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S), lo que le llevó a dimitir.
“Quiero anunciarles que esta tarde presentaré mi dimisión ante el presidente de la república. La votación de hoy en el Parlamento es un hecho significativo desde el punto de vista político», señaló ante el Consejo de Ministros, reunido en Roma. Según los analistas políticos, los próximos días serán determinantes para la política nacional italiana y en desenlace de la situación, ya que Draghi cuenta con una mayoría en el Parlamento. Draghi se dirigirá al parlamento la semana que viene, pero si decide que su dimisión es definitiva, podríamos ir a elecciones anticipadas, aunque tienen que pasar al menos 45 días desde que se disuelva el parlamento.
Por ahora, su dimisión “aumenta el riesgo de elecciones anticipadas y de incertidumbre política, lo que hace que los diferenciales italianos se amplíen”, apunta Eirini Tsekeridou, analista de renta fija en Julius Baer. Según reconoce Tsekeridou, Mario Draghi ha sido esencial en la aplicación de las reformas para ayudar a Italia a acceder a los fondos de recuperación de la Unión Europea y mantener una postura proeuropea. “Esta última incertidumbre política hizo que la rentabilidad de Italia a 10 años se ampliara 20 puntos porcentuales, hasta el 3,324% intradía, y que el conjunto de la deuda pública italiana subiera, una semana antes de que el Banco Central Europeo introduzca su herramienta antifragmentación, destinada a limitar las diferencias de diferencial entre los rendimientos de los bonos de los países de la eurozona”, señala.
Una visión que también comparte Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro: “Esto no hace sino aumentar la incertidumbre europea, que ha visto cómo el euro alcanzaba la paridad con el dólar estadounidense, los rendimientos de los bonos italianos y de los mercados periféricos se disparaban y la renta variable se desplomaba. El continente se enfrenta a crecientes riesgos de recesión con el agravamiento de la crisis energética, mientras que el banco central europeo se dispone a subir los tipos de interés la próxima semana por primera vez desde 2011 y a anunciar planes de intervención en los mercados de bonos para contener los costes de financiación de los gobiernos.
Una reflexión interesante es la que plantea Alvise Lennkh-Yunus, director de calificaciones soberanas y del sector público de Scope Ratings, quien ve probable que “la crisis política italiana complique el proceso de toma de decisiones del BCE en relación con su instrumento de lucha contra la fragmentación”. Según el experto, además, aumentará la volatilidad del mercado y, por tanto, repercutirá negativamente en el coste de financiación del país.
“El aumento de la volatilidad política en Italia es negativo desde el punto de vista crediticio si se traduce en un período prolongado de incertidumbre que impida a un Gobierno -con o sin el primer ministro Mario Draghi- gestionar la actual crisis energética y del gas, garantizar el cumplimiento de los objetivos fiscales de acuerdo con la consolidación gradual prevista y seguir aplicando las reformas a las que están condicionados los fondos del plan Próxima Generación de la UE. Esto es fundamental para elevar el potencial de crecimiento del país a medio plazo y garantizar así la sostenibilidad de la deuda pública italiana”, añade Lennkh-Yunus.
Por ahora, según indica Peter Allen Goves, analista de renta fija de MFS Investment Management, «la dimisión de Draghi es una sorpresa para los mercados y genera nuevas incertidumbres políticas para los diferenciales de los BTP». El próximo foco de atención para los mercados será el 20 de julio, cuando Draghi se dirija al Parlamento, lo que podría ser la clave del futuro de cualquier gobierno potencial. «Es plausible que Draghi siga siendo el primer ministro o que se instale un nuevo gobierno tecnócrata. En cualquier caso, esta situación complica las cosas para el BCE. Por lo tanto, mantendríamos la cautela sobre estos diferenciales a corto plazo», añade Allen.
En opinión de Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance, es lógico que el actual contexto geopolítico y económico de Europa genere graves tensiones en los gobiernos nacionales. “La inflación, cuyo mayor componente es actualmente la energía y la alimentación, elementos directamente relacionados con las sanciones, ha acabado con Boris Johnson. Ahora Draghi dimite porque el partido que le apoya y teme la llegada del invierno: ¿quién será el siguiente? Ironías de la vida y de la política, el agresor, Putin, sea el que probablemente vaya viendo como caen los líderes europeos que se le han enfrentado, lo cual es posible que no hubiera ocurrido si en lugar de elegir la vía de unas sanciones que hacen más daño al que sanciona que al sancionado, se hubiera elegido la vía del apoyo militar y económico a Ucrania forma de defenderse de la agresión de Putin”, apunta Alvargonzález.